La actitud de Caamaño frente a los policías en 1965‏

 
El coronel Francisco Alberto Caamaño, en la calle El Conde, durante la guerra de abril del 1965. 

Como el próximo 24 de abril conmemoraremos el 50 aniversario del inicio  de la lucha heroica por el retorno a la constitucionalidad y en contra de la intervención norteamericana disfrazada con el nombre de Fuerza Interamericana de Paz, creo que vale la pena resaltar algunos aspectos  de la conducta humana  del Coronel Caamaño    del 1965.

Cuando el asalto a la Fortaleza Ozama, Caamaño, no solo llamó al Cor. Despradel solicitándole que se entregara, haciéndole énfasis en que no quería  que los policías que estaban allí  sufrieran bajas, sino por las instrucciones que dio   cuando le reportaron los hechos acaecidos.

Como se sabe,  en la  toma de la fortaleza resultaron heridas varias personas, entre ellos alrededor de 40 policías, la mayoría de los cuales estaban siendo trasladados al hospital Padre Billini, y  cuando   llamaron a Caamaño para informarle  del resultado de la operación y a la vez  hablarle sobre los policías heridos,  de inmediato  les   ordenó que buscaran vehículos para que los llevaran urgentemente al Hospital Militar,  refiriéndose al que durante mucho tiempo se conoció como El Marión, ubicado en la Zona Universitaria.

Hay que recordar que eso ocurrió el día 30 de abril del 1965 cuando todavía no se había establecido el acordonamiento, lo que permitió el traslado a dicho hospital, pero corriendo el peligro de ser atacados por los golpistas que pudieran estar por esos lados.

Algunos podrían alegar, si se quiere de forma peyorativa,  que esa actitud se debió a que todavía Caamaño no había tomado conciencia y que pensaba como guardia o policía; Sin embargo, es todo lo contrario. Eso revela una actitud de respeto por la vida humana y de sus compañeros de uniforme, y puede servir de testimonio para que las  nuevas y futuras generaciones sepan, que lo que divulgaron los enemigos de la democracia, aquí y fuera, en el sentido de que los revolucionarios habían matado o fusilado a guardias y policías indefensos, era mentira.

Lógico que durante una contienda bélica en la que como es de suponer hay enfrentamientos con armas y disparos de todo tipo, lamentablemente  se producen bajas, pero   en combate. No de forma cobarde y mucho menos a personas como esos policías que estaban en su mayoría  confundidos o despavoridos, a los cuales Caamaño ordenó respetar, y a los que estaban heridos, llevarlos al hospital.

De esos acontecimientos hacen ya 50 años,  pero nunca es tarde para que la sociedad, las generaciones que se confundieron, las nuevas y sobre todo las futuras, pero también sus  compañeros de uniforme de ayer y de hoy  conozcan las  verdades, muchas de las cuales han sido ocultadas y distorsionadas, sobre el comportamiento de un  líder militar en guerra frente a sus compañeros.

Caamaño y Fernández Domínguez que representan  dos de los principales símbolos de los militares constitucionalistas, al igual que los demás,  eran caballerosos, y así deben recordarse. Militares que lo expusieron todo a favor de una causa justa por la democracia y la institucionalidad.


POR TEOFILO QUICO TABAR
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