A intervención foránea, virtud doméstica, ¡pueblo dominicano!...
Por: José Antonio Matos Peña
Dijimos en un reciente artículo de opinión, que la sentencia 168-13 del TC había sido innecesaria e inoportuna, y lo seguimos entendiendo así, dijimos también, que compartíamos gran parte de su espíritu y argumentos, aunque veíamos también una contradicción con la constitución, lo cual la anula por jerarquía de funciones.
Vislumbrábamos de ella, unos efectos dañinos para el país, porque nos dividía
como sociedad, en un punto nodal para seguir viviendo como estado independiente, si es que lo somos, aunque tenemos que sentirlo así, que nos traería funestas acciones contra los intereses nacionales y presencias en organismos internacionales en forma desproporcionada.
Dijimos en un reciente artículo de opinión, que la sentencia 168-13 del TC había sido innecesaria e inoportuna, y lo seguimos entendiendo así, dijimos también, que compartíamos gran parte de su espíritu y argumentos, aunque veíamos también una contradicción con la constitución, lo cual la anula por jerarquía de funciones.
Vislumbrábamos de ella, unos efectos dañinos para el país, porque nos dividía
como sociedad, en un punto nodal para seguir viviendo como estado independiente, si es que lo somos, aunque tenemos que sentirlo así, que nos traería funestas acciones contra los intereses nacionales y presencias en organismos internacionales en forma desproporcionada.
La Republica Dominicana, cual hija no planificada (no deseada, a decir del pueblo), tiene que asumirla como tal, la sentencia, enmendar sus entuertos, concomitantemente con la acción de enfrentar los males que produce su efecto, como secuela de ella y de la falta de acción institucional del estado Dominicano, de por vida.
Los Dominicanos debemos levantar la vista frente a los eventos que se avecinan, para que nuestro comportamiento permitan clarificar el humanismo y solidaridad que ha tenido por siempre con el hermano Haitiano, que es una condición fundamental con todo el extranjero, somos un país de xenófilos no de xenofóbicos, somos un país de solidarios con esa nación, y el evento más palmario lo podemos buscar en el terremoto del 12 de enero año 2010, desde cuando en nuestro territorio deambula y accionan, para mal y para bien, cientos de miles de ciudadanos de allá, que van desde mutilados por la desgracia, damnificados, jornaleros de casi todos los calibres, hasta delincuentes salidos de las ergástulas de aquella nación, y de fuera de ellas.
Pero como una cosa no va con la otra, no significa que solo por humanidad podemos borrar los linderos de la nacionalidad, no señor, el país dominicano tiene que cumplir su rol, documentar o exigir a todo ciudadano del mundo que transite por su territorio, al igual lo hace con los Dominicanos, a los cuales nos someten a diario, cuando patrullas o puestos policiales o militares nos piden cédulas, licencias y demás informaciones que se les ordene o parezca.
Es momento ya, de que el pueblo Dominicano, paso a paso, le muestre a los extranjeros que vengan a hurgar, como parte de esos organismos, la realidad nuestra, que los eventos de persecución a Haitianos, por hechos de sangre, son aislados, al igual que ocurre entre familiares, son reacciones del momento, no planificadas.
Una cosa no quita la otra, decía mi madre, y lo decimos ahora también, a propósito de la documentación, el ciudadano no dominicano en nuestro territorio tiene que portar un documento que lo ampare, pero también el dominicano que lo haya sido por lo que establece la constitución del 2010, vigente en la actualidad, tiene que ser respetado, es Dominicano, ya la patria lo acogió, en hospitales, universidades y muchos años en nuestro territorio, el que está así, es Dominicano y… ya…
Dominicano, despierta en tu Dominicanidad, respeta la integridad física del extranjero también, que alguien quiere usar tus acciones para justificar intervenciones militares extranjeras, recuerda el pretexto que se usó en el año 1965, al través del desafortunado histórico, coronel Pedro Manuel Benoit, que firmó la solicitud de intervención de la OEA, la cual vino, disque a salvar vidas y propiedades, dejando más de cinco mil muertos y un país devastado bajo un conflicto que no debió durar más de tres días y se extendió por 4 mese y 22 días.