Río de Janeiro comienza a enterrar a niños que fallecieron en la masacre
Hasta la madrugada del viernes, 11 de los 12 cuerpos de los fallecidos habían sido reconocidos por familiares. Diez niñas y dos varones perdieron la vida cuando Wellington Menezes de Oliveira, de 23 años, que era un ex alumno de la institución, ingresó al recinto escolar y les disparó a quemarropa
Los primeros entierros de las víctimas del asesino descontrolado que el jueves mató a 12 niños y adolescentes en una escuela de Rio de Janeiro antes de suicidarse se realizarían este viernes en la ciudad, todavía conmovida por un ataque sin precedentes en América Latina.
Hasta la madrugada del viernes, 11 de los 12 cuerpos de los fallecidos habían sido reconocidos por familiares. Diez niñas y dos varones perdieron la vida cuando Wellington Menezes de Oliveira, de 23 años, que era un ex alumno de la institución, ingresó al recinto escolar y les disparó a quemarropa.
El ataque ocurrió la mañana del jueves, a la hora de llegada de los estudiantes a la escuela primaria municipal Tasso da Silveira, del barrio popular de Realengo, a la que asisten unos 400 alumnos de entre 9 y 14 años, edad hasta la que se extiende la enseñanza primaria en Brasil.
El hombre, munido de dos revólveres, disparó contra los menores principalmente en la cara y el pecho, según datos de las autoridades. Once de los estudiantes murieron en el lugar y otro falleció horas más tarde a consecuencia de las heridas. Hay además 11 heridos de los cuales uno estaría en estado grave.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, manifestó su "repudio a este acto de violencia contra niños indefensos". "No era y no es característico de este país vivir este tipo de crimen", dijo.
A medida que las horas pasan, algunos detalles del ataque y del agresor comenzaron a conocerse. Un video del circuito interno de cámaras de la escuela muestra algunos momentos del tiroteo: allí se ve a adolescentes corriendo desesperados, cayendo al piso y levantándose intentado escapar del atacante, quien pasa corriendo delante de la filmadora.
Otra filmación de un testigo, subida al sitio de internet Youtube, muestra a varios alumnos saliendo ensangrentados por la puerta de ingreso del establecimiento escolar, en medio de escenas de pánico de los padres agolpados frente al recinto.
Los padres del atacante, quien fue alumno de la institución, dijeron a la televisión que era su hijo adoptivo y que había abandonado el hogar hacía ocho meses. Ex compañeros de trabajo lo describieron a medios locales como alguien callado y sin amigos.
El coronel Evandro Bezzerra, portavoz del cuerpo de bomberos, dijo que Menezes de Oliveira cometió un acto premeditado. "Vino a la escuela preparado para hacer eso", una masacre, resumió.
Una carta con un mensaje incongruente, lleno de referencias religiosas que la policía encontró entre sus ropas, parece confirmar la afirmación del bombero. "Deben saber que los impuros no podrán tocarme sin guantes, solamente los castos o los que perdieron sus castidades luego del casamiento y no se envolvieron en adulterio podrán tocarme sin guantes", reza la carta encontrada por la policía en las ropas del agresor y distribuida a la prensa. "Nada que sea impuro podrá tocar mi sangre", señaló el asesino, que dejó instrucciones de que su cuerpo sea desvestido, bañado y envuelto en una mortaja blanca que afirmó haber llevado a la escuela donde cometió los crímenes.
La policía investiga el origen de las armas utilizadas por el atacante, que logró recargarlas varias veces antes de suicidarse tras ser alcanzado en una pierna por el disparo de un policía que ingresó al lugar.
Las imágenes de Menezes de Oliveira con la cabeza y la espalda ensangrentada, boca abajo en una escalera de la que fue su escuela, estaban en las portadas de los sitios de internet brasileños, mientras en los canales de televisión desfilan especialistas que intentan explicar qué pudo haber motivado el ataque.
En América Latina, el único antecedente que se registra de este tipo de ataques en un centro educativo ocurrió en Argentina el 28 de setiembre de 2004, cuando un alumno de 15 años mató a balazos a tres compañeros de clase e hirió a otros cinco en la ciudad de Carmen de Patagones, al sur de Buenos Aires.
Los primeros entierros de las víctimas del asesino descontrolado que el jueves mató a 12 niños y adolescentes en una escuela de Rio de Janeiro antes de suicidarse se realizarían este viernes en la ciudad, todavía conmovida por un ataque sin precedentes en América Latina.
Hasta la madrugada del viernes, 11 de los 12 cuerpos de los fallecidos habían sido reconocidos por familiares. Diez niñas y dos varones perdieron la vida cuando Wellington Menezes de Oliveira, de 23 años, que era un ex alumno de la institución, ingresó al recinto escolar y les disparó a quemarropa.
El ataque ocurrió la mañana del jueves, a la hora de llegada de los estudiantes a la escuela primaria municipal Tasso da Silveira, del barrio popular de Realengo, a la que asisten unos 400 alumnos de entre 9 y 14 años, edad hasta la que se extiende la enseñanza primaria en Brasil.
El hombre, munido de dos revólveres, disparó contra los menores principalmente en la cara y el pecho, según datos de las autoridades. Once de los estudiantes murieron en el lugar y otro falleció horas más tarde a consecuencia de las heridas. Hay además 11 heridos de los cuales uno estaría en estado grave.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, manifestó su "repudio a este acto de violencia contra niños indefensos". "No era y no es característico de este país vivir este tipo de crimen", dijo.
A medida que las horas pasan, algunos detalles del ataque y del agresor comenzaron a conocerse. Un video del circuito interno de cámaras de la escuela muestra algunos momentos del tiroteo: allí se ve a adolescentes corriendo desesperados, cayendo al piso y levantándose intentado escapar del atacante, quien pasa corriendo delante de la filmadora.
Otra filmación de un testigo, subida al sitio de internet Youtube, muestra a varios alumnos saliendo ensangrentados por la puerta de ingreso del establecimiento escolar, en medio de escenas de pánico de los padres agolpados frente al recinto.
Los padres del atacante, quien fue alumno de la institución, dijeron a la televisión que era su hijo adoptivo y que había abandonado el hogar hacía ocho meses. Ex compañeros de trabajo lo describieron a medios locales como alguien callado y sin amigos.
El coronel Evandro Bezzerra, portavoz del cuerpo de bomberos, dijo que Menezes de Oliveira cometió un acto premeditado. "Vino a la escuela preparado para hacer eso", una masacre, resumió.
Una carta con un mensaje incongruente, lleno de referencias religiosas que la policía encontró entre sus ropas, parece confirmar la afirmación del bombero. "Deben saber que los impuros no podrán tocarme sin guantes, solamente los castos o los que perdieron sus castidades luego del casamiento y no se envolvieron en adulterio podrán tocarme sin guantes", reza la carta encontrada por la policía en las ropas del agresor y distribuida a la prensa. "Nada que sea impuro podrá tocar mi sangre", señaló el asesino, que dejó instrucciones de que su cuerpo sea desvestido, bañado y envuelto en una mortaja blanca que afirmó haber llevado a la escuela donde cometió los crímenes.
La policía investiga el origen de las armas utilizadas por el atacante, que logró recargarlas varias veces antes de suicidarse tras ser alcanzado en una pierna por el disparo de un policía que ingresó al lugar.
Las imágenes de Menezes de Oliveira con la cabeza y la espalda ensangrentada, boca abajo en una escalera de la que fue su escuela, estaban en las portadas de los sitios de internet brasileños, mientras en los canales de televisión desfilan especialistas que intentan explicar qué pudo haber motivado el ataque.
En América Latina, el único antecedente que se registra de este tipo de ataques en un centro educativo ocurrió en Argentina el 28 de setiembre de 2004, cuando un alumno de 15 años mató a balazos a tres compañeros de clase e hirió a otros cinco en la ciudad de Carmen de Patagones, al sur de Buenos Aires.