Juan Manuel Márquez, el boxeador que superó las injusticias para llegar a lo más alto

Juan Manuel Márquez peleó un total de cuatro ocasiones contra Manny Pacquiao con saldo de una victoria, un empate y dos derrotas. (REUTERS/Steve Marcus)

Por Omar Peralta

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SÁBADO, 08 ABRIL, 2022: Juan Manuel Márquez noqueó a Manny Pacquiao el 8 de diciembre de 2012. Lo hizo con un derechazo brutal que dejó inconsciente al mejor libra por libra del mundo. Muchos dijeron que fue un golpe de suerte. Esa era la única explicación para semejante hazaña. Pero basta con echar un vistazo a la prolífica carrera del Dinamita para comprender que nada en su vida ha sido obra de la casualidad.

Antes de las luminarias y los aplausos desmesurados, Márquez conoció la frustración como pocos. Vivió injusticias que habrían sepultado la moral de cualquiera. En su primera pelea perdió por descalificación contra Javier Durán. ¿Qué puede ser más desmotivante? El invicto es sagrado para un boxeador, sobre todo en los primeros pasos. Desde su debut, Juan Manuel tuvo que cargar con el estigma de un récord negativo.

Pero las injusticias había que sortearlas con lucidez. Lo dejó claro mil y una vez. Márquez entendía la derrota con una filosofía ajena a los tópicos de la actualidad. Porque enfrentar a los mejores entraña un riesgo inherente, un precio que no todos están dispuestos a pagar. Eso no fue impedimento para labrar un camino de proezas y éxitos.

A las órdenes del mítico entrenador Ignacio Beristaín, Márquez afinó su estilo y navegó a contracorriente en el mundo del boxeo. La dura derrota que padeció contra Freddie Norwood en 1999 tuvo todos los síntomas de sueño inconcluso. Fue su primer combate por un título del mundo y la decepción parecía definitiva. Pasaron cuatro años para que Dinamita capturara una faja mundial. Lo hizo en 2003 ante Manuel Medina en peso pluma. Ese título fue la llave maestra para dar entrada al gran némesis de su vida profesional: Manny Pacquiao.

El Pacman hizo acto de presencia en la ruta de Márquez el 8 de mayo de 2004. La carta de presentación no tuvo pudor: el filipino derribó tres veces al azteca en el primer round. En un alarde de valentía, Juan Manuel remontó la tormenta con una estoicidad sin precedentes. Los jueces dictaminaron un empate que dejó en entredicho la naciente supremacía del Pacman. Sin embargo, en 2006, Márquez vivió en carne propia un nuevo atraco. Perdió sus títulos del mundo en Indonesia en un contexto de terror, con todo en contra, frente al desconocido Chris John en Indonesia.

No bastó para reducir el ímpetu del Dinamita, que volvió a la carga para escenificar un encuentro de alarido ante Marco Antonio Barrera, otro púgil de época. Márquez venció a su compatriota para agenciarse el campeonato del mundo en peso superpluma. A los 34 años, la edad era una mera estadística.

Márquez enfrentando a su compatriota Marco Antonio Barrera. (REUTERS/Sam Morris)

La pelea contra Barrera demostró que Márquez todavía tenía mucho que decir en la élite del boxeo. Estaba en el mejor momento de su carrera. Y los mejores buscan a los mejores: la segunda pelea con Manny Pacquiao llegó el 15 de marzo de 2008. En ese momento ya no existían dudas sobre el filipino. Todo el mundo conocía su apellido. El ring ardió en llamas. Márquez y Pacquiao fueron protagonistas de una guerra sin cuartel que coronó ganador a Pacquiao en otra controvertida decisión.

Márquez no se tiró al piso. Volvió a ser campeón del mundo a costa de Juan Díaz y se obsesionó con la trilogía ante Pacquiao. Dinamita encontró lo que buscaba. En noviembre de 2011, Márquez y Manny sellaron su enemistad con una tercera pelea monopolizada por Márquez. En la pelea que coronó la trilogía, Márquez brindó una clínica de boxeo que dejó boquiabierto al mundo. El mexicano eclipsó la luz del Pacman. Todo fue en vano, porque la historia se repitió: los jueces atracaron a Márquez sin ninguna noción de vergüenza. La prensa lo llamó “El Robo del Siglo”.

Juan Manuel Márquez venció por nocaut a Manny Pacquiao en su cuarta pelea. (REUTERS/Steve Marcus)

Juan Manuel Márquez venció por nocaut a Manny Pacquiao en su cuarta pelea. (REUTERS/Steve Marcus)

La revancha absoluta llegó el año siguiente. Su nocaut a Manny Pacquiao fue justicia divina. Con la nariz rota y con un ambiente que transpiraba derrotismo, Márquez firmó un contragolpe perfecto. Su derechazo hizo añicos la quijada de Pacquiao, que cayó fulminado con el rostro por delante. Todo se reducía a ese noche: ninguna injusticia del pasado tenía suficiente peso en aquella atmósfera mágica. El boxeo saldó todas las deudas que adquirió con Juan Manuel Márquez.

Dinamita todavía buscó la quinta corona mundial contra Timothy Bradley en octubre de 2013. No pudo conseguirla, pero la historia ya estaba escrita con letras de oro. Márquez cayó muchas veces durante su carrera y soportó arteros golpes bajos. Nunca declinó: aceptó la derrota con sabiduría. Su recompensa llegó cuando tuvo que hacerlo. El tiempo sabe valorar a quienes respetan sus designios.

Fuente: yahoo.com

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