EDITORIAL EL CARIBE: Boca de Cachón
La situación de los pobladores de Boca de Cachón, en la provincia Independencia, ya era insostenible cuando el gobierno decidió construir las infraestructuras para mudarlos. Las aguas del lago Enriquillo ya estaban debajo de los suelos de casi la totalidad de las viviendas, y mucho antes los campos agrícolas fueron inundados. Las condiciones se habían deteriorado por completo.
Fue una decisión justa y oportuna. El gobierno y los responsables al mando trabajaron con inusual rapidez. La inauguración constituyó un bonito acto en el que se resaltó una acción exitosa del gobierno, pero según los hechos revelados por el reportero Genrris Agramonte en este diario, obras fundamentales para el hábitat de la gente, no fueron realizadas o terminadas. La acción pública quedó incompleta.
Así, una obra positiva, bien pensada, se está convirtiendo en un valor negativo para los habitantes y para la imagen del gobierno.
El servicio de agua potable es inexistente. Depende del Acueducto del Suroeste (Asuro), que de por sí viene resultando insuficiente hasta para las comunidades más cercanas a la toma de agua, sobre el río Yaque del Sur, en Vicente Noble. La fuerte demanda, que incluye a varios municipios de las provincias Barahona, Bahoruco e Independencia, provoca que a Boca de Cachón el líquido apenas llegue.
Quienes construyeron el pueblito lo saben muy bien. E incluso, desde el principio se planteó la posibilidad de un suministro alterno desde La Descubierta. Pero no se hizo.
Pasa igual con el proyecto agrícola que devolvería la fuente de trabajo a los agricultores. Las tierras, feraces, están identificadas, pero los responsables no las prepararon ni construyeron los pozos.
Asimismo, infraestructuras ideadas para prestar importantes servicios no terminan de ser abiertas, como un centro geriátrico, una escuela de informática, la estancia infantil y facilidades para asistencia sicológica a consecuencia de la mudanza. Ninguna está funcionando.
Las 500 familias trasladadas, llenas de esperanzas, no piden demasiado. Sólo que el gobierno cumpla lo prometido. El proyecto agropecuario y el suministro de agua potable. Esenciales ambos.
Ah, hay 20 familias que siguen en el viejo poblado abandonado. Esperan sus viviendas.
El efecto mediático del “pueblo modelo” se alcanzó. Pero las personas se sienten abandonadas.
EDITORIAL EL CARIBE, 7 ABRIL, 2015.-