Exito de los V Juegos Deportivos Nacionales sorprendió a barahoneros‏



El respaldo que recibió los Quintos Juegos Deportivos Nacionales celebrado en  diciembre de 1981, sorprendió a los  barahoneros, ya que pensaban que era un “juego de muchachos” y que  nunca alteraría el desenvolvimiento normal de la ciudad.


Del 5 al 11 de diciembre de ese año,  Barahona, no solo se convirtió en la capital deportiva del país, sino que el evento  deportivo atrajo a miles de visitantes,  hasta el punto de colapsar nuestro precario servicio hotelero.

Los barahoneros se llevaron tremenda sorpresa al ver a miles de personas que, atraídas por el evento deportivo, caminaban  para arriba y para abajo sin tener donde alojarse.Muchos habitantes, como buenos samaritanos modernos, cobijaron a gran  cantidad de ellos en sus hogares, pero no había cama para tanta gente.

Al no encontrar donde alojarse, muchos visitantes  se vieron obligados el primer día a dormir “donde le cogiera la noche”. Se  recuerda que en el Parque Central se congregaron docenas de  personas para disfrutar de la música típica que  allí se tocaba  (hasta tarde de la madrugada), porque no encontraron habitaciones disponibles en ningún lugar de la ciudad.

Los periodistas también pasaron momentos de apuros. El ya fallecido periodista de Ultima Hora, Temistocles Metz, reseñó que  se vio  obligado a pernoctar la noche en la sala de emergencia de una clínica privada, tirado en una camilla después de pagar   veinte pesos, con la condición de tirarse al piso si aparecía un paciente que tratar.Un caso similar contó el periodista  Carlos Nina Gómez.

Pero los visitantes no solo confrontaron problemas para encontrar una habitación, también los lugares de expendios de comidas  estaban llenos. La venta de bebidas y bizcocho se triplicaron, los precios se inflaron y los  especuladores hicieron su  agosto. Los restaurantes La Roca y La Bahía estuvieron totalmente repletos de personas  y, durante seis días, no hubo  mariscos en el menú de esos restaurantes.

Al pasar los días esas dificultades se fueron solucionando y los visitantes quedaron encantados por la acogida y sencillez de  los barahoneros, pero también por  el éxito del evento deportivo. Hay que resaltar que el sistema de transporte colectivo fue  impecable.

Durante los días que duró el evento los barahoneros disfrutaron de un cómodo servicio de transporte en autobuses, (los que  habían traído a una gran parte de los dos mil 669 atletas de las ochos regiones del  país), hasta la Villa Olímpica ubicada  en Villa Central, por tan solo diez centavos.


Para asegurar el desplazamiento seguro y confortable del público hacia la Villa Olímpica y evitar un caos vial, la Oficina  Nacional de Transporte Terrestre (Onatrate), tomando en cuenta los sectores más poblado de la ciudad, trazó dos rutas y puso  en funcionamiento un servicio de transporte colectivo  con 17 autobuses. La flota de Onatrate iniciaba de sus operaciones   desde las 8 de la mañana hasta las 12 de la noche.

Los  autobuses Marcopolo brasileños de Onatrate, transformaron durante esa semana el paisaje de la ciudad.  Ver aquellos  autobuses montando y desmontando  pasajeros en las paradas autorizadas, provocó  en muchos barahoneros la sensación de  encontrarse en una vía de la Capital o Santiago.

La ruta número 1 comenzaba en el Parque Central  y recorría las vías Luis del Monte, Enriquillo y Central hasta llegar a la  Villa Olímpica. La ruta número 2 comenzaba su recorrido en el Arco del Triunfo de la avenida Luperón y recorría las vías  Uruguay, José A. Robert, Enriquillo y la calle 7, hasta llegar a la Villa Olímpica.

Los Quintos Juegos Deportivos Nacionales fueron todo un reto para los organizadores locales. Cuando se clausuraron  oficialmente lo juegos, Barahona superó la prueba con buena nota.

Al demostrar que sí podía montar con éxito un evento deportivo tan exigente, la provincia escribió su nombre con letra de oro  en la historia deportiva del país.

POR DAVID RAMIREZ
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