Dice desprecia cualquier empleo de 20 o 25 pesos mensual por su venta de frío-frío
Hay ciudadanos procedentes de familias muy pobres que cuando vienen al mundo nunca van a una escuela por razones diversas, y si lo hacen abandonan los estudios en su adolescencia o cuando ya son adultos, por sus precariedades económicas.
Esto les impide llegar a ser profesionales en una área del saber, por lo que no pueden ofrecer a sus esposas una vivienda adecuada, alimentación sana y buena educación a su hijos, entre otras cosas imprescindibles para una familia.
Pero muchos de estos seres humanos, se inclinan por algo para lo cual demuestran vocación desde muy pequeños y se dedican a realizar ese algo, que puede ser un ventorrillo, una freiduría, vender productos agrícolas por las calles, helados, frío-frío, entre otras actividades informales.
Algunos de estos ciudadanos ya han manejado una freiduría, pero por circunstancias de la vida, han dejado este negocio y se han dedicado a realizar otros en los que se sienten incómodos, por lo que a final de cuenta retornan a la freiduría y ahí se quedan, donde lograr constituir una pobre pero decente y humilde familia, lo que constituye un gran premio para sus vidas.
Este es el caso del señor Rafael Medina (Barbita), quien retornó a su primer negocio de venta de frío-frío al que en sus más de 70 años de edad, ha dedicado casi 40..
Relata Barbita, quien es nativo del distrito municipal de Bahoruco del municipio de La Ciénaga, provincia Barahona, que se inició como vendedor de frío-frío en el sector Villa Duarte de la Capital, desde donde se trasladó a la Perla del Sur e hizo residencia en el Batey Central (Hoy Villa Central) y se instaló en una acera frente al edificio donde funcionó por años el Banco Agrícola, ubicado en la calle Anacaona esquina 30 de Mayo.
De allí a los años, se trasladó al Palacio de Justicia donde vendía de 8 de la mañana a 12 del medio día. Pero de 2 a cinco de la tarde, realizaba la actividad en la acera frente al edificio que alberga la Dirección Regional Sur de la Policía, donde se ha mantenido hasta el momento y de donde, según sus propias palabras, "solo lo saca la muerte".
Aunque parezca increíble, vendiendo frío-frío, este pintoresco personaje ha tenido 14 hijos con diferentes mujeres, de lo cual se siente feliz de la vida.
"Yo para lograr un medio de vida fijo, escogí varias actividades, pero miré hacia atrás y me quedé con mi frío-frío, porque para esto era que tenía vocación, porque es un error de una persona seleccionar un negocio para el cual no tiene vocación, porque tarde o temprano fracasa, como me pasó a mí", dijo muy alegre Barbita.
Este ha logrado establecer una gran clientela, tanto con los policías de diferentes rangos, con los reclusos y personas particulares.
Barbita entra y sale de la Dirección Regional Sur de la Policía a cualquier hora, visita todos los departamentos y secciones de la uniformada como si fuera un miembro de ella. A veces se viste con ropa policial, claro que sin insignias, por lo que el que no lo conoce comenta "mira ese viejito es policía".
Ya es de tanta confianza en el recinto principal policial, que los miércoles y domingos, días de visitas a los presos, él es quien da el aviso a la hora de entrar y salir de allí, con un potente pito que tiene para tales fines.
"Estoy enamorado de esta humilde, pero seria labor que realizo para mi sustento alimenticio y de mi familia, la cual dejaré de realizar, cuando Dios me lleve de este mundo", expresó el humilde ciudadano.
Finalizó diciendo Barbita, que ya no deja la venta de frío-frío porque hacerlo significaría su muerte. "Es más, me pueden ofrecer un empleo de 20 ó 30 mil pesos mensual y lo desprecio, porque si lo acepto, no duró dos días vivo".
Por: Juan Francisco Matos


