Hábitos y costumbres del dominicano, amenazados con desaparecer‏


El dominicano es amistoso por naturaleza, extremadamente efusivo en sus afectos, saluda con un fuerte apretón de manos, acostumbra dar un caluroso y apretado abrazo a sus amigos y familiares, saluda a las damas con un beso en la mejilla, es parlanchín, entusiasta y divertido. Los familiares cercanos de un muerto acostumbran a abrazarlo y besarlo en la frente mientras están en el ataúd. Estos buenos hábitos y costumbres de nuestra cultura, están amenazados con desaparecer, cuando se dé, si es que se da, (que Dios permita que no llegue a nuestro país) el primer caso de la letal enfermedad conocida como Ébola.


El dominicano también es muy desconfiado, es chivo, culebro, como se dice en buen dominicano. Si ocurriera el primer caso de Ébola en República Dominicana, ya no habrá más apretón de manos, ni abrazos, ni besos en las mejillas, ni efusividad en la manifestación de sus afectos. Solo habrá desconfianza, distancia y rechazo hasta dentro del seno familiar más estrecho, como son padres, hijos, hermanos, tíos y abuelos ; nadie se expondrá a contagiarse con esta mortal enfermedad, cuyo contagio se debe al contacto directo con la sangre o los fluidos corporales de personas infectadas que presenten ya síntomas , con personas muertas infectadas o por la exposición a objetos contaminados por secreciones de estos pacientes.

Siendo sus síntomas hasta ahora conocidos, fiebres muy altas, dolor de cabeza, vómitos, diarreas, sudoración y sangrado.

Esta actitud de desconfianza y distanciamiento se manifestará en todos los lugares donde concurra la gente, como son: escuelas, universidades, hospitales, estadios deportivos, transporte colectivo, cines, plazas comerciales, lugares recreativos, parques de diversión, velorios; en fin, en todo lugar donde la gente concurra masivamente, hasta los mítines políticos se verán desiertos, pues nadie se expondría a un contagio de esta letal enfermedad.

Los hospitales dominicanos carecen de equipo especializado para que el personal médico quisiera lidiar con estos enfermos, así como también, no existen salas de aislamientos para alojar a los afectados. Los médicos, enfermeras, bioanalistas y personal administrativo, que por razón de su empleo tengan que “bregar” con ellos, se negarán a tener contacto con dichos enfermos si no están totalmente protegidos de un posible contagio , como ha ocurrido en otros países, especialmente hasta en la líneas aéreas.

En las plazas comerciales donde la gente concurre para hacer sus compras, el saludo será un “Hola, ¿cómo estás?, o acercando el puño cerrado sin tocarse . El transporte colectivo tenderá a disminuirse considerablemente, pues nadie querrá sentarse al lado de un posible afectado. Los estadios deportivos estarán desiertos por la misma causa, en las escuelas y universidades los maestros y alumnos usaran mascarillas y no habrá contacto físico de ninguna manera. Las salas de cine desaparecerán, veremos películas en nuestros hogares a través de la Internet.

Todo cambiará, todos desconfiaremos el uno del otro, ya no habrá más apretón de manos, abrazos ni besos en las mejillas; así como toda demostración de cariño y amistad desaparecerá.

Que Dios permita que se encuentre la cura para esa mortal enfermedad, que los actuales afectados puedan salvarse, que se reduzca al máximo el número de víctimas y que no siga expandiéndose a otros países ni al nuestro. Que Dios nos proteja. /Fuente: lavoztubanera/.

Rafael Bolívar Beltré
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