AHORA ENFRÍAN A LOS MUERTOS‏


Ya los muertos no se velan en las casas. Ya nadie quiere trasnocharse ni tampoco oír cuentos de borrachos amanecidos alrededor de un muerto. Y nadie grita como antes hasta desgañitarse por ningún muerto. Eso se hacía antes, cuando los deudos tenían sentimientos; ahora los vivos sólo gritan por los vivos, y si acaso. Se preguntarán tal vez con razón, ¿quién va a perder el tiempo llorando un muerto? ¿Quién se va a trasnochar por uno que se haya muerto?


Ahora velan los muertos en funerarias, y si acaso usted no pudo llegar a las diez de la noche no podrá dar el pésame o ver al muerto, a menos que se levante temprano y asista al sepelio.

¿Cómo será que se hacen los deudos para simular hasta la tristeza? Son los primeros que se van escurridizos de las funerarias y me imagino que sin botar una lagrimita, aunque al día siguiente no esconden las ganas de ¡a salir temprano de esto!
¡Cómo cambian los tiempos!

Anoche fui víctima de estos tiempos que lo cambian todo; no pude llegar a tiempo para ir al funeral de un amigo que murió en un accidente. Cuando llegué a la funeraria, pasando cinco minutos de las diez, ¡ya no había ni seña de que habían velado al muerto! Metieron la caja en un cuarto frío ¡y se rompió la taza, cada uno para su casa!

Bajé la cabeza, medité un poco y luego tomé una resolución que ojalá mis hijos la cumplan, porque si no la cumplen, eso sí, seré el único muerto que de la tumba se pare y camine para cobrarle el compromiso que no honraron.

La resolución es la siguiente: Iré cuanto antes al cementerio abandonado de mi cuatricentenario pueblito Boyá, donde algunos historiadores afirman que murió y enterraron debajo del altar de la iglesia al cacique Enriquillo, y mandaré a limpiar el terreno que será mi tumba.

¡Al diablo con la funeraria!, porque la única cosa que voy a testamenta, porque ningún inmueble ni cuenta tengo, es que limpien la casa donde nací (tanto tiempo que permanece sola y cerrada) y de par en par que abran sus puertas antes de que traigan en el ataúd, y allí quiero que me velen, no importa que sea haciendo cuentos aquellos que en vida me ganaron en el tiempo. Total, el muerto con palas de tierra tiene! ¡Amén!

TONY PIÑA

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