DOMINGO ESPECIAL: El tiranicidio de Trujillo
Juan Daniel Balcácer describe magistral el tiranicidio del dictador Rafael Leonidas Trujillo en su obra “Trujillo, El tiranicidio de 1961”, Grupo Santillana, 2007, tema que tendrá vigencia permanente, redactado con rigor académico en voluminosa edición de 540 páginas, que mantuve en capilla ardiente, releyéndolo entre el asombro, la perplejidad y el estremecimiento sin treguas. En sus doce capítulos, confieso que el concerniente al apresamiento y tortura del mayor general E. N. José René Román Fernández (Pupo), secretario de las Fuerzas Armadas cuando se produjo el magnicidio el 30 de mayo de 1961, hube de abandonar saturado de tensiones altas que perturbaron esa noche mi sueño.
Siempre se rumoraron las barbaries físicas y mentales a que los torturadores de la tiranía sometieron a Pupo Román, pero el relato de Juan Daniel Balcácer excede todo el catálogo de comentarios que se suscitaron desde entonces hasta hoy, y que el consagrado historiador relata con ribetes escalofriantes que superan los horrores y las ruindades humanas a que sometieron a Pupo Román los sadismos de Ramfis Trujillo, Gilberto Sánchez Rubirosa (Pirulo) y Octavio Balcácer (Tavito), entre otros desalmados cobardes verdugos.
En todo el decursar post tiranicidio, Ramfis Trujillo fue reiterativo en su accionar sangriento y despiadado, que comenzó a cobrar notoriedad por el trato personal que usó contra los expedicionarios del 14 y 19 de junio de 1959 que fueron capturados vivos, que incluso contrarió el diseño original que concibió su progenitor, porfiando a éste al decirle “Papá, esto es un asunto mío, déjamelo a mí”, y todos fueron masacrados con horrible saña indescriptible. La Raza Inmortal, que inició la odisea por la cual hoy todos nos ufanamos de ser libres.
En lo que me fue anímicamente permisible leer del capítulo mencionado del apresamiento de Pupo Román, percibí un notorio empeño de Juan Daniel Balcácer en eximir a Pupo Román de lo que fue una verdad irrebatible, y es que traicionó a los tiranicidas al obviar cualquier contacto con éstos, y traicionó a su sobrino político, el generalísimo Trujillo, debido a que su esposa Mireya García Trujillo era sobrina de El Jefe, hija de su hermana Marina Trujillo de García.
La descripición de Juan Daniel Balcácer del tiranicidio, y la noche en que éste se produjo, es una obra maestra del relato de un magnicidio, segundo por segundo, punteando las actuaciones de todos los implicados en la desaparición física del déspota y el rol sobresaliente del mayor E. N. Zacarías de la Cruz, que era el coger del generalísimo cuando se dirigía a eso de las diez de la noche a La Caoba, su residencia en San Cristóbal, un relato de alto suspense, que supera en intensidad los guiones de Alfred Hitchcok en Pyschos, La Ventana Indiscreta o La Invasión de los Pájaros.
Ese relato sÓlo pudo ser la condensación de esa obra de Juan Daniel Balcácer, porque a una distancias de tiempo de 55 años, los que fuimos testigos de des tiempo, aún nos produce asombro y enfrían las manos pensar como los tiranicidas se atrevieron a tanto en beneficio de tantos desafiando a tantos, que a los que cuentan hoy con 65 años, les resulta imposible interpretar ni comprender en su exacta dimensión, porque la densidad del difuso terror imperante entonces no es posible calibrar en el actual escenario de tolerancia y laissez faire que conduce la vida dominicana de hoy.
Hay una coherencia entre ajusticiadores y el mayor Zacarías de la Cruz y es cohonestar el valor personal que exhibió el tirano desde l momento en que el primer teniente E. N. Antonio de la Maza Vásquez, le impactó en el hombro izquierdo con un tiro de escopeta calibre 12 con cartuchos recargados con balines de acero por el español Miguel Angel Bissié, ordenando a Zacarías detenerse para repeler la agresión y salir mortalmente herido del Chevrolet modelo 1957, con su revólver calibre 38 en la mano.
Balcácer describe con propiedad el carácter patriótico de los tiranicidas porque sabían que por el inexistente respaldo militar a su odisea, ésta fracasaría y los conduciría al martirologio, como aconteció, y nada más se podía vislumbrar, cuando conocían que Pupo Román no era capaz de aglutinar ningún grupo militar para apoyar la gesta, debido a que todo el poder lo retenía Ramfis Trujillo, por encima del presidente gomígrafo Joaquín Balaguer, y esa fue la doble tragedia del tiranicidio.
POR: UBI RIVAS