Entre Barahona y Copacabana (7)‏

No hay peor tortura en el mundo (peor que la china) que atar un hombre a una silla y una gota de agua cayéndole en la cabeza, día y noche. Por eso el turismo en el Suroeste hay que estimularlo para que arranque como si fuera carro con carburador inundado a ser empujado "por la bajaita", para que prenda, o esperando un poco para que el carburador encienda; y si no hay remedio buscar un mecánico. Así es el turismo sureño, como "carburador inundado" pero con mucho tiempo sin prender. 


Parecería que ni Solano's Carburador, el de la Yolanda Guzmán, lo arregla. Nací y me crié en Barahona en la calle Uruguay, cerca del mar o área portuaria, y hoy me desplazo entre Barahona y Santo Domingo, disfrutando siempre de la belleza del mar.

 He visitado algunos países en el mundo pero para mí Brasil fue y sigue siendo algo especial, y que me perdone Oakland, California, donde viví durante un año y tengo buenos recuerdos. Río de Janeiro, en el Cono Sur, es una ciudad que destila progreso y alegría por cada uno de sus poros. Barahona y el Suroeste, en el Caribe, destilan una belleza sin igual. 

Así lo revela la revista Caribbean Travel & Life Magazine (" Rumors of a lost world". April issue - 2003) y el excelente trabajo "Orgullo de Mi Tierra", del CCN, que destaca Barahona y Pedernales. Puede decirse sin temor a error que todos los hoteles de la ciudad de Río de Janeiro "colindan" con las playas Copacabana e Ipanema.

 Yo era un asiduo visitante de esas playas, incluyendo la madrugada de un día cualquiera del mes de diciembre de 1977 cuando partí hacia Santo Domingo. 

Quería disfrutar hasta el último minuto ese paraíso llamado playa Copacabana, pero me esperaban mi mujer y mi recién nacida hija, de quienes me alejé durante cuatro meses por mi participación como becario de la OEA al Curso Interamericano de Comercialización Internacional (Cinter) en la Fundación Getulio Vargas, en Botafogo.

 Cuando digo que los hoteles de la ciudad de Río de Janeiro colindan con las playas de Copacabana e Ipanema lo digo en sentido figurado y real, por lo menos desde el punto de vista turístico. Así se entendería si nos percatamos que la mágica que envuelve la "Ciudad del Carnaval" no solo se limita a la celebración de este famoso evento cada mes de febrero sino que también la playa Copacabana forman parte de la simbología que comienza y culmina la gran celebración carnavalesca. 

En esa época del año no hay "una habitación hotelera vacía" en la "Cidade do Río de Janeiro, la Cidade de Deus”. Guardando las distancias, algo parecido podría suceder en la ciudad de Barahona. En 1979 el Centro Dominicano de Promoción de Exportaciones (CEDOPEX) me invitó participar en un seminario de exportación que durante una semana se celebró en Guatemala. El día antes de mi partida visité la ciudad de Antigua, su primera capital, y quedé impresionado, no solo por sus encantos y tradiciones sino también por la gran cantidad de turistas que visitaban Antigua. Viendo las cosas de esta manera, la ciudad de Barahona no tendría otro camino que rescatar sus riquezas y tradiciones para el renacer del turismo cultural.

El segundo paso es el rescate de las playas de la ciudad de Barahona que se extienden en un radio de 3-4 kilómetros hasta playa Saladillas. Aquí las playas están en malas condiciones donde se destaca el área playa Punta Inglesa frente a los Hoteles Guarocuya (Estado) y Costa Larimar (privado), al igual que playa Saladillas, a poca distancia de la ciudad.

 Sin embargo los demás hoteles de la zona urbana no tienen este privilegio, del que pueden formar parte si el Ministerio de Turismo (Mitur) combina el casco urbano con playas aptas para el turismo receptivo, masivo o no. Es por eso que "Entre Barahona y Copacabana" las playas son el divino privilegio que hace la diferencia. El tercer paso es la remodelación del Parque Central Luis E. Del Monte y su área circundante donde también hay muchos bienes culturales que rescatar para que resalten entre los modernos negocios que últimamente se observan. El cuarto paso es la terminación del Parque Litoral María Montés y el Bulevar o Malecón de la Avenida Enriquillo. Estas son obras que lleva a cabo el Mitur con una inversión que ronda o sobrepasa los RD$325.0 millones, hoy día en su etapa final. El quinto paso sería la construcción de la Terminal Turística Casandra Damirón para el desarrollo del turismo de cruceros.

Conjuntamente con eso es una prioridad la construcción de la planta de tratamiento de la ciudad sin la cual todo se viene abajo. Estamos hablando de una combinación de bienes culturales, tradiciones, infraestructuras y playas para el fomento del turismo interno e internacional. Bastaría imaginar que los turistas alojados en los hoteles de la ciudad tendrían como atractivo principal la otrora famosa y encantadora playa Saladillas, la playa de la sociedad barahonera en la década del 50, hoy tristemente abandonada después del embate de huracanes en sus alrededores.

Vistas las cosas de esta manera puede decirse, sin temor a equivocarnos, que todos los hoteles de la ciudad de Barahona "tendrían su playa". Solo bastaría que el Mitur proceda con su rescate. El hotel Costa Larimar y el Guarocuya serían los primeros agradecidos. Las playas de la ciudad se convertirían en un atractivo mercadológico para los turistas (como sucede en Río) y tour operadores para, en nuestro caso, llevar más turistas a Barahona y Pedernales. Cuando se llega a este punto entonces "colindan" los hoteles de la ciudad de Barahona y sus playas, como sucede en Río.

Las playas Copacabana e

Ipanema al igual que las playas dentro del radio de acción de la ciudad de Barahona no son peligrosas, son aptas para el turismo receptivo. Si al Mitur le interesa promocionar Barahona en el exterior, tal y como lo hace con otras regiones del país en ferias y otros eventos internacionales, tanto para promover la inversión como para aumentar el flujo de turistas, invariablemente tiene que pensar en el rescate de las playas y su entorno. 

Pero el Bulevar y el Parque María Montés podrían convertirse en "elefantes blancos", al igual que el Aeropuerto Internacional María Montés y el Centro Olímpico, si las autoridades ignoran la importancia de las playas para el desarrollo turístico.

 Basta comparar estas obras con el extenso bulevar Avenida Atlántica que bordea playa Copacabana, algo increíble, no solo por los atractivos, tradiciones y trovadores ambulantes que se observan en los alrededores, sino también por la belleza de la obra. La provincia de Barahona no puede darse el lujo de tener más elefantes blancos sino obras que contribuyan al unísono con el desarrollo del turismo, seguido de la promoción y el fomento de la inversión hotelera.

Sobre esto último me he referido en varias ocasiones (Ref./Google: "Aviación Civil Dominicana", "La Cibao-Sur", "Área de Libre Comercio y Turismo de Barahona"; "Varias vías Cibao-Sur, un medio ambiente y un país"; "Turismo, medio ambiente y la Cibao-Sur"; "Turismo de cruceros RD-Haití", "En los mares del Sur", "Cruceros en Bahía de las Aguilas", "Turismo, Sur Profundo y la Cibao-Sur", y "Posible pacto Mitur-Barahona"). De igual manera hemos entregados estudios específicos al Mitur y Medio Ambiente.

Lo anterior no es nada más que un ejemplo de "tortura china" buscando que el turismo del Sur arranque, como el carburador del carro aquel, para "soltarlo en la bajaita", distinto a "soltarlo en banda", como he hecho con el turismo sureño porque no arranca y la espera del mecánico se ha hecho muy larga. Solo deseo que otros hagan lo mismo para que no se diga que los barahoneros "no han sabido defender su turismo", como dijera la distinguida dama Aydee Kuret de Rainieri en un importante evento turístico celebrado en Barahona en 2009. Me di cuenta que ella tenía razón y no dije nada en ese momento, con la diferencia de que lo que hoy decimos en teoría también mi hermano y yo lo hemos llevado a la práctica...desde hace años. Luis Eduardo Díaz Franjul

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