PERSONAJE SABATINO
María Montez: Reina de Hollywood
Texto: Patricia Crusset
Fotografías: Cortesía de Margarita Vicens/ Archivo General de la Nación
María Montez fue la primera dominicana en abrirse camino en la meca del cine. En 1939 estaba decidida a triunfar, a pesar de que era una “recién llegada” -como se le llamaba en ese momento a las extranjeras que se iniciaban en Hollywood- y que contaba con ocho años más de los 19 que aseguraba tener. “Era una mujer muy fotogénica, lucía muy bien y le hicieron muchas propuestas para trabajar como modelo. Pero las rechazó; quería ser actriz de cine”, nos cuenta Margarita Vicens, autora de la biografía “María Montez, su vida”.
La actriz se comportaba como celebridad mucho antes de serlo. “Quiero que la gente me vea como una diva, pero que me sienta como una amiga cercana”, expresó una vez. Es por eso que, luego de divorciarse de su primer marido, el banquero irlandés William McFeeters -Montez se casó más tarde con el actor francés Jean Pierre Aumont-, invirtió la mayor parte de sus ahorros en su vestuario personal. “Ella quería llamar la atención, organizaba fiestas en los clubes más exclusivos de la época, como el Copacabana y El Trocadero”, agrega Vicens. Su arrojo dio resultado. Luego de mucho esfuerzo, consiguió un contrato con Universal Pictures. Y llegó la gloria.
Montez se consagró como la "Reina del Tecnicolor" y estaba a la par de grandes actrices de su época, como Rita Hayworth y Marlene Dietrich. Además, impuso moda en Hollywood. Sólo bastaba con que fuera a algún evento con un turbante o un sombrero para que se convirtiera en la tendencia del momento.
A pesar de que falleció a los 39 años, en su corta carrera filmó 21 películas americanas, dos francesas y tres italianas. Después de su repentina muerte, en 1951, algunos de sus filmes se mantuvieron en cartelera hasta finales de la década y muchos son clásicos en sus respectivos géneros. “Las mil y una noches”, “Alí Babá y los 40 ladrones”, “La reina de cobra”, “La venganza del corsario”, “El ladrón de Venecia” y “Retrato de una asesina” están entre los más destacados, de acuerdo al crítico de cine Félix Manuel Lora.
“El legado de María Montez hay que verlo en su belleza y en el estilo que proyectaba. En la época en que desarrolló su carrera, su imagen exótica fue el factor que la impulsó. En ese tiempo el tecnicolor estaba en su apogeo y, por eso, los productores buscaban rostros que fueran diferentes dentro de la meca del cine. Ella estaba en el momento y lugar propicios para eso”, dice Lora.
El afamado pintor estadounidense McClelland Barclay, la definió como “el prototipo de mujer cosmopolita, cuyas características raciales no son específicas de ninguna región del mundo”. Sin embargo, María Montez era originaria de Barahona, al sur de República Dominicana, donde hoy se le rinde homenaje con un aeropuerto y una calle que llevan su nombre.
