SANTIAGO: LA CIUDAD CORAZÓN PARTIDO‏


Por Ramón Antonio Negro Veras

I.- INTRODUCCIÓN

1.- Allí donde está presente la especie humana, necesariamente se producen cambios que, en una u otra forma, han de tener incidencia en el medio social; las transformaciones producen mutaciones en los distintos segmentos presentes en una misma época, y han de fijar la metamorfosis que, en el futuro, va a permitir distinguir una generación de otra, así como su forma de comportarse, y hacerle frente a los diferentes problemas que afectan a la comunidad en general.

2.- La necesidad de cambiar una realidad en un momento dado, no es asimilada de igual forma por todos los hombres y mujeres que ocupan el mismo espacio físico. La conveniencia de la conversión de una materialidad por otra, ha de partir de la visión que tenga el ente social de lo que conviene al pueblo, a la mayoría, a los que en cada país son los más.


3.- En la forma de asimilar la necesidad de los cambios, tiene incidencia el lugar que como clase social ocupa la persona que ha de accionar, y la concepción ideológica que sustenta.

 4.- La manera de actuar guarda relación directa con la de pensar; el punto de vista que sostiene alguien con respecto a la creencia de que hay que actuar en uno u otro sentido, le viene de la mentalidad que se ha formado, fruto de su concepción ideológica.

 5.- Los dominicanos y dominicanas que nacieron, formaron y se desarrollaron en el curso de la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo Molina, se comportan en forma diferente a las generaciones posteriores a ese régimen. No es que la forma de obrar de una u otra sea buena o mala, sino que se manejan en forma distinta; el desenvolvimiento de un joven en el curso de la Era de Trujillo, no se observa en la juventud dominicana de ahora.

 II.- HABITANTES DE SANTIAGO DIFERENTES.

 6.- He hecho las puntuaciones anteriores para referirme específicamente a las santiagueras y santiagueros, y a las posturas que han asumido en diferentes coyunturas de la vida social, política y municipal de la ciudad de Santiago de los Caballeros.

 7.- Las personas que antes residían en Santiago, fueron distinguidas, por los habitantes de otras ciudades y regiones del país, como munícipes preocupados para que su medio social se conservara higienizado, organizado, como un medio ambiente digno de ser habitable.

8.- Todo aquel que visitaba a Santiago de los Caballeros, al retirarse quedaba con la real impresión de que había estado en una ciudad bella, con el trato exquisito de sus habitantes, y de que las autoridades municipales ponían empeño para que todo el que pisara el territorio de Santiago se diera cuenta que había estado en un municipio manejado, desde el ayuntamiento, con esmero y pulcritud.

9.- El encanto por la limpieza y belleza de su ciudad, hacía calificar, por otros conciudadanos, a los santiagueras y santiagueros como “privones”, presumidos.

 10.- Pero el Santiago que habitaron los munícipes de ayer, tenía como vigilantes a sectores, clases y capas sociales que, en su conjunto, veían su ciudad como la prolongación de su propio hogar. El celo para que el hábitat grande se conservara habitable constituía inquietud colectiva, traducida en afán constante por el mantenimiento de un medio ambiente placentero.

III.- LO QUE SANTIAGO QUIERE Y LO QUE TIENE.

 11.- Pero lo anteriormente expuesto, es cosa del pasado; es parte de la historia de un Santiago vivido y ya olvidado.

12.- El Santiago de ahora es la otra cara del de ayer; de un período dejado atrás; de algo que hoy luce muy remoto, y que solamente sirve como punto de referencia. Para establecer la separación entre lo que queremos y tenemos.

13.- La ciudad de Santiago es hoy un medio social que se mueve alrededor de lo que unos quieren y otros rechazan; entre lo poco limpio y mucho sucio; lo algo soportable  y lo absolutamente insufrible; la tranquilidad querida, y la perturbación permanente; entre el aire puro que buscamos, y el contaminado que cada segundo nos envenena; entre el espacio público que nos pertenece, y el que ha sido negociado por la alcaldía; entre el tránsito vehicular organizado que queremos, y el que por negocio nos impone la alcaldía para burlarse de los munícipes decentes.

 14.- Pura y simplemente, el Santiago de hoy no es solamente diferente en lo que se refiere a lo que fue una ciudad rural antes y urbana ahora; de una población de dos o trecientos mil habitantes, a una de más de un millón. La separación es más penosa y profunda.

 15.- Las clases dominantes de ayer, difieren a las de hoy en lo que se refiere a compromiso social; el comportamiento de los que habitamos a Santiago hoy, cambió en lo absoluto de los de ayer. No hay comparación posible en ningún sentido.

16.- Para aceptar tranquilamente que Santiago llegara al estado de degradación en que se encuentra en la actualidad, necesariamente tenía que producirse una combinación de indiferencia, tolerancia, indolencia, apatía y dejadez; todo ligado a un total desinterés, absoluta despreocupación por lo que constituye el perímetro de nuestra ciudad.

 17.- Solamente una situación de inexplicable unidad explica que lo sucio, desordenado y bochornoso sea aceptado   como normal y corriente por hombres y mujeres inteligentes y brutos; buenos y malos; nobles y perversos; ricos y pobres; canallas y cobardes; sinvergüenzas y honorables.

18.- La ciudad de Santiago es hoy una pocilga de puercos de pobres; un desorden organizado por conveniencia; un medio social nauseabundo, donde por todas partes se respira un aire fétido; donde la visión y los oídos son agredidos por letreros y ruidos aceptados por paga; el tránsito vehicular es ubicado en rutas diseñadas para beneficio económicos de terceros, y en perjuicio de la comunidad; en fin, el caos, el desbarajuste, la desfachatez e insolencia demuestra que nuestra ciudad es administrada bajo una situación solamente aceptada por munícipes para los cuales da lo mismo vivir como ratas que como seres humanos civilizados.

 IV.- LA DESCONFIANZA EXISTENTE EN EL SANTIAGO DE

     HOY. UNA SITUACIÓN SIN SOLUCIÓN.

 19.- La escritora urbanista Jane Jacobs, en su obra: “La vida y la muerte de grandes ciudades americanas”, reconoce que: “La falta de confianza es claramente incompatible con el buen funcionamiento de una sociedad; lo mismo respecto a un asunto tan práctico como la vida urbana, y la limpieza y el civismo en la calle. Si no confiamos unos en otros, nuestras ciudades tendrán un aspecto horrible y serán lugares desagradables para vivir. Además, la confianza no se puede institucionalizar. Una vez que se desgasta es prácticamente imposible restablecerla. Y ha de ser alimentada por la comunidad-la colectividad-, pues ninguna persona puede imponer a los demás, ni siquiera con las mejores intenciones, una confianza recíproca”.

20.- Precisamente, en la ciudad de santiago la falta de confianza de las personas decentes hacia la alcaldía es total, aunque no tengan el valor de hacérselo saber; los munícipes santiagueros no creen en la verdad ni en la mentira expuesta por la alcaldía; la confianza hacia ésta comienza y termina en cero. Y no es para menos.

 21.- Lo peor de todo es que no se vislumbra, por ahora, una salida airosa a la debacle en nuestra ciudad; cada día, desde la alcaldía se acciona como si sus integrantes estuvieran actuando acorde con las aspiraciones del pueblo; como si todo lo que ha hecho la alcaldía actual estuviere santificado por los hombres y mujeres de Santiago, y principalmente por sus organizaciones cívicas, de profesionales, comerciantes, industriales y empresariales.

22.- Para que Santiago de los Caballeros se convierta en un medio social habitable, organizado, higiénico, y con el respeto y la consideración de las autoridades edilicias, lo primero es que ha de surgir un movimiento de contenido cívico, teniendo al frente a hombres y mujeres de vergüenza, que quieran a Santiago, dispuestos a obligar a las autoridades de la alcaldía a cumplir con la ley, la decencia, la transparencia y la honradez.

23.- De lo contrario, Santiago seguirá siendo, como hasta ahora, una ciudad con mujeres y hombres decentes, pero que viven en el pasado, añorando el Santiago de ayer; mientras otros viven el Santiago de hoy, aceptándolo como está, inviable, sucio y desorganizado.

V.- SANTIAGO DE LOS CABALLEROS: UNA POCILGA

    ACEPTADA.

 24.- Al parecer, los sectores con poder económico y social en Santiago; los de fina inteligencia y alta destreza y capacidad; sin importar que residan en las urbanizaciones Cerros de Gurabo, La Trinitaria, Reparto Tavares o La Zurza, consideran que como nuestra ciudad está dominada por los  juegos de azar, la prostitución, el alcohol y la música vulgar; el tráfico, microtráfico y consumo de estupefacientes; el lavado de dinero sucio, el tráfico de personas, y todo lo que constituye el subproducto de un sistema en decadencia; carece de relevancia  luchar para resolver el problema de la basura, la humareda contaminante, los ruidos innecesarios, el desorden en el tránsito vehicular y la venta de los espacios públicos.

 25.- En la llamada Ciudad Corazón la situación está, en la mente de muchos de sus habitantes, como que en la actualidad no hay alternativa; que debemos continuar conviviendo con la basura, la humareda de Rafey, los ruidos, y todo lo que Santiago exhibe como ciudad propia de cochinos; de hombres y mujeres que en su generalidad han perdido el sentido cívico, el orgullo y autoestima de munícipes distinguidos.

26.- Una vez que una realidad social negativa es tolerada sin regateo por la gran mayoría de la comunidad, todo se ve como formando parte de su cultura, de la vida cotidiana. Para aquellos que hoy habitan en Santiago, sin distinguir entre una urbanización de la elite social, o un barrio de marginados, el hecho de que la ciudad se mantenga sucia y caótica no representa un dilema, sino una solución aceptada, para no tener conflictos con la alcaldía.

27.- Una vez que el ser humano llega anidar la creencia de que reclamar limpieza y orden puede generarle problemas a su tranquilidad, y lesionar su patrimonio económico, hay que olvidarlo como aliado para vencer la resistencia de los que burlan los derechos de los integrantes de la comunidad. No olvidemos lo escrito por Lev Tolstoi, en su libro Anna Karenina, en el sentido de que: “No hay condiciones de vida a las que un hombre no pueda acostumbrarse, especialmente si ve que a su alrededor todos las aceptan”.

 VI.- CONCLUSIONES.

28.- Caemos en una posición subjetiva y simplista si al enfocar el desastre en el funcionamiento y administración de la alcaldía de Santiago, nos formamos la idea de que lo que ocurre en ese organismo municipal es fruto de las personas que lo dirigen.  El asunto hay que verlo en toda su extensión, como formando parte de un ordenamiento social en decadencia, que ya no da para más; que destila, desde arriba hasta abajo, pus, porquería, desorden, tigueraje de cuello blanco y cuello sucio, corrupción, vicios sociales y degeneración    de todos los calibres.

29.- Si el comportamiento de los habitantes de Santiago no fuera de tolerancia hacia las ejecutorias de la alcaldía, no es verdad que Santiago fuera la afrenta que es hoy, como ciudad supuestamente civilizada.

30.- Los hechos son los hechos y no se derriten. Creemos en un “yo lo vi”, y no en un millón de “me dijeron”.

31.- Aquel que quiera comprobar lo que es el cuadro feo que pinta ahora la ciudad de Santiago de los Caballeros, está invitado, cámara de filmación y fotografía en manos, a un recorrido por Santiago.

32.- Las personas decentes y con sano juicio, del país, interesadas en obtener mayores informaciones con relación al infierno ambiental de Santiago, que soliciten información a la Sociedad Ecológica del Cibao (SOECI).

 33.- En lo adelante debemos identificar a Santiago de los Caballeros, como La Ciudad Corazón Partido.  









 
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