Fidel Castro trató de disuadir a Caamaño de expedición
EN SANTO DOMINGO: Los cubanos trataron de convencer a Francis Caamaño que desistiera de su intento de establecer un foco guerrillero en el país, porque no existían condiciones para lograrlo, según revelaciones de su primo y compañero de la expedición de Caracoles, Claudio Caamaño Grullón.
En dos entrevistas para un libro realizadas en mi oficina, una de las cuales tuvo lugar el lunes 15 de marzo del 2010, Caamaño Grullón me dijo que el gobierno cubano entendía que una expedición que inicialmente se haría con 32 personas, de las cuales sólo quedaron nueve combatientes, no llegaría muy lejos.
En dos entrevistas para un libro realizadas en mi oficina, una de las cuales tuvo lugar el lunes 15 de marzo del 2010, Caamaño Grullón me dijo que el gobierno cubano entendía que una expedición que inicialmente se haría con 32 personas, de las cuales sólo quedaron nueve combatientes, no llegaría muy lejos.
Con ese aparente propósito un día, aseguró, Francis Caamaño fue visitado por el comandante Piñeiro produciéndose entre ambos una agria discusión, llegándole a decirle el primero al segundo “charlatán”. Piñeiro fue a informarle a Fidel Castro de la reunión y ese mismo día le informaron a Caamaño que el oficial cubano había sufrido un percance cardíaco. Piñeiro y Caamaño no volvieron a reunirse, dijo.
Años después, Fidel Castro recibió a Claudio Caamaño en La Habana. Era la primera vez que el dominicano se veía con el líder de la revolución. La reunión duró cuatro horas, en la que Castro le aseguró que habían tratado por varios medios de convencer indirectamente a Caamaño de la inutilidad de la gesta.
“No podía decirle directamente a Caamaño que no tenía posibilidades si yo, con menos gente había hecho una revolución”, le habría dicho Fidel Castro a Claudio Caamaño.
“Los cubanos estaban convencidos de que las posibilidades de éxito de Francis eran prácticamente nulas”, dijo.
Caamaño Grullón asegura que estando en Puerto Rico en 1969 fue a verle su primo Luis Caamaño, enviado por Fausto, el padre de Francis. El propósito era convencerle de que viajara a Santo Domingo lo cual hizo, con la idea que luego se trasladara a Cuba para convencer a su hijo que retornara al país y desistiera de su propósito de entregarse a la actividad guerrillera. Fausto, general retirado, le arregló a Claudio una entrevista con el secretario general del PRD, José Francisco Peña Gómez, la cual tuvo lugar en un apartamento de la calle 19 de Marzo con Salomé Ureña, en la Zona Colonial, lugar donde operaron en 1965 las fuerzas constitucionalistas.
En la reunión, Peña Gómez le pidió que propusiera a Caamaño a nombre del PRD la candidatura presidencial, porque para entonces se sabía ya que Bosch abandonaría en algún momento el partido. Para esa época se había descartado, según Caamaño Grullón, la fórmula Bosch-Caamaño, pactada en una reunión en Bernidorn, España, donde el presidente del PRD y ex presidente de la República vivía exiliado.
Caamaño Grullón me dijo que viajó a Cuba con 5,000 pesos y un itinerario que lo llevó a través de diferentes rutas a Moscú desde donde viajó a La Habana. En sus muchas reuniones con Francis tampoco logró convencerlo de sus intenciones, porque el líder de la revolución entendía que aceptar la candidatura presidencial equivaldría a una traición al pueblo “porque a la postre no podría hacer un gobierno como el país necesitaba”.
Alrededor de un mes y medio después, fue Francis quien le convenciera de quedarse en Cuba para unirse al movimiento, apelando a sus fuertes vínculos y afectos.
-“Primito”, le dijo, “usted que ha estado conmigo en momentos críticos no me puede abandonar ahora que más lo necesito”, a lo cual le respondió: “Está bien, me quedo”.
Francis lanzó un grito de alegría y abrazándolo caminaron por el patio. “Parecía un muchacho”, recordó.
Caamaño Grullón desmintió que Francis reaccionara de la manera en que Hamlet Hermann lo describe en su libro Caracoles al enterarse de que su padre, el ex general Fausto Caamaño, le pedía entregarse, señalando que se había limitado a decir medio en broma: “¡Ahora es que papá va a tener problemas con mamá!”.
Según Claudio, “las disquisiciones ideológicas que Hermann hace en su libro no eran propias de Caamaño. No eran del tipo de motivación que guiaban sus decisiones”. Y asegura que Caamaño no escuchó el pedido de su padre por la radio, sino que le informaron sobre la emisión radial.