LA ARROGANCIA‏


Por: Luis Terrero Melo
 
"El niño tendrá larga vida si nunca se observa a sí mismo". Esa frase está contenida en la obra de Oviedo titulada “Narciso”, quien fue y sigue siendo el arquetipo de la arrogancia.

La arrogancia es una connotación negativa, una forma patológica de personalidad, por lo tanto es una enfermedad psicológica, un problema social y epidémico a la vez, el cual a veces se convierte en cultural, por lo tanto no es sorprendente ver personas y civilizaciones creerse mejores que otras. Las personas arrogantes presentan una imagen distanciada y distorsionada de la realidad o sea son atributos excesivamente desproporcionados de quienes perciben ser más importantes de lo que en realidad son.

Los arrogantes creen tener una autoestima alta o de superioridad, lo cual es contrario a lo real, que es utilizada como un sistema de autodefensa para contrarrestar la inseguridad que sienten, esto así para compensar atributivamente su deficiencia de superioridad, la cual solo existe imaginariamente.


En la mayoría de los casos es una percepción, o sea, quienes se creen más importantes de lo que en realidad son, por lo general sufren de otro defecto psicológico de personalidad llamado autoestima baja, que va acompañada de una exagerada desvaluación de la importancia propia, la cual es otro problema psicológico y social, que también puede convertirse en cultural.

Las personas con este defecto psicológico son altaneras o soberbias, prepotentes, rencorosas, egoístas, envidiosas y poseen un orgullo excesivo; contrario a lo que piensan otros. Es importante manifestar que dichos rasgos comprometen la habilidad de las personas para vivir una vida feliz, porque la preocupación y desconsideración hacia las necesidades y sentimientos ajenos los martiriza.

Los políticos son muestra palpable de este efecto, muestran una cara humilde durante la campaña electoral y luego se transforman en seres arrogantes y detestables; déspotas de sí mismo y del pueblo; solamente deben observar las disputas internas y externas de los tres partidos mayoritarios de la nación.

En un pequeño preámbulo, de acuerdo a varios estudios sociológicos y psicológicos, cualquier persona o sociedad que presente cinco o más de las siguientes características puede ser considerada arrogante:

1. Tiene un sentido grandioso de su propia importancia.

2. Le absorben fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza, o amor ideal.

3. Se considera especial y único, y sólo puede ser comprendido, y sólo debería asociarse con otras personas especiales o de alto estatus personal o institucional.

4. Requiere admiración excesiva (Es un síntoma que denota una baja autoestima y una gran preocupación por cómo son vistos por los demás).

5. Piensa que se le debe todo. Tiene un sentido de "categoría" con irrazonables expectativas de un trato especialmente favorable o de una aceptación automática de sus deseos.

6. En las relaciones interpersonales es explotador. Se aprovecha de los demás para conseguir su propósito (espera que se le dé todo lo que desea, sin importar lo que eso afecte a otros porque solo se interesa en su bienestar).

7. Carece de empatía y es reaccionario a reconocer o identificar las necesidades y sentimientos de sus semejantes.

8. Es frecuentemente envidioso de los demás o cree que los demás le tienen envidia (pueden llegar a devaluar a personas que hayan recibido una felicitación al pensar que ellos son más merecedores de la misma).

9. Muestra actitudes y comportamientos arrogantes y altivos o prepotentes.

10. Está a un paso de convertirse en narcisista.

La arrogancia no es la mejor manera de actuar porque conlleva a convertirnos en seres egoístas. Recordemos siempre que debemos abrir las puertas al respeto y aceptar lo que nos enriquece como seres humanos, sin herir a los demás con nuestra arrogancia, ni a nosotros mismos porque la arrogancia también es un arma de doble filo y nos gana el desprecio de nuestros semejantes.

Los barahoneros no podemos permitir que la arrogancia usurpe nuestro destino como gente, ni como pueblo digno de mejor suerte. Podríamos tener diferencias ideológicas, respecto a cualquier aspecto cotidiano, pero no podemos dividirnos, porque eso restaría a los intereses de la comunidad. Debemos multiplicar y sumar esfuerzos, pero nunca restarle, porque eso iría en detrimento de una sociedad que necesita la unión de sus hijos para que la saquemos hacia adelante; pero si en dado caso decidimos dividir, hagámoslo equitativamente y proporcionalmente, buscando un denominador común, siempre teniendo presente que la división a menos que sea equitativa le resta a los intereses sociales.

Tomemos como ejemplo la caída del gran imperio romano que al dividirse se debilitó y cayó en las garras del enemigo, en otras palabras  “unamos esfuerzos en la búsqueda de un denominador común y de seguro que en esa búsqueda encontraremos la unión que necesitamos y a partir de ahí comencemos a sumar o a multiplicar esfuerzos; así seremos más fuertes individual y colectivamente; nuestro amado pueblo “La Perla del Sur” necesita la unidad de sus hijos.

Aunque en todas las sociedades han existido personas arrogantes, y en ocasiones hasta nosotros mismos hemos mostrado signos de arrogancia, es aconsejable no serlo, porque más que un sistema de autoestima o de auto defensa, es un sistema autodestructivo. Así que cuando pienses en tu arrogancia recuerda la obra de Oviedo sobre el niño Narciso: "El niño tendrá larga vida si nunca se observa a sí mismo". Dejemos la arrogancia y la altanería a un lado y unámonos  por el bienestar de Barahona.

Para concluir les exhorto a la refección con esta frase: “Dios se deja conquistar por el humilde y rechaza la arrogancia del soberbio” (Juan Pablo II).

(Artículo publicado íntegro como lo envió  desde Estados Unidos su autor, el gran amigo y hermano Luis Terrero Melo)
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