El Gobierno ético, con más soga que un andullo
Juan Tomás Olivero / Filósofo-Jurista
Sobre mí
Filósofo egresado de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra –PUCMM-/Javeriana-SEPAVI, Colombia.
Profesor adjunto Universidad Autónoma de Santo Domingo. Maestría en Enseñanza Superior (UASD 1987-90). Certificado de Estudios
Avanzados en: Sociedad Democrática Estado y Derecho-DEA- (Universidad del País Vasco-UASD 2009). Tesis (pendiente) para optar como doctor en derecho en la Universidad del País Vasco (España) con el título, Juan Bosch: Dimensión Política, Filosófica y Jurídica/ "como razón sistémica". Ex presidente Asociación de Periodistas Profesionales (APP). Nací Jueves 20 enero a las 12: 00 A.M, calle las
Delicias # 6 (Parque los Sueros), Barahona, Rep. Dominicana.
Desliar el trompo de las pensiones, las jubilaciones, las compensaciones, viáticos, carros de lujos, tarjetas de créditos y privilegios, ha resultado más embarazoso que el tormentoso y fatídico embrollo de la reforma fiscal.
La moralización de la función pública que ha iniciado el presidente Danilo Medina, ha puesto en evidencia una vieja práctica con la que los funcionarios públicos han saqueado las arcas del Estado dominicano.
Ante esto, no falta un ciudadano que pegue el grito al cielo al enterarse que el compañerito, el amigo que te tenía al salto de la pulga, cogiéndote prestado hasta los zapatos, hoy es un portentoso empresario dueño de plazas y cadenas de supermercados; que el tipo que vino a la capital en un camión de habichuela y, se arrimó en tu casa con una camita sándwich, hoy es un inversionista de las más lujosas torres y gestor de grandes proyectos residenciales.
El gobierno ético a puesto en pelota, seres especiales y gurúes del mundo morado, que han peregrinado por dos y tres instituciones públicas, en las que, además de granjearse hasta tres jubilaciones han dejado establecido a su partida en una que otra institución, un reino de nepotismo y corrupción.
La pregunta del siglo es ¿qué hará el presidente Medina con los que no pasaron La prueba moral de los cien días?Como es posible entender la fortuna de gente que en chancleta viajó al interior a impartir un monográfico en insignificantes universidades privadas para ganarse unos pesos. Como entender la bonanza de aquellos a quienes les serviste de garante en préstamos de menor cuantía y, hoy son accionistas y exitosos banqueros.
Como hacer juicios reflexionantes de aquellos que se vieron expuestos por comerse los cuartos de vanguardia del pueblo y no entregaban en sus fechas el dinero de sus cotizantes, exponiéndose con ello en más de una ocasión a la expulsión partidaria, o a aquellos que desaparecieron una máquina de escribir del local, traficaron con gusanos orgánicos o trataron de aliarse con dealer para aprovecharse de ventajas gremiales y, hoy son figuras honorables y destacados importadores.
Todo parece indicar que si el presidente, hoy, fuera el Gran maestro de soberanía, dignidad y honestidad, Juan Bosch, tuviésemos un gobierno de discapacitados, muchos, recordando a don Juan, hubiesen perdido; no una, sino las dos manos como él lo advirtió, “el que mete la mano se la corto”. Ya no sería el gobierno del nuevo camino o el del pa´lante e´ que vamos; sino, el gobierno de los mochos.
La pregunta del siglo es ¿qué hará el presidente Medina con los que no pasaron La prueba moral de los cien días? Más aún, ¿descubierto el fango, permitirá el presidente que el lodo puesto en evidencia, salpique su compromiso con la memoria de don Juan, de hacer un gobierno ético? ¿qué hará con los que no pasaron el examencito de admisión al gobierno ético?
Como buen sanjuanero, el presidente Medina sabe como desliar la soga del andullo, sin que el tabaco se deshoje. Sabrá detectar los nudos y torniquetes puestos de mala fe en ministerios e instituciones públicas, para hacerlo negociar con deshonestos. Las ideas de gobierno del presidente Medina, son claras y distintas con relación al pasado, de forma categórica ha hecho saber a la nación, “que no negocia con deshonesto”. El pueblo dominicano, presidente Medina, abriga en usted la esperanza de que así sea.