La miseria y la desesperanza acompañan a las familias de la zona cañera

ZONA CAÑERA.- Al término de cada zafra los nuevos dueños del Ingenio Barahona convocan a los medios para dar a conocer su reporte de cómo les fue la temporada. Su satisfacción no tienen que decirla, es evidente. Los reportes de los beneficios que obtienen no deja la menor duda, debido a la producción del dulce que amargamente producen los obreros.

Sin embargo, los márgenes de beneficios que el Consorcio Azucarero Central (CAC), obtiene cada temporada no se corresponden con el estado de miseria y de abandono en que se encuentran hombres y mujeres que viven en comunidades de la zona cañera que, a decir de ellos, la desesperanza, es su única compañera, sin ver una solución al final del túnel a la difícil situación por la que atraviesan.

Pero, como explican ellos mismos, es importante que las vías de acceso estén en condiciones porque ayuda a una mejor calidad de vida y de salud, empero, creen que, actualmente son secundarias, porque entienden, primero es asegurar la seguridad de los ciudadanos, sobre todo, lo que tiene que ver con la alimentación, la inversión en obras y estructura físicas que ayude al desarrollo de estas comunidades.

Principal pulmón económico

Después de 80 años de operación, el Ingenio Barahona, el segundo más importante del Consejo Estatal del Azúcar (CEA), al momento de su traspaso al sector privado, presentaba un gran deterioro en su infraestructura física, lo que se reflejaba año tras año en la disminución de su capacidad operativa y en una elevación de sus costos de producción.

En esas condiciones era imposible para el Estado seguir operándolo pues el central azucarero local era, más bien, una fuente para sostener el parasitismo partidario en todos los gobiernos.

La mayor expresión de esta crisis se puso de manifiesto con la paralización de sus maquinarias durante la zafra 1997-98, en el primero gobierno encabezado por el actual Presidente de la República, doctor Leonel Fernández Reyna.

Considerado como el que mayor facilidad tenía para el transporte de la caña de azúcar hasta la matriz, ubicado en el distrito municipal de Villa Central, del municipio Santa Cruz de Barahona, cuenta con un sistema ferroviario con una extensión de 108 kilómetros.

En 1980 el ingenio contaba con 9 locomotoras para el transporte la caña desde los campos o colonias agrícolas a Villa Central, con 401 vagones, pero en Febrero de 1988, apenas 8 años más tarde, se redujo a 6, reflejando el camino por el que era conducido el central azucarero local, que en manos privadas, con menos personal y con nuevas políticas para su contratación es mucho más rentable.

Empleaba a 2 mil 800 personas fijas y nominales, convirtiéndose en la principal fuente de trabajo de la región, pero que durante el proceso de molienda esa cantidad casi se duplicaba, ya que adicionalmente usaba a 2 mil 500 obreros.

Dulce amargo

La ley 141-97, fue la que creó las condiciones para que las empresas del Estado puedan ser traspasada al sector privado, una decisión que para muchos resultó dulce, pero que se convirtió en amarga para miles de familias que de forma directa y otras tantas que de manera indirecta se ganaban el sustento diario de los suyos en el ingenio Barahona, considerado el principal pulmón y sostén económico de la Región Enriquillo.

Es esta pieza la que permite que el central azucarero local pase a manos privadas, primero a un consorcio dominico – francés – norteamericano y finalmente a la participación dominicana con el grupo guatemalteco Campollo, con experiencia en su país en la producción de azúcar y de malos tratos a sus obreros.

El Consorcio Azucarero Central (CAC), nombre al que no se acostumbran los habitantes de la región y del país, ya que continúan llamándolo “ingenio Barahona”, sus nuevos administradores han logrado pingues beneficios, sobre todo, con la inclusión de nuevas tecnologías en el regadío, corte y transporte final de la caña de azúcar, así como la introducción de nuevas variedades de plantas que ofrecen un mayor rendimiento.

Sin embargo, la queja de los ciudadanos que viven y trabajan en las distintas comunidades cañeras del central azucarero local es que, quienes lo operan solo obtienen beneficios, pero invierten muy poco en la zona.

Escasas obras

“Pueden contarse con los dedos de la mano la obras y estructuras físicas que ayuden al desarrollo de las comunidades de la zona cañera del ingenio Barahona, realizadas por el Consorcio Azucarero Central, pues, “sólo es ganar riquezas”, razonó Antonio Pie, un nacional haitiano, residente en Isabela, pero que lleva más de 30 años viviendo en el país.

Creen que el CAC que administra al ingenio Barahona, debe tener una mayor responsabilidad social con las comunidades y con quienes habitan en ella, aunque para otros, la tabla de salvación de toda esta zona ha sido su llegada, pero que para una franja importante “está por verse”.

Además, que la única manera de que la zona cañera pueda desarrollare, anteriormente, afirman, existía un mayor dinamismo, es si desde el Estado, el Fonper, organismo que administra los recursos de las empresas reformadas y el propio Consorcio Azucarero Central, invierten en la construcción de obras prioritarias que eleven su desarrollo y calidad de vida de quienes habitan en la zona.

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