Los indios de Quisqueya
Autor: Luis Hernán Matos Mejía,
En sus bateyes, enclavados cerca de ríos, rodeados de árboles frondosos y palmeras, musicalizados por el canto de los pajarillos, cotorras y otras aves canoras; vivían nuestros aborígenes en Quisqueya tranquilos, en bohíos y caneyes, ambos hechos de cañas muy unidas y amarrados con bejucos, vestidos con naguas, una especie de taparrabo o pequeños delantales amarrados a la cintura, acostados en sus hamacas algunos, otros jugando el batú, otros pescando, otros elaborando el casabe de la yuca y adornados con collares de piedras y de dientes de animales. Así vivían tranquilos, pacíficos y alegres nuestros ancestros.
Nuestros taínos eran polígamos, o sea tenían más de una esposa. Los jefes tenían de 25 a 30 mujeres viviendo bajo el mismo techo. La sociedad taína se dividía en tres clases:
Los nitaínos = eran nobles. De esta clase procedían los jefes o Caciques
Los bohíques = eran los sacerdotes y sabios. También hacían funciones de Médicos.
Los naborias = eran los trabajadores y formaban la clase popular.
Los indios de Quisqueya, tenían su música y también sus instrumentos musicales, los cuales utilizaban en ocasiones especiales como: sus Juegos alegres, sus bailes, sus bodas, sus ritos y otros.
Los aborígenes indígenas, usaban el Fututo o Jututo, que no es más que un caracol grande con un agujero en la parte superior, el cual soplaban fuertemente como a una corneta para avisar a la tribu si llegaba alguien a visitar su territorio o si había algún problema o peligro cerca de la tribu, y también lo usaban en sus juegos alegres. Hoy, esta herencia cultural es muy útil e importante para los/as dominicanos y dominicanas.
La importancia que tiene el Fututo o Jututo, es que los carniceros que habitan en el interior del país, lo utilizan para avisar a sus clientes que hay carne de cerdo, res o de chivo y así los vecinos que se encuentran distantes del lugar, se percatan de que en la carnicería del barrio hay carne disponible. En la actualidad esta herencia cultural es utilizada en Azua de Compostela, de manera común por los carniceros.
Según .Nyna Castellanos y Ortega, en su libro “Música Para la Enseñanza Secundaria 1973”. Dice: “Los indios de Quisqueya fabricaban la flauta con varas flexible de bambú, las maracas las fabricaban con el higüero, al cual echaban semillas secas y luego le colocaban un palito en el centro. Las panderetas, los tambores o atabales los cubrían con cuero de caimán, a los fines de utilizarlos en los momentos más importantes de su vida social, tales como: sus bodas, sus juegos alegres, sus ritos y otros”. Cuando Los indios tocaban esos instrumentos musicales, bailaban una danza la cual pasó a la historia con el nombre de Areito.
En la famosa matanza de Jaragua, la Reyna Anacaona, en honor al carnicero Frey Nicolás de Ovando, preparó un areito de recibimiento en el cual bailaron trescientas doncellas que no habían conocido varón, con el fin de alegrar a los Españoles. Esa noche los Españoles se aprovecharon de las doncellas, dándoles brebajes y bebidas, usándolas sexualmente durante toda la noche y luego al amanecer desataron una matanza inclemente contra las doncellas y contra la Reyna Anacaona, la cual fue ahorcada, a los fines de que su progenie no se ligara con la de los indígenas, y burlar así, el tratado de paz realizado entre los españoles e indios de Quisqueya, matando de manera descarada, brutal y atroz a los nitaínos, hijos e hijas de nobles Caciques.
Pero desde el más allá, se oye la voz y el llanto de Anacaona y las trescientas doncellas, diciéndole a todos los exterminadores de la paz del mundo y a los malos políticos de la actualidad, que ¡basta ya!, ¡basta ya!, ¡basta ya!.
En sus bateyes, enclavados cerca de ríos, rodeados de árboles frondosos y palmeras, musicalizados por el canto de los pajarillos, cotorras y otras aves canoras; vivían nuestros aborígenes en Quisqueya tranquilos, en bohíos y caneyes, ambos hechos de cañas muy unidas y amarrados con bejucos, vestidos con naguas, una especie de taparrabo o pequeños delantales amarrados a la cintura, acostados en sus hamacas algunos, otros jugando el batú, otros pescando, otros elaborando el casabe de la yuca y adornados con collares de piedras y de dientes de animales. Así vivían tranquilos, pacíficos y alegres nuestros ancestros.
Nuestros taínos eran polígamos, o sea tenían más de una esposa. Los jefes tenían de 25 a 30 mujeres viviendo bajo el mismo techo. La sociedad taína se dividía en tres clases:
Los nitaínos = eran nobles. De esta clase procedían los jefes o Caciques
Los bohíques = eran los sacerdotes y sabios. También hacían funciones de Médicos.
Los naborias = eran los trabajadores y formaban la clase popular.
Los indios de Quisqueya, tenían su música y también sus instrumentos musicales, los cuales utilizaban en ocasiones especiales como: sus Juegos alegres, sus bailes, sus bodas, sus ritos y otros.
Los aborígenes indígenas, usaban el Fututo o Jututo, que no es más que un caracol grande con un agujero en la parte superior, el cual soplaban fuertemente como a una corneta para avisar a la tribu si llegaba alguien a visitar su territorio o si había algún problema o peligro cerca de la tribu, y también lo usaban en sus juegos alegres. Hoy, esta herencia cultural es muy útil e importante para los/as dominicanos y dominicanas.
La importancia que tiene el Fututo o Jututo, es que los carniceros que habitan en el interior del país, lo utilizan para avisar a sus clientes que hay carne de cerdo, res o de chivo y así los vecinos que se encuentran distantes del lugar, se percatan de que en la carnicería del barrio hay carne disponible. En la actualidad esta herencia cultural es utilizada en Azua de Compostela, de manera común por los carniceros.
Según .Nyna Castellanos y Ortega, en su libro “Música Para la Enseñanza Secundaria 1973”. Dice: “Los indios de Quisqueya fabricaban la flauta con varas flexible de bambú, las maracas las fabricaban con el higüero, al cual echaban semillas secas y luego le colocaban un palito en el centro. Las panderetas, los tambores o atabales los cubrían con cuero de caimán, a los fines de utilizarlos en los momentos más importantes de su vida social, tales como: sus bodas, sus juegos alegres, sus ritos y otros”. Cuando Los indios tocaban esos instrumentos musicales, bailaban una danza la cual pasó a la historia con el nombre de Areito.
En la famosa matanza de Jaragua, la Reyna Anacaona, en honor al carnicero Frey Nicolás de Ovando, preparó un areito de recibimiento en el cual bailaron trescientas doncellas que no habían conocido varón, con el fin de alegrar a los Españoles. Esa noche los Españoles se aprovecharon de las doncellas, dándoles brebajes y bebidas, usándolas sexualmente durante toda la noche y luego al amanecer desataron una matanza inclemente contra las doncellas y contra la Reyna Anacaona, la cual fue ahorcada, a los fines de que su progenie no se ligara con la de los indígenas, y burlar así, el tratado de paz realizado entre los españoles e indios de Quisqueya, matando de manera descarada, brutal y atroz a los nitaínos, hijos e hijas de nobles Caciques.
Pero desde el más allá, se oye la voz y el llanto de Anacaona y las trescientas doncellas, diciéndole a todos los exterminadores de la paz del mundo y a los malos políticos de la actualidad, que ¡basta ya!, ¡basta ya!, ¡basta ya!.