NUEVA ERA DE LA FISICA CON LA PARTÍCULA DE DIOS‏

Nueva era de la física con "la partícula de Dios"

Reportajes

EL Centro Europeo de Física de Partículas (CERN) inauguró ayer una nueva era
para la exploración científica al anunciar el descubrimiento de una partícula, que
de no ser el buscado “bosón de Higgs”, sería otra que abre desafíos aún más
importantes para la física.

Tras la presentación pública de los resultados de los dos experimentos
concebidos para buscar el bosón de Higgs, el director general del CERN, Rolf
Heuer, confirmó que “lo más probable” es que la partícula encontrada sea la
postulada por el físico Peter Higgs, clave para explicar la formación del Universo.

El “bosón de Higgs” es el que daría masa al resto de las partículas y el que, en
esta lógica, habría permitido la formación del Universo y de todo lo que existe.
Sin embargo, Heuer y los portavoces de los dos experimentos en cuestión -CMS
y ATLAS- optaron por la prudencia.

Incertidumbre

Ello en vista de que, aunque sea un hecho de que se trata de una partícula
nunca antes vista y en el espectro de masa que teóricamente se ha atribuido al
“bosón de Higgs”, podría ser un tipo diferente de “partícula de Higgs” y no
exactamente la buscada.

“Si no fuera científico diría que lo hemos encontrado (el bosón de Higgs)”, admitió
Heuer, para enseguida destacar que este descubrimiento -corresponda o no al
de la teoría de Higgs- supone un avance fenomenal.

“Si estamos ante la partícula descrita por Higgs es como si aquí se acabara todo,
pero si es otro tipo de ‘bosón de Higgs’ abriría posibilidades para desarrollar una
nueva física”, comentó a Efe el investigador del CERN Juan Alcaraz.

Esto explica que los físicos presentes en la conferencia en la que se presentaron
los resultados se mostraran tan entusiasmados por una u otra posibilidad. Con el
nivel de certidumbre alcanzado, la posibilidad de que la nueva partícula no sea el
“bosón de Higgs” es de una entre tres millones.

LOS PRÓXIMOS PASOS DEL CERN

Los físicos del CERN dedicarán los próximos meses a investigar las propiedades
de la nueva partícula “y entender bien lo que estamos viendo”, explicó Fabiola
Gianotti, del experimento ATLAS. Sin embargo, escudriñar hasta lo más profundo
de esta partícula podría tomar años porque, en este proceso, “podría descubrirse
algo totalmente diferente” y poner en cuestión lo que hoy se considera una
evidencia.

Para intentar llegar más lejos y lo más pronto posible, la dirección del CERN
decidió en las últimas horas prolongar por tres meses el funcionamiento del LHC,
que debía ser apagado el próximo otoño.

El bosón de Higgs no solo era la pieza final que faltaba para rematar el Modelo
Estándar de la física de partículas —la tabla periódica del mundo subatómico—,
sino que también ha sido el centro neurálgico de casi todas las especulaciones
sobre el Big Bang desarrolladas en las últimas décadas. El mote de “partícula de
Dios” que le endosó el premio Nobel Leon Lederman se debe a este papel
central en el origen de todas las cosas, o en el bang del Big Bang, en palabras
del físico teórico Brian Greene.

Como cualquier otra cosa en la mecánica cuántica —la física de lo muy
pequeño—, el bosón de Higgs tiene una naturaleza dual: es a la vez una
partícula y un campo ondulatorio que permea todo el espacio. El lector no debe
preocuparse si esto le resulta difícil de entender: también le pasó a Einstein en
1905, cuando propuso que la luz —hasta entonces un campo por el que se
propagaban las ondas electromagnéticas— debía consistir también, de algún
modo, en un chorro de partículas, los ahora familiares fotones.

El bosón de Higgs
es también un campo de Higgs que permea todo el espacio

Y la generalización de esta esquizofrenia cuántica a todas las partículas
elementales, la teoría de la dualidad onda-corpúsculo, estuvo a punto de arruinar
la tesis doctoral y hasta la carrera entera de su formulador, el príncipe Louis-
Victor Pierre Raymond de Broglie, séptimo duque de Broglie y par de Francia,
que pese a ello, y al igual que Einstein, acabó recibiendo el premio Nobel por su
idea descabellada. Cuando una teoría contraria a la intuición humana explica
todos los datos conocidos y predice los que aún no se conocen, la equivocada
no suele ser la teoría, sino la intuición humana.

Así que el bosón de Higgs, la partícula que acaban de detectar en el CERN, es
también un campo de Higgs que permea todo el espacio. Según la cosmología
moderna, ese campo es un residuo directo del Big Bang. El campo de Higgs fue
la primera cosa que existió una fracción de segundo después del origen de
nuestro universo, y la que explica no solo las propiedades de este mundo —
como la masa exacta de todas las demás partículas elementales—, sino también
su mera existencia.

El campo de Higgs fue el hacedor del bang, o de la inflación formidable que
convirtió un microcosmos primigenio de fluctuaciones cuánticas en el majestuoso
cielo nocturno que vemos hoy. Cada galaxia, y cada supercúmulo de galaxias,
nació como un grumo microscópico en la jungla cuántica que ocupó el lugar de la
nada en el primer instante de la existencia, como una ínfima fluctuación en la
Bolsa de valores del vacío, amplificada hasta el tamaño de Andrómeda o de la
Vía Láctea por la vertiginosa expansión —o inflación— del universo impulsada
por el campo de Higgs.

El acelerador del CERN es el último paso de un viaje hacia atrás en el tiempo
que emprendieron los físicos en la primera mitad del siglo XX

El superacelerador del CERN en Ginebra, la verdadera catedral de la ingeniería
y el conocimiento de nuestro tiempo, es el último paso de un viaje hacia atrás en
el tiempo que emprendieron los físicos en la primera mitad del siglo XX. El
universo era en su origen muy pequeño y denso en energía, y luego empezó a
expandirse, y por lo tanto a enfriarse, en un proceso que sigue en marcha hoy
mismo, y que además está acelerando. Cada nuevo acelerador, con sus
colisiones cada vez más energéticas —más calientes— emula al universo
primigenio en una fase cada vez más primitiva en su evolución inicial.

El principal objetivo de la física teórica contemporánea es unificar las cuatro
fuerzas fundamentales (nuclear fuerte, nuclear débil, electromagnética y
gravitatoria) bajo un único y profundo marco teórico, la “teoría del todo” que
Einstein persiguió sin éxito durante los últimos 30 años de su vida.

El acelerador de Ginebra nos acerca más que nunca a la época remota en que
todas las partículas y todas las fuerzas eran iguales, en que los campos de
fuerza estaban evaporados. El campo de Higgs fue el primero en condensarse, y
ello eliminó en cascada la simplicidad del universo primitivo: las partículas
elementales adquirieron distintas masas, y también los bosones (como el fotón)
que transmiten las fuerzas elementales, con lo que la única fuerza primordial se
separó como las lenguas en la Torre de Babel.

El bosón de Higgs: una casi nada que lo explica casi todo.

/Fuente: Todosantodomingo.net/
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