Jóvenes clamaban libertad a través de clubes en los 70
(Foto de archivo El Caribe: Balaguer en la inauguración de la cancha del Club Mauricio Báez en 1977).
La década de los 70 es registrada por la historia como la de mayor auge y esplendor de los clubes deportivos y culturales en el país. En esos años nacieron y proliferaron por toda la geografía nacional como expresión de una juventud en cambio frente al status quo imperante.
Era la época de los niños y los jóvenes de la postdictadura. Muchos todavía atrapados por el terror del más sangriento régimen, del que aún quedaban secuelas que se convertían en caldo de cultivo para los protagonistas históricos de los cambios sociales que anhelaban la libertad.
Los clubes culturales surgieron tras la caída del régimen de Trujillo, pero se expandieron en los 70 como estructuras en los que se canalizaban energías y se cultivaba el patriotismo por medio de las distintas disciplinas deportivas, las artes, la literatura, la música y el teatro.
Muchos encarnaron de ese modo la “Filantrópica de Duarte”, como forma de difundir las ideas que continuaban el camino hacia la libertad. Los clubes fueron espacios de creatividad de los jóvenes que además de unir esfuerzos por un ideal político-social, se cultivaba la amistad y el intelecto.
Algunos de los más populares eran, entre otros: Los Nómadas, en Los Mina; Héctor J. Díaz, en el 27 de Febrero; Salomé Ureña, de Capotillo; Mauricio Báez, de Villa Juana; San Carlos, en el barrio del mismo nombre; San Lázaro, en Jobo Bonito; Cristo Rey, y Bameso, en el Mejoramiento Social.
Testimonios
José Tejada Gómez (Cheo) fue un joven activo de los clubes de los 70 que, junto a compañeros, impulsó el desarrollo de ese movimiento, principalmente en Los Mina, hasta llegar a la presidencia de lo que es hoy la Asociación Nacional de Clubes del Distrito Nacional (Asocludisna).
Recuerda que para los años de 1974-1975 en todo el país había alrededor de 500 clubes. Dice que el nacimiento de cada uno fue espontáneo, pero reconoce que en algunos casos su origen fue motorizado por grupos de izquierda y el Partido Revolucionario Dominicano(PRD).
Afirma que muchas de las escuelas que existen hoy nacieron de los clubes porque el sentido de vocación motivaba a los jóvenes a impartir educación formal “por amor al arte”, porque no recibían ninguna paga del Estado y se conformaban con el deber cumplido.
Gilberto Marmolejos era un joven de la época de los 70, que venía de participar en la revolución de abril de 1965. En su pueblo natal fue miembro de uno de los clubes que utilizaban como espacios de reuniones lo que entonces se llamaban “Buá”, hoy bares o discotecas, “porque los dueños eran progresistas” y prestaban los locales para reuniones.
Cuenta que los muchachos de los barrios se organizaban para hacer presentaciones artísticas utilizando en algunos casos canciones de protestas como las de los “Guaraguaos”, pero además para practicar deportes. La mayoría de los jóvenes de la clase acomodada económicamente no participaba de esas actividades; eran cosas de pobres.
Un asunto muy serio
Teófilo Terrero era un joven que se iniciaba en la actuación en los años 70, fue de los que se subían en la cama de un camión, que se utilizaba como escenario para difundir las artes en los barrios. Él no se formó en los clubes porque se educó en La Salle, pero sí participó en encuentro barriales.
Aunque en ocasiones hacía humor, las denuncias eran algo muy serio, pues el régimen de Joaquín Balaguer estaba muy atento a lo que hacía la juventud.
Recuerda con nostalgia el teatro “Gayumba”, el “Teatro Estudiantil” y “Gratey”, donde se formaban los jóvenes con inquietudes por la danza folklórica.
Eran los centros donde la gente se iba a preparar para expresar lo que sentía. l
La década de los 70 es registrada por la historia como la de mayor auge y esplendor de los clubes deportivos y culturales en el país. En esos años nacieron y proliferaron por toda la geografía nacional como expresión de una juventud en cambio frente al status quo imperante.
Era la época de los niños y los jóvenes de la postdictadura. Muchos todavía atrapados por el terror del más sangriento régimen, del que aún quedaban secuelas que se convertían en caldo de cultivo para los protagonistas históricos de los cambios sociales que anhelaban la libertad.
Los clubes culturales surgieron tras la caída del régimen de Trujillo, pero se expandieron en los 70 como estructuras en los que se canalizaban energías y se cultivaba el patriotismo por medio de las distintas disciplinas deportivas, las artes, la literatura, la música y el teatro.
Muchos encarnaron de ese modo la “Filantrópica de Duarte”, como forma de difundir las ideas que continuaban el camino hacia la libertad. Los clubes fueron espacios de creatividad de los jóvenes que además de unir esfuerzos por un ideal político-social, se cultivaba la amistad y el intelecto.
Algunos de los más populares eran, entre otros: Los Nómadas, en Los Mina; Héctor J. Díaz, en el 27 de Febrero; Salomé Ureña, de Capotillo; Mauricio Báez, de Villa Juana; San Carlos, en el barrio del mismo nombre; San Lázaro, en Jobo Bonito; Cristo Rey, y Bameso, en el Mejoramiento Social.
Testimonios
José Tejada Gómez (Cheo) fue un joven activo de los clubes de los 70 que, junto a compañeros, impulsó el desarrollo de ese movimiento, principalmente en Los Mina, hasta llegar a la presidencia de lo que es hoy la Asociación Nacional de Clubes del Distrito Nacional (Asocludisna).
Recuerda que para los años de 1974-1975 en todo el país había alrededor de 500 clubes. Dice que el nacimiento de cada uno fue espontáneo, pero reconoce que en algunos casos su origen fue motorizado por grupos de izquierda y el Partido Revolucionario Dominicano(PRD).
Afirma que muchas de las escuelas que existen hoy nacieron de los clubes porque el sentido de vocación motivaba a los jóvenes a impartir educación formal “por amor al arte”, porque no recibían ninguna paga del Estado y se conformaban con el deber cumplido.
Gilberto Marmolejos era un joven de la época de los 70, que venía de participar en la revolución de abril de 1965. En su pueblo natal fue miembro de uno de los clubes que utilizaban como espacios de reuniones lo que entonces se llamaban “Buá”, hoy bares o discotecas, “porque los dueños eran progresistas” y prestaban los locales para reuniones.
Cuenta que los muchachos de los barrios se organizaban para hacer presentaciones artísticas utilizando en algunos casos canciones de protestas como las de los “Guaraguaos”, pero además para practicar deportes. La mayoría de los jóvenes de la clase acomodada económicamente no participaba de esas actividades; eran cosas de pobres.
Un asunto muy serio
Teófilo Terrero era un joven que se iniciaba en la actuación en los años 70, fue de los que se subían en la cama de un camión, que se utilizaba como escenario para difundir las artes en los barrios. Él no se formó en los clubes porque se educó en La Salle, pero sí participó en encuentro barriales.
Aunque en ocasiones hacía humor, las denuncias eran algo muy serio, pues el régimen de Joaquín Balaguer estaba muy atento a lo que hacía la juventud.
Recuerda con nostalgia el teatro “Gayumba”, el “Teatro Estudiantil” y “Gratey”, donde se formaban los jóvenes con inquietudes por la danza folklórica.
Eran los centros donde la gente se iba a preparar para expresar lo que sentía. l