Una historia de sacrificio que conmueve

Rosa Cappelletti tiene 11 años y vive en medio del campo, en 122 y 670. Cada día se levanta a las cinco y media para desandar, en bicicleta y junto a su padre y su hermano Federico (9), los 4 kilómetros del camino de tierra que separan su casa de 7 y 658. Allí se toma un micro de la línea Este que, tras una hora de viaje, la deja en la Escuela N° 23 de 7 y 601.

En su hogar no hay electricidad. Usan un farol en la cocina y velas en los dormitorios. Pero nada de esto le ha impedido a la niña ser una alumna "ejemplar, humilde y generosa como pocas", como define su maestra de 6° grado Alejandra, lo que la convirtió en abanderada de la institución con un promedio de 9,86.

"Es la novena de 10 hermanos, 7 mujeres y 3 varones", cuenta su madre y ama de casa Rosa Delgado, quien comenta, entre risas, que "no hace falta decir que no tiene computadora, y a veces ni siquiera televisión, ya que funciona a batería y cuando no sopla viento".

"Aquí no hay vecinos -agrega-, de manera que ella juega con su hermanito Federico, o se dedica a la lectura. Cada noche, a la luz de una vela, lee un libro", destaca.

Angel, su padre, trabaja duro en un tambo. Y como su mamá fue operada de un riñón y no quedó físicamente a pleno, "las chicas se van turnando; cuando unas estudian, otras me ayudan con las tareas domésticas", relata.

A la pequeña Rosa le gusta Historia y Danzas. "Siempre tenemos en cuenta eso para acompañarla en un futuro", dicen los padres.

Cuando llueve se levanta 15 minutos antes, porque el camino de tierra se torna difícil de transitar. Pero a la escuela no falta "jamás". "Tiene asistencia perfecta", resalta la maestra, quien no deja de repetir que "Rosa es, sobre todas las cosas, sencilla, tranquila y excelente compañera. Le ofrece sus cosas a los demás chicos si ve que les falta algo. Es un orgullo tenerla como alumna", subraya y añade que en el aula "es muy participativa, demuestra una entrega admirable a la hora de hacer la tarea".

La niña tiene antecedentes familiares a la hora de portar la bandera argentina. Su hermana Laura fue abanderada en el 2009, y Patricia también llevó la máxima insignia patria el año pasado, pero en la Media N° 26 de 4 y 63.

"Mi marido y yo sólo hicimos la primaria. Por eso siempre les inculcamos que deben formarse para tener un futuro, y que nada les será imposible si se lo proponen. Realmente, son hijas ejemplares", remata la mamá de la mejor alumna de la Escuela 23. Y se le entrecorta la voz.
Con tecnología de Blogger.