El riesgo de obsesionarse con el éxito

Por: Marlenys Ferreras
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El riesgo de obsesionarse con el éxito

Pensar en el mérito profesional y laboral, el nivel de vida y las posesiones materiales alcanzadas por los demás, son para muchos motivos de angustia y baja autoestima por que llegan a sentir que no han logrado lo suficiente.

La modernidad y las presiones sociales, llevan a los individuos exigirse a sí mismo y a estar en constante competencia con quienes los rodean.

Cada año miles de jóvenes ingresan a las universidades con el propósito de mejorar sus condiciones de vida a través de una carrera universitaria, con la convicción de que ella puede proporcionarles un mayor estatus tanto en lo social como en lo personal, pero chocan con otra realidad.

“Tendemos a medir el éxito por la cantidad de cosas materiales o por cobrar un buen salario, por esos es que muchos ingresan a las academias, porque piensan que eso les garantiza el triunfo, no obstante hay quienes duran años estudiando y preparándose y no han logrado sus expectativas salariales, eso que no significa que sean perdedores, sin embargo esas situaciones son las que les provocan desanimo” explica el sociólogo José Enrique Espinal.

Esos tipos de trance se dan muy a menudo en jóvenes de entre 18 y 35 años a quienes les preocupa no haber conseguido lo que la sociedad indica que a ese rango de edad se debería tener.

“Uno de los casos más comunes cuando una persona se gradúa de una carrera y no obtienen un buen sueldo que les permita ciertas comodidades como comprar un carro o viajar. Esas son cosas que la gente entiende por éxito y al hacer comparación con otros compañeros entonces se desaniman”, expresa la sicóloga Elizabeth Santana.

“A veces siento que no he hecho nada con mi vida, la mayoría mis amigos tienen buenos trabajos, se han casado, tienen hijos en cambio yo no he pasado del empleo que tengo desde hace cuatro años con un sueldo mediocre, quisiera tener mi propio apartamento, pero no veo la hora de cumplir ese sueño”, manifestó Ana María Medina, una joven de 32 años.

Una de las presiones sociales que afectan y deprimen a muchas mujeres es la de llegar a determinada edad y no haberse contraído matrimonio ni formado una familia.

“Desde tiempos antiguos la sociedad ejerce cierta presión principalmente en el sexo femenino, de que si llegan a los 30 años y sin apenas planes de matrimonio, están quedadas, como se dice popularmente”, dice Espinal.

También considera que la juventud es constantemente influenciada por sociedades de mayor desarrollo económico y a valorarse por lo que tienen.
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