Enriqueta Martí, la vampiresa de Barcelona

Por: Alfred López

BARCELONA, ESPAÑA.- El 27 de febrero de 1912 la policía entraba en un domicilio . Había sido alertadA por Claudina Elías, una vecina del piso de enfrente que dio aviso a la autoridad tras ver a una niña pequeña tras una ventana.

El triste rostro de la niña, que llevaba la cabeza rapada, le hizo sospechar de que algo no era normal en aquella situación. En los últimos meses, se había producido la desaparición de varios niños y niñas de corta edad en la Ciudad Condal y el modo de vida un tanto extraño que llevaba su vecina le inquietaba.

La inquilina del piso registrado respondía al nombre de Enriqueta Martí Ripollés y se trataba de una misteriosa mujer que había llevado una doble vida que sorprendió a todo el mundo.

Enriqueta era una vieja conocida de la policía, ya que había sido detenida años atrás por un turbio asunto en el que se vio mezclada regentando un prostíbulo en el que ofrecía a menores. Una extraña mano negra había hecho desaparecer el expediente del caso y no pudo ser juzgada por dicho delito, lo que la llevó a disfrutar de libertad.

Todo parece indicar que, por aquel entonces, entre sus clientes se encontraban varios miembros de la burguesía catalana, lo cual propició esa pérdida del expediente.

Pero el nuevo caso que llevaba a la policía a casa de Enriqueta Martí era que tuviera retenidos a los pequeños desaparecidos y más concretamente el último caso; el de la niña Teresita Guitart, desaparecida tres semanas antes y de la que se había hecho un gran despliegue periodístico.

Y efectivamente, allí estaba la pequeña junto a la supuesta hija de Enriqueta. A través del largo y oscuro pasillo había varias habitaciones, las cuales estaban decoradas suntuosamente con caros muebles, al más puro estilo de cualquier casa de citas de la época. Pero lo más escalofriante fue hallar los huesos semicalcinados de más de 10 pequeños, de los que se había extraído el tuétano.

Enriqueta Martí se disfrazaba por las mañanas de mendiga y recorría las calles y mercados de la ciudad. Cuando veía a un niño alejado de sus padres lo cogía y se lo llevaba hacia su piso. Allí los ponía al servicio de clientes de gran poder adquisitivo que abusaban de ellos, para asesinarlos a continuación y extraerles algunos órganos, la sangre, el tuétano y elaborar pócimas que después vendía a personas enfermas.

Por las noches, Enriqueta se vestía lujosamente y acudía a fiestas celebradas en las mejores casas y salas de la ciudad, codeándose con la flor y nata de la burguesía y la clase política de por entonces.

Esta vez había demasiadas pruebas para que se les volviese a escapar 'la vampiresa de la calle Ponent' como llegó a ser conocida. La investigación llevó a la policía a otras viviendas también a nombre de la perversa mujer.

El caso de la vampiresa de Barcelona llenó centenares de páginas de la prensa y, la población de la ciudad, esperaba indignada el juicio que debía llevar a la asesina al garrote vil.

Pero Enriqueta Martí murió el 12 de mayo de 1913 a consecuencia de la brutal paliza que le dieron sus compañeras de prisión, acabando ahí y quedando para el olvido una de las historias más perversas y escalofriantes de las primeras décadas del siglo XX.
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