En El Cercado la producción de ají tiene sabor a mujer
En cada proyecto hay una significativa participación de féminas. Ellas fungen también como socias de invernaderos
Una mujer recoge ajíes morrones en la sección La Racha de El Cercado.
EL CERCADO.- Doña Elsa está muy feliz. Es más, cuando habla de su proyecto, la risa no le cabe en la boca. Y cualquiera se sentiría como esta humilde campesina, residente en la sección La Rancha de este municipio, en San Juan de la Maguana.
Es que, a pocos pasos de su casa, participa en la producción de ají morrón con el método de invernadero, junto a otras mujeres que han visto un cambio radical en su vida: ahora tienen capacidad para producir dinero, ayudan en la manutención de sus familias y fomentan el desarrollo de la comunidad donde viven.
“El esposo mío es quien está realmente al frente de este proyecto, pero cuando él no está presente, yo también tengo la participación; también soy socia del invernadero”, explica Elsa Adriana Peña Jiménez. Y sí que es activo su papel en este proyecto. Aparte de ser tesorera de los productores de La Rancha, si tiene que subirse a su espalda una bomba de fumigar, Elsa no lo piensa dos veces. Ni espera a que sea su esposo u otro hombre quien lo haga.
Lo mismo si tiene que desyerbar el sembradío de ajíes o detectar a tiempo que una plaga amenaza la cosecha. Tiene como ventaja que vive cerca del invernadero. Esta condición fue de gran ayuda cuando el proyecto estuvo a punto de detenerse, por uno de los principales problemas para la producción agropecuaria en la región sur del país, el agua.
“Yo cedí el paso del agua desde mi casita hasta el proyecto. Busqué una manguera y la llevaba allá directamente. Hice un esfuerzo para no sacrificar el ají”, cuenta Elsa, aún con las manos sucias de la tierra que en la primera cosecha de ajíes morrones les permitió ganancias de 25 mil pesos, que fueron repartidos en partes iguales entre los socios del invernadero.
Con ella trabajan otras cuatro mujeres. Su proyecto forma parte de una confederación que aglutina a 12 invernaderos, que suman 3 mil 600 metros cuadrados destinados para la producción de ajíes morrones. Tiene 98 miembros y la participación de la mujer frente al hombre representa el 50%.
“Aquí, hay organizaciones campesinas desde los años 70 y desde ese tiempo hay mujeres organizadas. Es decir, que lo que los hombres hacen, las mujeres también lo pueden hacer”, puntualiza el agrónomo Antonio Mateo, asesor de los productores y productoras de invernaderos.
Como la primera cosecha de ajíes puede durar hasta cuatro meses, los hombres tienen que dedicarse a otras labores, para poder mantener a su familia. Esto obliga a las mujeres a dedicarle más tiempo a la limpieza de los canteros. “Para hacer estos trabajos, tenemos que turnarnos, porque acuérdese que nuestros hombres e hijos comen y hay que cocinarles”, comenta risueña Felicia Montero, socia y productora de un invernadero ubicado en el paraje El Vallecito.
Financiamiento
Muchos de estos invernaderos son financiados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que aportó 2 millones 500 mil pesos para los primeros seis invernaderos. Otros invernaderos son sustentados con préstamos particulares.
El año pasado, la libra de ají morrón fue vendida entre 10 y 20 pesos. Para este año, los productores tienen previsto un acuerdo con la entidad Bio Merengue, para comercializar el ají a través de una cadena de supermercados.
Esperan que esta vez puedan vender la libra a 18 o 20 pesos, que sería igual decir 2 mil pesos o mil 800 pesos el quintal. Los productores y productoras están agrupados en seis asociaciones pertenecientes todas al municipio de El Cercado, que son Agricultores San Pablo, de El Vallecito; Asociación de Productores/as agrícola San Rafael, La Navaja; Asociación de Amas de Casa Ada Méndez, El Vallecito; Asociación de Agricultores 11 de Febrero, Asociación de Amas de Casa Amor para Todos, de El Capacito, y Asociación de Mujeres San Juan Bautista, de El Majagual.
La venta de este rubro, a través del acuerdo con Bio Merengue, estará a cargo del Cluster de Invernadero de San Juan de la Maguana. También participarán los propietarios de 3 mil metros cuadrados de invernaderos propiciados por la Iglesia católica.
Protagonistas
Elsa Adriana Peña Jiménez
Productora de El Ranchal
“Me siento muy bien en este proyecto. ¿Por qué razón? Porque esta es una cosecha que viene rápidamente. Tan solo se puede perder si aparece algún insecto o bacteria que afecte el producto. Pero, de lo contrario, llueva o no llueva, hay dinero”.
Felicia Montero Ramírez
Productora de El Vallecito
“Nosotros trabajamos en estos invernaderos, pero también trabajamos en otros conucos con nuestros maridos, sembrando habichuelas, guandules y maíz. Lo que pasa es que estos son cuartos seguros, con la venta de ajíes. Estamos contentas”.
Mayoría de hogares viven en la pobreza
La población de El Cercado es de 26 mil 369 habitantes, 13 mil 830 son hombres y 12 mil 539 mujeres. El 87% de los hogares de este municipio sureño son catalogados como pobres, de los que el 43% vive en pobreza extrema, según datos registrados por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).
El 30% de la población económicamente activa de esta demarcación vive de la agricultura, básicamente de subsistencia, desarrollada en las laderas de las montañas con fuertes pendientes. Estas características geográficas agudizan la degradación de los recursos naturales en la subcuenca del río Macasías, situación que se refleja en una considerable deforestación, erosión de los suelos, creando así las condiciones para que se produzcan prolongados períodos de sequía.
Tomando en cuenta las condiciones de vida de sus habitantes, el pasado año, la Oficina Sectorial Agropecuaria de la Mujer, del Ministerio de Agricultura, desarrolló varias actividades de capacitación en localidades sureñas, con el establecimiento de huertos para el autoconsumo familiar y la generación de ingresos y la promoción de microempresas rurales.
Estos proyectos son financiados con el fondo para micro emprendimientos de la OSAM, mediante el Banco de Reservas. El objetivo de cada una de estas acciones es fomentar la equidad de género.
Una mujer recoge ajíes morrones en la sección La Racha de El Cercado.
EL CERCADO.- Doña Elsa está muy feliz. Es más, cuando habla de su proyecto, la risa no le cabe en la boca. Y cualquiera se sentiría como esta humilde campesina, residente en la sección La Rancha de este municipio, en San Juan de la Maguana.
Es que, a pocos pasos de su casa, participa en la producción de ají morrón con el método de invernadero, junto a otras mujeres que han visto un cambio radical en su vida: ahora tienen capacidad para producir dinero, ayudan en la manutención de sus familias y fomentan el desarrollo de la comunidad donde viven.
“El esposo mío es quien está realmente al frente de este proyecto, pero cuando él no está presente, yo también tengo la participación; también soy socia del invernadero”, explica Elsa Adriana Peña Jiménez. Y sí que es activo su papel en este proyecto. Aparte de ser tesorera de los productores de La Rancha, si tiene que subirse a su espalda una bomba de fumigar, Elsa no lo piensa dos veces. Ni espera a que sea su esposo u otro hombre quien lo haga.
Lo mismo si tiene que desyerbar el sembradío de ajíes o detectar a tiempo que una plaga amenaza la cosecha. Tiene como ventaja que vive cerca del invernadero. Esta condición fue de gran ayuda cuando el proyecto estuvo a punto de detenerse, por uno de los principales problemas para la producción agropecuaria en la región sur del país, el agua.
“Yo cedí el paso del agua desde mi casita hasta el proyecto. Busqué una manguera y la llevaba allá directamente. Hice un esfuerzo para no sacrificar el ají”, cuenta Elsa, aún con las manos sucias de la tierra que en la primera cosecha de ajíes morrones les permitió ganancias de 25 mil pesos, que fueron repartidos en partes iguales entre los socios del invernadero.
Con ella trabajan otras cuatro mujeres. Su proyecto forma parte de una confederación que aglutina a 12 invernaderos, que suman 3 mil 600 metros cuadrados destinados para la producción de ajíes morrones. Tiene 98 miembros y la participación de la mujer frente al hombre representa el 50%.
“Aquí, hay organizaciones campesinas desde los años 70 y desde ese tiempo hay mujeres organizadas. Es decir, que lo que los hombres hacen, las mujeres también lo pueden hacer”, puntualiza el agrónomo Antonio Mateo, asesor de los productores y productoras de invernaderos.
Como la primera cosecha de ajíes puede durar hasta cuatro meses, los hombres tienen que dedicarse a otras labores, para poder mantener a su familia. Esto obliga a las mujeres a dedicarle más tiempo a la limpieza de los canteros. “Para hacer estos trabajos, tenemos que turnarnos, porque acuérdese que nuestros hombres e hijos comen y hay que cocinarles”, comenta risueña Felicia Montero, socia y productora de un invernadero ubicado en el paraje El Vallecito.
Financiamiento
Muchos de estos invernaderos son financiados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que aportó 2 millones 500 mil pesos para los primeros seis invernaderos. Otros invernaderos son sustentados con préstamos particulares.
El año pasado, la libra de ají morrón fue vendida entre 10 y 20 pesos. Para este año, los productores tienen previsto un acuerdo con la entidad Bio Merengue, para comercializar el ají a través de una cadena de supermercados.
Esperan que esta vez puedan vender la libra a 18 o 20 pesos, que sería igual decir 2 mil pesos o mil 800 pesos el quintal. Los productores y productoras están agrupados en seis asociaciones pertenecientes todas al municipio de El Cercado, que son Agricultores San Pablo, de El Vallecito; Asociación de Productores/as agrícola San Rafael, La Navaja; Asociación de Amas de Casa Ada Méndez, El Vallecito; Asociación de Agricultores 11 de Febrero, Asociación de Amas de Casa Amor para Todos, de El Capacito, y Asociación de Mujeres San Juan Bautista, de El Majagual.
La venta de este rubro, a través del acuerdo con Bio Merengue, estará a cargo del Cluster de Invernadero de San Juan de la Maguana. También participarán los propietarios de 3 mil metros cuadrados de invernaderos propiciados por la Iglesia católica.
Protagonistas
Elsa Adriana Peña Jiménez
Productora de El Ranchal
“Me siento muy bien en este proyecto. ¿Por qué razón? Porque esta es una cosecha que viene rápidamente. Tan solo se puede perder si aparece algún insecto o bacteria que afecte el producto. Pero, de lo contrario, llueva o no llueva, hay dinero”.
Felicia Montero Ramírez
Productora de El Vallecito
“Nosotros trabajamos en estos invernaderos, pero también trabajamos en otros conucos con nuestros maridos, sembrando habichuelas, guandules y maíz. Lo que pasa es que estos son cuartos seguros, con la venta de ajíes. Estamos contentas”.
Mayoría de hogares viven en la pobreza
La población de El Cercado es de 26 mil 369 habitantes, 13 mil 830 son hombres y 12 mil 539 mujeres. El 87% de los hogares de este municipio sureño son catalogados como pobres, de los que el 43% vive en pobreza extrema, según datos registrados por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).
El 30% de la población económicamente activa de esta demarcación vive de la agricultura, básicamente de subsistencia, desarrollada en las laderas de las montañas con fuertes pendientes. Estas características geográficas agudizan la degradación de los recursos naturales en la subcuenca del río Macasías, situación que se refleja en una considerable deforestación, erosión de los suelos, creando así las condiciones para que se produzcan prolongados períodos de sequía.
Tomando en cuenta las condiciones de vida de sus habitantes, el pasado año, la Oficina Sectorial Agropecuaria de la Mujer, del Ministerio de Agricultura, desarrolló varias actividades de capacitación en localidades sureñas, con el establecimiento de huertos para el autoconsumo familiar y la generación de ingresos y la promoción de microempresas rurales.
Estos proyectos son financiados con el fondo para micro emprendimientos de la OSAM, mediante el Banco de Reservas. El objetivo de cada una de estas acciones es fomentar la equidad de género.