El cañón de Barahona, su historia restauradora

BREVE HISTORIA DEL CAÑON DE BARAHONA

Por: Virgilio Gautreaux P.

Introducción

Sin duda alguna que este cañón forma parte de la historia infantil de numerosas generaciones de barahoner@s de ,los siglos XIX, XX y XXI. Sin exageración alguna miles de compueblanos crecieron escuchando la epopeya en torno a este cañón glorioso.

Ubicado en la Avenida Enriquillo de la ciudad de Barahona, la imponente pieza forma parte intrínseca de historia local. Por decenios, este cañón ha desbordado la imaginación de niños que convertidos “en artilleros”, disparaban hacia el infinito su imaginación desbordada, tratando de emular los gloriosos combatientes que una vez trabaron combate frente al invasor español.

Yo recuerdo que junto a mis amigos de infancia Iván Rodríguez Saldaña, Leonardo Lembert, Luis y Augusto Moreta, Lulún, Ciprián Espinosa, Carlos Vidal Lassis, Américo Melo, Rafelito Trinidad y otros, jugábamos “caballito” montados en el cañón y otras veces “hacíamos la guerra”.

Muchas veces estando en el parquesito (hoy parque temático), jugando al topao, joyero, topi-topi o al escondío, alguien gritaba: el primero que llegue al cañón !!! y salíamos juyendo como el diablo para ganar la carrera.

Nuestros mayores al pasearnos por el malecón barahonero, al señalar el cañón siempre nos recordaban los acontecimientos ligados a sus patrióticas descargas. Por eso, todos los niños queríamos nuestro cañón. Crecimos admirándolo.

Llegado a este punto, muchos dirán, pero cual es la verdadera historia del dichoso cañon?

Como se sabe en todo conflicto bélico se entrecruzan verdades con leyendas. Actos heróicos son proyectados a las futuras generaciones con intensidad y dramatismo, para que en caso de que las circunstancias lo requieran, los presentes sepan defender con las armas su patria, como anteriormente lo hizo la juventud dominicana en 1844, 1863, 1916 y 1965.

Combate del 8 de Febrero de 1864

Nuestro país había sido entregado por Pedro Santana a España en 1861. Las falsas promesas “de progreso” que se comprometió cumplir, no se concretizaron, a lo cual se sumó la arrogancia del ocupante español. El disgusto cundió y la libertad que los dominicanos habían logrado luego de 12 años de combate con Haití, encendió la locomotora del combate, se incendió la patria y el español fue expulsado para siempre.

Desde 1863 militares, intelectuales, hombres y mujeres, junto a la mayoría del pueblo dominicano se enfrascaron en todo el suelo patrio en una cruzada para expulsar al invasor, que cubrió todo nuestro territorio. Para ello apelaron a toda forma de resistencia, tácticas de combate y habilidades frente al enemigo.

Juan Bosch en su obra sobre la Guerra de Restauración destaca que los combatientes dominicanos

luchaban casi a mano pelá y en desventaja. Para ello incluye una cita de Pedro Francisco Bonó donde éste al referirse a las condiciones de los patriotas en un bastión militar, destaca: “no había nadie vestido. Harapos eran los vestidos; el tambor de la comandancia estaba con una camisa de mujer por toda vestimenta…; el corneta estaba desnudo de la cintura para arriba. Todos estaban descalzos y a pierna desnuda”.

No obstante estas condiciones, así se derrotó al invasor ¡!!!!

Por doquier sufría el enemigo terribles pérdidas. El Sur era una verdadera fragua, razón por la cual estratégicamente los españoles deciden realizar una ofensiva militar en un intento de tener bajo control esta parte del país en el marco de su estrategia global de cercar y sofocar el gobierno restaurador con sede en Santiago.

El General José de la Gándara encabezó un fuerte contingente que fue ocupando poblados vacíos y vastos territorios, pero sin importancia estratégica. Los patriotas mediante una excelente táctica guerrillera hostilizaron de forma permanente al enemigo, pero sin libar grandes batalles. Los discursos triunfalistas de La Gándara para estimular las tropas, frecuentemente eran ahogados por los disparos sureños. El trayecto de Neyba a Barahona de los soldados ocupantes, fue un tormento permanente. Incendiarios españoles quemaron Rincón (Cabral) y sostuvieron varias escaramuzas.

Mientras tanto, los patriotas barahoneros acantonados en la ciudad, libraban un duelo a cañonazos contra dos barcos de la marina española. Se trataba de los buques Isabel La católica y Marqués de Comillas, ambos armados con buen número de cañones y excelentes artilleros. Nuestros compueblanos disponían únicamente de tres cañones, uno de los cuales-el más viejo-había sido reparado en esos días, con motivo de unas festividades. Fue precisamente esta pieza, la que logró hacer blanco en el barco Isabel la Católica, causándole 4 bajas. Sin embargo, el fuerte cañoneo de las embarcaciones ibéricas, obligan al repliegue de los defensores del poblado, el cual previamente fue incendiado por órdenes del General Angel Féliz Liberata “para que los españoles se alojaran en el infierno”.

Los barahoneros se dispersan por las lomas cercanas, entonces bajan tropas de las embarcaciones y se encuentran con el ejército de La Gándara. De los tres cañones que utilizaron nuestros compatriotas, los españoles se incautaron los dos mejores. En este punto, es bueno insertar las notas que siguen escritas por Matías Ramírez Suero en la página 85 de su obra Fundación de Barahona:

“Al notar los españoles que los patriotas habían abandonado la plaza, se acercan más y proceden a desembarcar sus tropas. Revisan todo el lugar, buscan con qué fue dañado el Marquéz de Comillas y exclama el sargento Zorrilla: aquí, está, mi General, con este fue que dispararon. Se le huele su boca y ciertamente fue el causante. El General La Gándara abre un libro, era el Código Español donde reza: todo aquel que causare algún daño, muerte o avería al ejército, barco u otra arma de guerra de España, será condenado a muerte, sea quien sea, venga de donde venga, y con qué se le hiciere. Ahí es condenado a muerte el cañón y sin apelación, como dice la Ley.

Se procede a dar cumplimiento a esa sentencia. Se procedió a taparle la boca, para que jamás pueda disparar, cosa que se hizo con una de las balas del mismo cañón, pero ahora a fuerza de mandarria y una varilla de hierro. Es conducido hacia el sitio de fusilamiento, la punta de un muellecito, el que entonces había, es llevado en ruedas de carreta, las que también encontraron; se fusila con tres descargas a ese cañón, como manda la Ley, y se procede a darle el tiro de gracia. Ahora a sepultarlo en el fondo del mar. Se le lanzó en ese muellecito en 1864. Ahí estuvo sumergido ese cañón unos setenta años, hasta el 1933, que el Gobernador de entonces Jaime Mota hijo, en vista de que estorbaba allí, con la cooperación de voluntarios logró sacar el cañón de donde estaba y lo trajeron a la playa cerca de donde fue fusilado (hoy calle Jaime Mota)”. Fin de la cita.

Sobre la marcha de La Gándara, sus pírricos resultados y la acción valerosa de los barahoneros, escribieron José Gabriel García, Gregorio Luperón, Pedro M. Archambault. También los escritores barahoneros José A. Robert, Matías Ramírez Suero y Oscar López Reyes. Wilson Gómez Ramírez realizó un extraordinario documental audiovisual donde resalta la hazaña del 8 de Febrero de 1864.

Como bien señaló Matías Ramírez, el histórico cañón pasó décadas sepultado bajo el mar barahonero.

Sin embargo, la suerte de la pieza comienza a cambiar cuando en una sesión de la Sala Capitular del Ayuntamiento de Barahona realizada el 29 de Julio de 1932 se decidió-a Petición del Regidor Angel Augusto Suero-que el Síndico Luis Castellón “haga conducir hasta el patio de de la Comisaría un cañón que se encuentra abandonado desde hace largo tiempo a la orilla del mar, frente a esta población”.

Sin embargo, fue casi un año después, cuando se dio cumplimiento a esta disposición, tal y como puede apreciarse en esta información del Listín Diario correspondiente al 16 de Junio de 1933:

El arma fue montada en una base de concreto cerca de la playa Miramar (en las cercanías del inicio de la calle Uruguay). Pero en la sesión realizada por las autoridades municipales barahoneras efectuada el 29 de Junio de 1934, se da lectura a una comunicación del Sr Julio Coiscou solicitando a ese organismo que resuelva desmontar el cañón histórico que se encuentra en un solar de su propiedad, por tener que vender ese predio. Se le respondió que el Ayuntamiento “no intervino en la montura del referido cañon y que por tanto no puede tomar ninguna acción tendiente a ser desmontado”.

A pesar de esta declaración, en un reporte anual del Cabildo correspondiente al segundo semestre de año 1935 leemos como actividad realizada: “Pintura con Minio al cañón histórico y limpieza y arreglo al parquesito donde está emplazado”. El Minio es una pintura color rojo-anaranjado de óxido de plomo. Se utiliza pararecubir piezas de hierro para protegerlo.


Es bueno precisar que el cañón ha sido movido de lugar en varias ocasiones. En función de los cambios de propiedad del sitio donde originalmente fue instalado, como consecuencia de la expansión urbana de la ciudad, la construcción del PASEO MIRAMAR y luego con la construcción de la avenida Enriquillo.

Posteriormente ha sido desplazado en otras ocasiones, hasta ocupar el sitio donde actualmente se encuentra, cerca del parque temático. Su ubicación actual no es propia de un monumento de su significación histórica. Parece formar parte de un quiosco. No es posible que un ícono del glorioso pasado barahonero, esté en esas condiciones.

Hay también que resaltar que algunas personas a través de los años propalaron el rumor de que dentro del cañón habían “morocotas” de oro. Esto motivó que en los años setenta dos funcionarios locales desmontaran la pieza y lo llevaron al ingenio Barahona donde fue cortado por la mitad y en lugar del tesoro, sólo había herrumbe y arena. Los disgustados funcionarios lo dejaron abandonado en el patio del central azucarero por meses, hasta que a prensa se hizo eco de la barbarie. Se soldó el cañón y se colocó nuevamente en su lugar, aunque ahora luce una ligera “tutuma”.

Contrario a las atenciones que le dispensaron nuestras autoridades gubernamentales y municipales hace 80 años, este monumento hoy es un lugar anodino, sin significación alguna para los transeúntes y visitantes de otros lugares. Un quiosco irreverente situado a su lado, le quita toda solemnidad al glorioso cañón. Esto debe corregirse.

Barahona tiene un pasado glorioso. Ha hecho sus aportes a la patria desde 1844 hasta la fecha. Es tiempo de que nuestras autoridades locales “se pongan los pantalones” y se aboquen a construir una PLAZA DE LA INDEPENDENCIA O PLAZA DE LA LIBERTAD donde se recojan las acciones heróicas y los patriotas nacidos en toda la provincia, cuyas acciones contribuyeron a forjar la dominicanidad. La Gobernación provincial y el Ayuntamiento de Barahona, deben asumir la construcción de esta plaza. Si no hay cuartos, entonces que encabecen una jornada de recaudación de fondos.

De igual modo, deben reconocerse las acciones patrióticas de los cabraleños, los salineros, los enriquilleros y el hombre del valle de Neyba, a favor de la dominicanidad. Placas y monumentos debieran ser levantados en dichos lugares. Nuestros montes, ríos y montañas, fueron por siglos territorio de hombres libres. Nuestro Sur ha sido muy castigado por su rebeldía. Por eso nos da mucha lucha conseguir la atención de los gobiernos.

El barahonero y la barahonera históricamente han sido generosos y colaboradores con las buenas causas. Desde finales del siglo XIX y durante gran parte del XX, nuestros antecesores fueron activos contribuyentes a favor de la construcción de obras de servicio a la comunidad. Se formaban comités de apoyo a la construcción del parque central, del Palacio Municipal, del reloj público y la iglesia católica, entre otros. Si gente seria asume la construcción de PLAZA DE LA INDEPENDENCIA O PLAZA DE LA LIBERTAD y forma una sólida estructura, de seguro que la comunidad barahonera dentro y fuera del país apoyaría esta iniciativa.

Azua y San Juan de la Maguana, Duvergé y Baní están adornadas con hermosos monumentos de su pasado glorioso. Los santiagueros disponen de varios espacios para reverenciar sus patriotas.

SAN JUAN DE LA MAGUANA PROYECTA SU PASADO HERÓICO DUVERGÉ TIENE PLAZA PARA HÉROES Y ESTATUA CACIQUE ENRIQUILLO

En el MUSEO DE LAS CASAS REALES, LA FORTALEZA OZAMA y otros lugares de la zona colonial de la capital, hay amontonados y arrumbados viejos cañones algunos de los cuales muy bien pudieran ser solicitados a los MINISTERIOS DE CULTURA Y FUERZAS ARMADAS, bajo cuya responsabilidad suponemos se encuentran.

AZUA TAMBIÉN HONRA SUS PATRIOTAS

Por doquier en nuestra provincia pueden ser colocadas placas y pequeñas plazas adornadas con la bandera nacional, para honrar nuestros valerosos antepasados. Es necesario que las pasadas, presentes y nuevas generaciones conozcan su historia. Frente a la Basílica de Higuey hay una plaza dedicada a los héroes de la Restauración. Desafortunadamente no pude detenerme, pero le tomé algunas fotos. Esta estructura pudiera servir de modelo para la PLAZA DE LA INDEPENDENCIA O PLAZA DE LA LIBERTAD que estamos proponiendo.

Mientras elaboraba estas notas fui informado por mi gran amigo Toño Batista de que había un merengue dedicado al cañón. No cupe en mi asombro. Mi sorpresa fue mayor al saber que fue compuesto por el barahonero José Díaz Lagares, mejor conocido como José Lagares. Los arreglos musicales y la grabación se realizó bajo la dirección del Maestro Saúl Rodríguez. De inmediato me puse en acción llamando por teléfono varias veces a Barahona, a ciertas personas en la capital y a Saúl en la ciudad de Miami. Su hija Karina, la cantante, me dio el número. Toño fue donde Papito Careta, obtuvo una copia de la melodía y me la pasó mediante “un puente” que incluyó tres celulares. Una de las estrofas más emblemáticas de la melodía de José Lagares dice:

Vamo a vé mamá

Vamo a vé el cañón

Lo tienen sembrao

En el malecón
Con tecnología de Blogger.