Una noche que para muchos no es buena
Por: Marlenys Ferreras
/www.mipais.com
Una noche que para muchos no es buena
La celebración de noche buena es una costumbre que poco a poco se va perdiendo en muchos hogares, por la crisis que afecta a unas localidades más que a otras y en las familias a penan consiguen para sobrevivir. También ayuda a la pérdida de esa costumbre la diversidad de opciones que tiene los miembros de la familia.
La fecha de la tradicional cena, cuyo propósito es compartir y saborear en familia variados alimentos preparados de manera especial, para muchos pasa como una noche como cualquiera, en algunas casas se cena de manera normal, en otras ni siquiera encuentran qué llevarse a la boca.
“En mi casa no se celebra, no porque no queramos, sino porque no podemos, apenas hallamos para hacerle qué comer a los muchachos. Hay días que ni se desayunan. Eso de noche buena es un privilegio que no todos podemos tener”, afirma Maribel Florián, madre de cuatro hijos, residente en a comunidad de Jacagua, Villa Mella.
De igual modo, para miles de familia de escasos recursos, esa conmemorativa noche pasa desapercibida.
“Anteriormente le preparaba un pollo horneado, ensalada y un poco de cada cosa a mis hijos, pero la situación se ha puesto difícil, todo está muy caro, lo que se gasta para una cena es lo que yo me gano en un mes. Yo ya no me preocupo por eso”, manifiesta Rasa Jiménez, quien se gana la vida como conserje en una pequeña oficina.
No solamente los más pobres, sino también gente de clase media que cada año, acostumbraban a preparar la tradicional cena, también se lamentan del alza de los precios de los alimentos.
Carmen Rodríguez, de Los Ríos, Distrito Nacional, dijo que este año no engalanara su mesa, como lo ha hecho en otros anteriores, “el horno no está para galleticas”, expresa, refiriéndose a la crisis económica que afecta a la sociedad.
Para la ocasión, cada familia prepara los alimentos que estén al alcance de sus posibilidades económicas. Varían también de acuerdo a la región.
Generalmente se consume cerdo, pavo o pollo horneado, ensaladas, moro de gandules, pasteles en hoja, telera, espaguetis, pastelitos, quipes, manzanas, uvas, frutas secas, acompañados también de ponche, vino, y demás.
Llama la atención, que lo que para muchos, lamentablemente, representa un privilegio, debería ser la alimentación diaria de una familia.
El desapego de la población a ese festejo es notorio, inclusive, los comercios que proveen los ingredientes para los preparativos del popular banquete, han dado testimonio de la lentitud de las ventas en estas fechas, con relación con tiempos anteriores.
El estado de pobreza en que permanece el país, que afecta con mayor ímpetu a más del 50 por ciento de la población, ha hecho que se pierda la motivación y la posibilidad de disfrutar de ese y otros manjares, que forman parte de la cultura.
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Una noche que para muchos no es buena
La celebración de noche buena es una costumbre que poco a poco se va perdiendo en muchos hogares, por la crisis que afecta a unas localidades más que a otras y en las familias a penan consiguen para sobrevivir. También ayuda a la pérdida de esa costumbre la diversidad de opciones que tiene los miembros de la familia.
La fecha de la tradicional cena, cuyo propósito es compartir y saborear en familia variados alimentos preparados de manera especial, para muchos pasa como una noche como cualquiera, en algunas casas se cena de manera normal, en otras ni siquiera encuentran qué llevarse a la boca.
“En mi casa no se celebra, no porque no queramos, sino porque no podemos, apenas hallamos para hacerle qué comer a los muchachos. Hay días que ni se desayunan. Eso de noche buena es un privilegio que no todos podemos tener”, afirma Maribel Florián, madre de cuatro hijos, residente en a comunidad de Jacagua, Villa Mella.
De igual modo, para miles de familia de escasos recursos, esa conmemorativa noche pasa desapercibida.
“Anteriormente le preparaba un pollo horneado, ensalada y un poco de cada cosa a mis hijos, pero la situación se ha puesto difícil, todo está muy caro, lo que se gasta para una cena es lo que yo me gano en un mes. Yo ya no me preocupo por eso”, manifiesta Rasa Jiménez, quien se gana la vida como conserje en una pequeña oficina.
No solamente los más pobres, sino también gente de clase media que cada año, acostumbraban a preparar la tradicional cena, también se lamentan del alza de los precios de los alimentos.
Carmen Rodríguez, de Los Ríos, Distrito Nacional, dijo que este año no engalanara su mesa, como lo ha hecho en otros anteriores, “el horno no está para galleticas”, expresa, refiriéndose a la crisis económica que afecta a la sociedad.
Para la ocasión, cada familia prepara los alimentos que estén al alcance de sus posibilidades económicas. Varían también de acuerdo a la región.
Generalmente se consume cerdo, pavo o pollo horneado, ensaladas, moro de gandules, pasteles en hoja, telera, espaguetis, pastelitos, quipes, manzanas, uvas, frutas secas, acompañados también de ponche, vino, y demás.
Llama la atención, que lo que para muchos, lamentablemente, representa un privilegio, debería ser la alimentación diaria de una familia.
El desapego de la población a ese festejo es notorio, inclusive, los comercios que proveen los ingredientes para los preparativos del popular banquete, han dado testimonio de la lentitud de las ventas en estas fechas, con relación con tiempos anteriores.
El estado de pobreza en que permanece el país, que afecta con mayor ímpetu a más del 50 por ciento de la población, ha hecho que se pierda la motivación y la posibilidad de disfrutar de ese y otros manjares, que forman parte de la cultura.