A favor de la producción nacional
/Por Felipe Mora, periodista/
República Dominicana tiene enorme potencial en lo que se refiere a incentivar sus sectores vinculados a la producción. Cada día se expande el clamor que pide se detengan las masivas importaciones de rubros en los que el país puede dar garantías de que se producirán sin mayores dificultades, y que incluso podría generar excedentes para destinarlos a la exportación.
La isla Hispaniola, que los dominicanos compartimos con Haití, alberga alrededor de 20 millones de habitantes que reclaman alimentos, educación, salud, la preservación del medio ambiente, entre otras tantas soluciones. En la parte Este, que componen las dos tercera parte de la isla, disponemos de tierras útiles para la agricultura, la ganadería. Pero también para el incentivo industrial y para el procesamiento de rubros provenientes de ambos renglones económicos.
De tiempo en tiempo, sectores como los productores de cerdos, de pollos, de ajo, los cebolleros, ganaderos, arroceros han confrontado problemas en cuanto a acceder al crédito, por problemas de colocación de sus productos, o por las inclemencias de la naturaleza. Ellos entienden que el mal generalizado lo constituyen los permisos de importaciones de esos rubros, en detrimento de la producción nacional.
Hace pocos días, recién la semana pasada, el director general de Contrataciones Públicas, Eric Hazim, reveló que el Estado dominicano destina anualmente alrededor de RD$60 mil millones para compras de bienes, servicios y contrataciones de obras, cifra que –explicó- representa alrededor del 26% del presupuesto ejecutado en el ámbito del Gobierno Central.
Hazim agregaba que “es un gran volumen de recursos que, bien orientados, pueden impactar a los sectores productivos nacionales”, al tiempo que significó que existen más de 15,000 proveedores del Estado registrados.
Transparencia es una palabra que pesa y tiene amplia significación en esas transacciones. Se debe reducir a lo únicamente indispensable las importaciones de bienes de consumo por parte de instituciones del Estado. Porque la producción nacional es un tema que da carácter de soberanía a todo país organizado.
Y bien pueden los sectores nacionales vinculados a la producción ser partícipes de los negocios que generan las contrataciones estatales que, como se sabe, muchos de los productos adquiridos provienen del exterior, con la consiguiente sangría en divisas.
El DR-Cafta, tratado comercial con Estados Unidos y Centroamérica puesto en operación hace más de cinco años, no ha cumplido con los propósitos para los cuales se discutió y se puso en vigencia, que fue de ayudar a los productores y empresarios de los países signatarios, pero igualmente para beneficio de millones de consumidores. Nada de eso ha ocurrido, sino todo lo contrario, al menos en este nuestro país.
El proyecto de ley sobre Compras Nacionales, propuesto por el diputado Pelegrín Castillo, ha concitado la simpatía y el beneplácito de miles de productores agropecuarios, así como de representantes de la industria local y, por supuesto, de legisladores de las distintas fuerzas políticas.
República Dominicana debe poner freno a la enorme sangría de divisas en lo que se refiere a las importaciones de productos agropecuarios, entiéndase leche en sus distintas formas, quesos, embutidos, carnes de cerdo y de res, pollos, granos, ajo, cebolla, abonos, entre otros tantos que conspiran contra la producción nacional.
Cientos de productores nacionales, entre los que se incluyen productores de leche, de habichuelas, de ajo, de pollos y huevos, arroceros, porcicultores, cebolleros, han realizado ya tres encuentros regionales de apoyo al proyecto de ley sometido por el diputado Pelegrín Castillo.
Y no solo eso. Decenas de organizaciones representativas de la producción nacional han hecho acto de presencia en esos encuentros y han externado su posición en torno a que las autoridades prácticamente han ignorado el clamor de los productores nacionales en lo que se refiere a una mayor participación en las transacciones comerciales que realiza el Estado dominicano.
La falta de apoyo oficial en muchos renglones productivos en República Dominicana pone serias trabas para que nuestros productores puedan insertarse en el mundo de la competitividad con relación a países de la región, y con el propio DR-Cafta.
Por Felipe Mora
felipemora56@gmail.com
República Dominicana tiene enorme potencial en lo que se refiere a incentivar sus sectores vinculados a la producción. Cada día se expande el clamor que pide se detengan las masivas importaciones de rubros en los que el país puede dar garantías de que se producirán sin mayores dificultades, y que incluso podría generar excedentes para destinarlos a la exportación.
La isla Hispaniola, que los dominicanos compartimos con Haití, alberga alrededor de 20 millones de habitantes que reclaman alimentos, educación, salud, la preservación del medio ambiente, entre otras tantas soluciones. En la parte Este, que componen las dos tercera parte de la isla, disponemos de tierras útiles para la agricultura, la ganadería. Pero también para el incentivo industrial y para el procesamiento de rubros provenientes de ambos renglones económicos.
De tiempo en tiempo, sectores como los productores de cerdos, de pollos, de ajo, los cebolleros, ganaderos, arroceros han confrontado problemas en cuanto a acceder al crédito, por problemas de colocación de sus productos, o por las inclemencias de la naturaleza. Ellos entienden que el mal generalizado lo constituyen los permisos de importaciones de esos rubros, en detrimento de la producción nacional.
Hace pocos días, recién la semana pasada, el director general de Contrataciones Públicas, Eric Hazim, reveló que el Estado dominicano destina anualmente alrededor de RD$60 mil millones para compras de bienes, servicios y contrataciones de obras, cifra que –explicó- representa alrededor del 26% del presupuesto ejecutado en el ámbito del Gobierno Central.
Hazim agregaba que “es un gran volumen de recursos que, bien orientados, pueden impactar a los sectores productivos nacionales”, al tiempo que significó que existen más de 15,000 proveedores del Estado registrados.
Transparencia es una palabra que pesa y tiene amplia significación en esas transacciones. Se debe reducir a lo únicamente indispensable las importaciones de bienes de consumo por parte de instituciones del Estado. Porque la producción nacional es un tema que da carácter de soberanía a todo país organizado.
Y bien pueden los sectores nacionales vinculados a la producción ser partícipes de los negocios que generan las contrataciones estatales que, como se sabe, muchos de los productos adquiridos provienen del exterior, con la consiguiente sangría en divisas.
El DR-Cafta, tratado comercial con Estados Unidos y Centroamérica puesto en operación hace más de cinco años, no ha cumplido con los propósitos para los cuales se discutió y se puso en vigencia, que fue de ayudar a los productores y empresarios de los países signatarios, pero igualmente para beneficio de millones de consumidores. Nada de eso ha ocurrido, sino todo lo contrario, al menos en este nuestro país.
El proyecto de ley sobre Compras Nacionales, propuesto por el diputado Pelegrín Castillo, ha concitado la simpatía y el beneplácito de miles de productores agropecuarios, así como de representantes de la industria local y, por supuesto, de legisladores de las distintas fuerzas políticas.
República Dominicana debe poner freno a la enorme sangría de divisas en lo que se refiere a las importaciones de productos agropecuarios, entiéndase leche en sus distintas formas, quesos, embutidos, carnes de cerdo y de res, pollos, granos, ajo, cebolla, abonos, entre otros tantos que conspiran contra la producción nacional.
Cientos de productores nacionales, entre los que se incluyen productores de leche, de habichuelas, de ajo, de pollos y huevos, arroceros, porcicultores, cebolleros, han realizado ya tres encuentros regionales de apoyo al proyecto de ley sometido por el diputado Pelegrín Castillo.
Y no solo eso. Decenas de organizaciones representativas de la producción nacional han hecho acto de presencia en esos encuentros y han externado su posición en torno a que las autoridades prácticamente han ignorado el clamor de los productores nacionales en lo que se refiere a una mayor participación en las transacciones comerciales que realiza el Estado dominicano.
La falta de apoyo oficial en muchos renglones productivos en República Dominicana pone serias trabas para que nuestros productores puedan insertarse en el mundo de la competitividad con relación a países de la región, y con el propio DR-Cafta.
Por Felipe Mora
felipemora56@gmail.com