El submundo de vendedores y consumidores de drogas
Escrito por Petra Saviñón
(Mipais.com.do)
Aunque la mayoría de los microtraficantes detenidos por la Dirección Nacional de Control de Drogas vive en barrios marginados y no recibe grandes ingresos por sus ventas, el grueso de sus clientes se traslada de otros sectores y tiene entradas económicas más elevadas.
“Yo no estudié, es verdad, solo tengo un séptimo curso, pero donde mi vienen muchachos pudientes a comprar mi ‘merca’”, cuenta Joel, que con 27 años ya abrió tres “puntos” de venta y distribución de alucinógenos, atendidos por empleados.
Suple a clientes de entre 12 y 60 años, el mayor grupo es el de 14 a 30 años.
Una modalidad es la reventa. Los microtraficantes venden a otros una parte de la mercancía y muchos terminan solo como suplidores.
Está además la compra a “medias”, dos o tres vendedores se juntan para pagar la droga que les deja un suplidor, que a su vez la recibe de otro con mayor poder adquisitivo o directamente de un “importador”, en una larga cadena.
Unos y otros
El gran grueso de los vendedores detenidos por la DNCD tiene como factor común la baja escolaridad, pocos iniciaron el bachillerato, alrededor de un 11%. Pero la mayoría de los ingresados en centros de rehabilitación aprobó por lo menos un grado de secundaria, cerca de un 23% es bachiller y un 15% ingresó a la universidad.
La droga de la que más kilos se incauta en los sectores populares, casi siempre en la zona norte de la capital y en la provincia de Santo Domingo, es la cocaína, la más vendida. De hecho, el mayor porcentaje de jóvenes ingresado en Hogares Crea consumía esa sustancia. En menor grado la marihuana, un grupo más reducido la heroína, aunque ha aumentado el ingreso de adictos a ese estupefaciente, y en último lugar el crack, usado, sobre todo, por menores, entre los que se incluyen niños de ochos años y que generalmente viven en la calle.
Sin embargo, los decomisos de cocaína no son tan elevados. En los registros de la DNCD se consigna que la mayor cantidad de ese narcótico “agarrado” en un mes fueron cerca de 415 kilos en diversos operativos. Buena parte de esa sustancia y del crack o piedra se queda en el barrio del vendedor, por su precio inferior al del resto.
“Los agentes ‘se tiran’ solo en puntos de barrios pobres, pero quién suple a esos muchachos, dónde están los que tienen las drogas en grandes cantidades para salir a distribuirlas”, cuestiona el abogado Celso Núñez.
El director de Hogares Crea, Leopoldo Díaz, hace tiempo que da la voz de alerta sobre la necesidad de que se corte el problema de raíz, de que se ponga fin al narcotráfico en gran escala.
“Lo he dicho muchas veces, tenemos aquí hasta niños de ochos años. El asunto no es salir a buscar solo a los que venden gramitos, el problema es más serio. Hasta los que venden en los barrios son víctimas, muchos terminan internados aquí”.
La razón por la que vendedores o distribuidores caban como adictos es, según plantea el sociólogo Luis Cardenal, la gran expectativa que se hacen en torno al negocio y que no siempre se cumple.
“Dinero, ese es el móvil que los induce a meterse a ese mundo, pero no es tan fácil como se ve. Hombres que han amasado fortunas se encargan de ilusionar a posibles distribuidores o microtraficantes, a sabiendas de que no es en un abrir y cerrar de ojos que conseguirán una vida de lujos y menos con la venta de pesitos”.
Esa realidad hace despertar a algunos, que abonan el negocio cuando todavía están a tiempo. Para otros es tarde. Se los traga el submundo de las drogas y se acostumbran a entrar y salir de la cárcel o a quedarse por años ahí, o más trágico aun, la muerte les sorprende en la edad más productiva y de la manera más terrible.
(Mipais.com.do)
Aunque la mayoría de los microtraficantes detenidos por la Dirección Nacional de Control de Drogas vive en barrios marginados y no recibe grandes ingresos por sus ventas, el grueso de sus clientes se traslada de otros sectores y tiene entradas económicas más elevadas.
“Yo no estudié, es verdad, solo tengo un séptimo curso, pero donde mi vienen muchachos pudientes a comprar mi ‘merca’”, cuenta Joel, que con 27 años ya abrió tres “puntos” de venta y distribución de alucinógenos, atendidos por empleados.
Suple a clientes de entre 12 y 60 años, el mayor grupo es el de 14 a 30 años.
Una modalidad es la reventa. Los microtraficantes venden a otros una parte de la mercancía y muchos terminan solo como suplidores.
Está además la compra a “medias”, dos o tres vendedores se juntan para pagar la droga que les deja un suplidor, que a su vez la recibe de otro con mayor poder adquisitivo o directamente de un “importador”, en una larga cadena.
Unos y otros
El gran grueso de los vendedores detenidos por la DNCD tiene como factor común la baja escolaridad, pocos iniciaron el bachillerato, alrededor de un 11%. Pero la mayoría de los ingresados en centros de rehabilitación aprobó por lo menos un grado de secundaria, cerca de un 23% es bachiller y un 15% ingresó a la universidad.
La droga de la que más kilos se incauta en los sectores populares, casi siempre en la zona norte de la capital y en la provincia de Santo Domingo, es la cocaína, la más vendida. De hecho, el mayor porcentaje de jóvenes ingresado en Hogares Crea consumía esa sustancia. En menor grado la marihuana, un grupo más reducido la heroína, aunque ha aumentado el ingreso de adictos a ese estupefaciente, y en último lugar el crack, usado, sobre todo, por menores, entre los que se incluyen niños de ochos años y que generalmente viven en la calle.
Sin embargo, los decomisos de cocaína no son tan elevados. En los registros de la DNCD se consigna que la mayor cantidad de ese narcótico “agarrado” en un mes fueron cerca de 415 kilos en diversos operativos. Buena parte de esa sustancia y del crack o piedra se queda en el barrio del vendedor, por su precio inferior al del resto.
“Los agentes ‘se tiran’ solo en puntos de barrios pobres, pero quién suple a esos muchachos, dónde están los que tienen las drogas en grandes cantidades para salir a distribuirlas”, cuestiona el abogado Celso Núñez.
El director de Hogares Crea, Leopoldo Díaz, hace tiempo que da la voz de alerta sobre la necesidad de que se corte el problema de raíz, de que se ponga fin al narcotráfico en gran escala.
“Lo he dicho muchas veces, tenemos aquí hasta niños de ochos años. El asunto no es salir a buscar solo a los que venden gramitos, el problema es más serio. Hasta los que venden en los barrios son víctimas, muchos terminan internados aquí”.
La razón por la que vendedores o distribuidores caban como adictos es, según plantea el sociólogo Luis Cardenal, la gran expectativa que se hacen en torno al negocio y que no siempre se cumple.
“Dinero, ese es el móvil que los induce a meterse a ese mundo, pero no es tan fácil como se ve. Hombres que han amasado fortunas se encargan de ilusionar a posibles distribuidores o microtraficantes, a sabiendas de que no es en un abrir y cerrar de ojos que conseguirán una vida de lujos y menos con la venta de pesitos”.
Esa realidad hace despertar a algunos, que abonan el negocio cuando todavía están a tiempo. Para otros es tarde. Se los traga el submundo de las drogas y se acostumbran a entrar y salir de la cárcel o a quedarse por años ahí, o más trágico aun, la muerte les sorprende en la edad más productiva y de la manera más terrible.