¿Comandos de limpiadores de ilegales indocumentados?

Por: Manuel Vólquez
El país se encuentra inmerso en una encrucijada y no ha podido superar sus problemas migratorios que tanta inquietud provoca. Para mala suerte de todos, nos ha tocado compartir la isla con otra nación que exhibe costumbre, políticas e infraestructuras distintas.

Esas variables nos hacen diferente frente a los vecinos de la República de Haití, cuyos pobladores entran y salen cuando quieren y hasta de burlan de nosotros en las calles.

Creo que la principal debilidad de la República Dominicana está en la falta de vocación política para enfrentar los males migratorios que nos está causando graves problemas con la entrada de miles de ilegales. ¿Cuántos años llevamos con este problema?

El asunto es que además de los haitianos ilegales que entran con facilidad al territorio dominicano, nuestra propia gente está implicada en el tráfico de indocumentados.

La mirada sólo está concentrada en los haitianos y se entiende por ser los vecinos más próximos. Resulta que por la frontera entran indocumentados chinos, cubanos, colombianos, y otros, que son distribuidos en todas las provincias del país con la confabulación de redes especializadas en el trasiego de personas.

En diversas oportunidades se ha denunciado que esos ilegales son transportados por civiles en combinación con militares y hasta inspectores de Migración. Entre esos indocumentados se han detectado mafiosos y delincuentes peligrosos que utilizan el suelo dominicano como guarida. Por suerte, muchos de ellos ya fueron devueltos a sus respectivos países.

Recientemente se divulgó un vídeo donde aparecían unos militares recibiendo dinero de haitianos para entrar por Dajabón (el famoso peaje). Sobre la denuncia, se realizó una investigación de la cual solo un soldado fue responsabilizado de esa acción corrupta.

Cuando uno se traslada a las provincias, es común ver muchos puestos de chequeos vigilados por los militares, el servicio de Migración y miembros de los organismos de inteligencia del Estado, de manera que si se actúa conforme a las leyes migratorias, sería difícil la penetración de ilegales indocumentados, sean haitianos o no, a la República Dominicana. Lo que quiero señalar es que la tarea de vigilancia es fácil de solucionar, si hay interés.

Mientras existan civiles y militares y funcionarios de conductas sospechosas en los puestos fronterizos (al menos, eso es lo que se ha estado denunciado hace décadas), estaremos minados de indocumentados procedentes de varios puntos del mundo. Los ilegales haitianos, por ejemplo, son más fáciles de detectar por tener comportamientos y características étnicas muy su generis. ¿Por qué los dejan entrar si son ilegales?

Por doquier circulan indocumentados, un fenómeno social que ha causado reacciones peligrosas en la población dominicana ante la falta de respuestas contundentes de la clase política gobernante, que desde el 1966 a la fecha ha sido tímida para aplicar las leyes migratorias.

Se está viendo la consecuencia de esa timidez. Los santiagueros ya están preparados para sacar a los haitianos de todos los barrios. Formaron juntas de vecinos, dirigidas por cien hombres, que se encargarán de dirigir las “labores de limpieza” hasta sacarlos de la provincia. Recientemente, ocurrió una acción similar en San Juan de la Maguana, y seguirá extendiéndose a los demás pueblos, a menos que las autoridades actúen con responsabilidad.

Estos son indicios de que pronto tendremos choques violentos con los haitianos, que son muchos y conocen muy bien nuestra demografía, que en su momento enfrentarán esos movimientos. Todavía estamos a tiempo para evitar esos incidentes.

No nos engañemos, la colonia haitiana vigente en el país está dirigida por cerebros extranjeros que abogan por la unificación de los dos países. Observen que ellos están distribuidos de forma estratégica en todas las provincias, barrios y campos e incursionan en las principales actividades económicas de aquí. Ya hasta tienen sus propios pastores y asisten a las iglesias evangélicas, manejan carros públicos, moto conchos, venden tarjetas de llamadas, son mensajeros de colmados, entre otras jornadas laborales, y los vemos en las calles portando Biblias.

¿Y qué vamos hacer con los otros indocumentados extranjeros? ¿Surgirán más comandos para echar de los barrios a los restantes ilegales?
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