Hoy en Nochebuena y Mañana conmemoramos el nacimiento de Jesús
(Fuente: Periodico HOY)
Hoy es Nochebuena y mañana es la Navidad; nuestro espíritu se inunda de esta fiesta, porque lo que celebramos es el nacimiento del Niño Dios, el Redentor del Mundo, que vino pobre para darnos ejemplo de humildad.
La mayoría de la gente acostumbre a celebrar en familia; a cenar todos juntos y a compartir lo que tenemos con los demás.
Estamos de fiesta y vamos a vivir la Navidad y alegrarnos porque otra vez tenemos la oportunidad de recrear el acontecimiento más hermoso de la historia que ocurrió hace más de 2000 años.
Los creyentes iremos a la Iglesia a la llamada Misa del Gallo; estaremos en vigilia esperando el momento en que las campanas repiquen gloria para anunciar el acontecimiento más esperado por todos.
Estaremos alegres no porque hayamos puesto en nuestras mesas la mejor de las cenas, sino porque nos hemos preparado para recibir en nuestro corazón al Niño-Dios.
Lo importante es que la alegría sea la que salga del corazón; la que nos produce el acercarnos más a Dios y a nuestros semejantes; la que sentimos cuando compartimos con los demás y somos solidarios con quienes más lo necesitan.
Que la mesura se imponga por encima del consumismo y la vanidad. Que nuestro pensamiento esté con los ausentes y nuestro accionar se proyecte en los que tienen más carencias, sobre todo quienes están presos, hospitalizados, los recluidos en hogares asistenciales, los niños que viven en circunstancias especiales y todos los que sufren.
A todos brindemos un gesto de acogida, una sonrisa, una compañía, una manifestación de cariño y también cooperemos con las cosas materiales que puedan necesitar y nosotros brindar.
Y por encima de todo, no nos olvidemos que es Jesús el protagonista de las fiestas navideñas, porque su nacimiento es que conmemoramos.
Hagamos una oración en familia, antes de compartir la cena; y los niños, a ser prudentes con el uso de los fuegos artificiales.
¡Feliz Navidad a todos los lectores de Tinmarín! ¡Qué así sea!
Hoy es Nochebuena y mañana es la Navidad; nuestro espíritu se inunda de esta fiesta, porque lo que celebramos es el nacimiento del Niño Dios, el Redentor del Mundo, que vino pobre para darnos ejemplo de humildad.
La mayoría de la gente acostumbre a celebrar en familia; a cenar todos juntos y a compartir lo que tenemos con los demás.
Estamos de fiesta y vamos a vivir la Navidad y alegrarnos porque otra vez tenemos la oportunidad de recrear el acontecimiento más hermoso de la historia que ocurrió hace más de 2000 años.
Los creyentes iremos a la Iglesia a la llamada Misa del Gallo; estaremos en vigilia esperando el momento en que las campanas repiquen gloria para anunciar el acontecimiento más esperado por todos.
Estaremos alegres no porque hayamos puesto en nuestras mesas la mejor de las cenas, sino porque nos hemos preparado para recibir en nuestro corazón al Niño-Dios.
Lo importante es que la alegría sea la que salga del corazón; la que nos produce el acercarnos más a Dios y a nuestros semejantes; la que sentimos cuando compartimos con los demás y somos solidarios con quienes más lo necesitan.
Que la mesura se imponga por encima del consumismo y la vanidad. Que nuestro pensamiento esté con los ausentes y nuestro accionar se proyecte en los que tienen más carencias, sobre todo quienes están presos, hospitalizados, los recluidos en hogares asistenciales, los niños que viven en circunstancias especiales y todos los que sufren.
A todos brindemos un gesto de acogida, una sonrisa, una compañía, una manifestación de cariño y también cooperemos con las cosas materiales que puedan necesitar y nosotros brindar.
Y por encima de todo, no nos olvidemos que es Jesús el protagonista de las fiestas navideñas, porque su nacimiento es que conmemoramos.
Hagamos una oración en familia, antes de compartir la cena; y los niños, a ser prudentes con el uso de los fuegos artificiales.
¡Feliz Navidad a todos los lectores de Tinmarín! ¡Qué así sea!