En protesta estudiantil atacan carro del príncipe Carlos de Gales
LONDRES.- La violencia está marcando la aprobación por los Comunes del polémico incremento de las tasas universitarias. El Gobierno de coalición ha aprobado a última hora de la tarde con 323 votos a favor y 302 que las tasas universitarias pasen de los actuales 4.100 euros al año a un máximo de 10.700, aunque en general las tasas serán de 7.140 euros y los estudiantes no deberán empezar a pagar ese dinero hasta que se hayan graduado y tengan unos ingresos de al menos 25.000 euros anuales.
Pero la violencia está concitando esta noche más atención que la decisión parlamentaria. Los estudiantes se han enfrentado durante todo el día a la policía en los aledaños del Parlamento y a última hora de la tarde han llegado a atacar en Regent Street el coche en el que viajaban el príncipe de Gales y su esposa, la duquesa de Cornualles, camino de una función teatral, la tradicional gala de la Royal Variety Performance.
Los manifestantes arrojaron un bote de pintura contra el vehículo, empezaron a darle patadas y llegaron a romper uno de los cristales, según un testigo. El coche se marchó del lugar de inmediato y Carlos y Camilla, que no sufrieron ninguna herida, mantuvieron su agenda y acudieron al teatro.
Cientos de policías han protegido durante todo el día el recinto del palacio de Westminster, sede del Parlamento británico, de la ira de los estudiantes, mientras los diputados debatían desde mediodía (la una de la tarde hora peninsular española) la reforma. Miles de estudiantes se han ido concentrando en las cercanías convocados por el Sindicato Nacional de Estudiantes y otras organizaciones.
A lo largo del día se han producido algunos choques entre manifestantes y policía, con fuerzas antidisturbios cargando a caballo contra los estudiantes que intentaban romper el cordón policial. Diez policías ha resultado heridos de consideración y también varias decenas de estudiantes han sufrido heridas leves.
Ha habido varios detenidos. Unos 30.000 estudiantes están participando en las manifestaciones, según el Sindicato Nacional de Estudiantes. La protesta sigue en marcha y la violencia va subiendo de tono, con el lanzamiento de piedras y pedazos de hormigón de considerable tamaño.
El impresionante cordón policial de hoy contrasta con la ,falta de previsión que Scotland Yard tuvo hace un mes, cuando una masiva y pacífica manifestación derivó en escenas de violencia cuando varios cientos de estudiantes ocuparon el edificio en el que se encuentran las oficinas centrales del Partido Conservador en Millbank, a varios cientos de metros del palacio de Westminster.
Pero el ataque al heredero de la corona y también a una conocida tienda de ropa en Oxford Street parece demostrar que la policía se ha visto nuevamente superada por los acontecimientos.
La reforma tiene como objetivo incrementar de forma sustancial las tasas universitarias, que en la actualidad tienen un tope de 3.450 libras al año (4.120 euros) y que pasarían a tener un tope máximo de 9.000 libras (10.750 euros), aunque se estima que las tasas medias estarán en torno a las 7.500 libras (casi 9.000 euros).
Aunque esas cifras pueden dar vértigo, la clave de la reforma es que los estudiantes no han de pagar esas tasas hasta que están trabajando y tienen unos ingresos anuales de más 21.000 libras (25.000 euros).
El Gobierno asegura que la reforma es progresista, que hay numerosos mecanismos para ayudar a los estudiantes de origen humilde y que con los actuales niveles de población que aspira a tener estudios universitarios es imposible que su coste se cargue al bolsillo de los contribuyentes.
El Gobierno ha intentado endulzar la píldora del incremento de las tasas con algunas concesiones de última hora, como la de actualizar anualmente con el IPC el mínimo que han de estar ganando los graduados para empezar a devolver el dinero.
El Instituto de Estudios Fiscales, que se han convertido en el oráculo independiente que dictamina la justicia o injusticia de las grandes propuestas financieras en el país, ha emitido su veredicto esta mañana, tras conocer las últimas concesiones. Su veredicto es mixto: el nuevo sistema es más progresista, más complejo, menos transparente, con mayor carga burocrática y con incentivos perversos.
El ministro de Empresas, el liberal-demócrata Vince Cable, ha abierto este mediodía el debate en los Comunes afirmando que la reforma es "progresista". El debate y sobre todo la posterior votación tienen implicaciones que van mucho más allá del ámbito estudiantil y universitario: es la primera gran prueba de fuego del Gobierno de coalición entre conservadores y liberales-demócratas.
Aunque algunos diputados tories se oponen al aumento de las tasas, es en el seno de los liberales-demócratas donde la reforma realmente escuece.
Los liberales siempre se han opuesto al aumento de las tasas y defendían tradicionalmente la introducción de un impuesto universitario. Sus candidatos en las pasadas elecciones llegaron al extremo de firmar cada uno de ellos en público un documento comprometiéndose a abolir las tasas universitarias si ganaban las elecciones.
Ahora que están en el Gobierno, pero sin tener la sartén por el mango, han tenido que afrontar el dilema de romper su promesa electoral o romper el compromiso que adquirieron al formar la coalición con los conservadores de apoyar la reforma.
El ajustado resultado de la primera votación, que ha recortado a 21 diputados la mayoría de 84 diputados en que se apoya la coalición, hace pensar que la rebelión de diputados liberal-demócratas ha sido sustancial, aunque insuficiente.
Pero la violencia está concitando esta noche más atención que la decisión parlamentaria. Los estudiantes se han enfrentado durante todo el día a la policía en los aledaños del Parlamento y a última hora de la tarde han llegado a atacar en Regent Street el coche en el que viajaban el príncipe de Gales y su esposa, la duquesa de Cornualles, camino de una función teatral, la tradicional gala de la Royal Variety Performance.
Los manifestantes arrojaron un bote de pintura contra el vehículo, empezaron a darle patadas y llegaron a romper uno de los cristales, según un testigo. El coche se marchó del lugar de inmediato y Carlos y Camilla, que no sufrieron ninguna herida, mantuvieron su agenda y acudieron al teatro.
Cientos de policías han protegido durante todo el día el recinto del palacio de Westminster, sede del Parlamento británico, de la ira de los estudiantes, mientras los diputados debatían desde mediodía (la una de la tarde hora peninsular española) la reforma. Miles de estudiantes se han ido concentrando en las cercanías convocados por el Sindicato Nacional de Estudiantes y otras organizaciones.
A lo largo del día se han producido algunos choques entre manifestantes y policía, con fuerzas antidisturbios cargando a caballo contra los estudiantes que intentaban romper el cordón policial. Diez policías ha resultado heridos de consideración y también varias decenas de estudiantes han sufrido heridas leves.
Ha habido varios detenidos. Unos 30.000 estudiantes están participando en las manifestaciones, según el Sindicato Nacional de Estudiantes. La protesta sigue en marcha y la violencia va subiendo de tono, con el lanzamiento de piedras y pedazos de hormigón de considerable tamaño.
El impresionante cordón policial de hoy contrasta con la ,falta de previsión que Scotland Yard tuvo hace un mes, cuando una masiva y pacífica manifestación derivó en escenas de violencia cuando varios cientos de estudiantes ocuparon el edificio en el que se encuentran las oficinas centrales del Partido Conservador en Millbank, a varios cientos de metros del palacio de Westminster.
Pero el ataque al heredero de la corona y también a una conocida tienda de ropa en Oxford Street parece demostrar que la policía se ha visto nuevamente superada por los acontecimientos.
La reforma tiene como objetivo incrementar de forma sustancial las tasas universitarias, que en la actualidad tienen un tope de 3.450 libras al año (4.120 euros) y que pasarían a tener un tope máximo de 9.000 libras (10.750 euros), aunque se estima que las tasas medias estarán en torno a las 7.500 libras (casi 9.000 euros).
Aunque esas cifras pueden dar vértigo, la clave de la reforma es que los estudiantes no han de pagar esas tasas hasta que están trabajando y tienen unos ingresos anuales de más 21.000 libras (25.000 euros).
El Gobierno asegura que la reforma es progresista, que hay numerosos mecanismos para ayudar a los estudiantes de origen humilde y que con los actuales niveles de población que aspira a tener estudios universitarios es imposible que su coste se cargue al bolsillo de los contribuyentes.
El Gobierno ha intentado endulzar la píldora del incremento de las tasas con algunas concesiones de última hora, como la de actualizar anualmente con el IPC el mínimo que han de estar ganando los graduados para empezar a devolver el dinero.
El Instituto de Estudios Fiscales, que se han convertido en el oráculo independiente que dictamina la justicia o injusticia de las grandes propuestas financieras en el país, ha emitido su veredicto esta mañana, tras conocer las últimas concesiones. Su veredicto es mixto: el nuevo sistema es más progresista, más complejo, menos transparente, con mayor carga burocrática y con incentivos perversos.
El ministro de Empresas, el liberal-demócrata Vince Cable, ha abierto este mediodía el debate en los Comunes afirmando que la reforma es "progresista". El debate y sobre todo la posterior votación tienen implicaciones que van mucho más allá del ámbito estudiantil y universitario: es la primera gran prueba de fuego del Gobierno de coalición entre conservadores y liberales-demócratas.
Aunque algunos diputados tories se oponen al aumento de las tasas, es en el seno de los liberales-demócratas donde la reforma realmente escuece.
Los liberales siempre se han opuesto al aumento de las tasas y defendían tradicionalmente la introducción de un impuesto universitario. Sus candidatos en las pasadas elecciones llegaron al extremo de firmar cada uno de ellos en público un documento comprometiéndose a abolir las tasas universitarias si ganaban las elecciones.
Ahora que están en el Gobierno, pero sin tener la sartén por el mango, han tenido que afrontar el dilema de romper su promesa electoral o romper el compromiso que adquirieron al formar la coalición con los conservadores de apoyar la reforma.
El ajustado resultado de la primera votación, que ha recortado a 21 diputados la mayoría de 84 diputados en que se apoya la coalición, hace pensar que la rebelión de diputados liberal-demócratas ha sido sustancial, aunque insuficiente.