El árbol más viejo del mundo tiene 4 mil 840 años
Por: Miguel Artime.
Efectivamente, como puedes ver, en las californianas White Mountains, existe un pino de piña erizada llamado Matusalén, cuya edad se estima en 4.840 años.
Para protegerle de accidentes tan lamentables como el que le sucedió en 1964 a Prometeo (otro antiquísimo árbol de su misma especie), la ubicación de esta criatura arbórea es un secreto.
Y es que si el viejo Matusalén pudiera hablar nos contaría como era el mundo antes de que los humanos construyeran las pirámides de Egipto, y antes incluso de que los ingleses prehistóricos levantaran las piedras de Stonehenge.
Esto le sucedió al árbol llamado Prometeo
En 1964 un estudiante de geología llamado Donald R. Currey llegó al Pico Wheeler para estudiar el momento histórico llamado “La pequeña Edad de Hielo”, periodo frio que abarca del siglo XIV al XIX.
Para ello utilizaba técnicas de la dendrocronología, es decir recopilando datos de los anillos de los árboles. Para ello empleaba unas herramientas de perforación para retirar material del centro del árbol. Con ellas identificó especimenes de más de 4.000 años de edad.
En un momento determinado su perforador anular (broca especial) se rompió o quedó atascado en el interior de un enorme árbol. Así que solicitó permiso al Servicio Forestal de los Estados Unidos para cortar el tronco a una altura de 2,4 metros sobre el suelo y dejar al aire una tajo horizontal para su estudio.
Cuando contó los anillos del tronco, descubrió que el árbol (conocido como Prometeo) tenía más de 4.844 años de edad. Más tarde, el dendrocronólogo Don Graybill, obtuvo muestras más cercanas al suelo, y demostró que tenía 4.862 años de edad – el ser vivo más antiguo jamás descubierto. Lamentablemente, y debido a los metodos aprendidos en la universidad, el aprendiz de geologo acabó con la vida de este espécimen.
El pino de bristlecone (Pinus longaeva) fue identificado por el doctor Edmund Schulman como una especie muy longeva. Este realizó una serie de exploraciones por las Montañas Blancas (White Mountains) de California en 1954. Shulman descubrió que los pinos más ancianos crecían a alturas superiores a los 3.000 metros, en áreas rocosas y áridas de la Gran Cuenca que cubre el estado de Nevada y partes del de Utah y California.
En la Gran Cuenca (Great Basin) las condiciones meteorológicas varían mucho con la altitud. A finales de primavera y principios del verano, los días en el valle son calidos, pero la nieve todavia no se han derretido en las cotas altas. La Gran Cuenca es un desierto, con una humedad relativamente baja y fuertes descensos en la temperatura por la noche. En el verano, por la tarde se producen fuertes tormentas eléctricas.
Así que estos árboles viven en una zona de clima muy variable, escaasa humedad y al límite de la línea de vegetación arbórea. A menudo parecen estar muertos, con apenas una parte del tronco cubierta por corteza y hojas. Aunque, en verdad se trata de una estrategia de crecimiento que responde a los rigores del clima y la multitud de rayos que caen en la zona. Esta atipica fisonomía les permite sobrevivir con recursos muy limitados.
Efectivamente, como puedes ver, en las californianas White Mountains, existe un pino de piña erizada llamado Matusalén, cuya edad se estima en 4.840 años.
Para protegerle de accidentes tan lamentables como el que le sucedió en 1964 a Prometeo (otro antiquísimo árbol de su misma especie), la ubicación de esta criatura arbórea es un secreto.
Y es que si el viejo Matusalén pudiera hablar nos contaría como era el mundo antes de que los humanos construyeran las pirámides de Egipto, y antes incluso de que los ingleses prehistóricos levantaran las piedras de Stonehenge.
Esto le sucedió al árbol llamado Prometeo
En 1964 un estudiante de geología llamado Donald R. Currey llegó al Pico Wheeler para estudiar el momento histórico llamado “La pequeña Edad de Hielo”, periodo frio que abarca del siglo XIV al XIX.
Para ello utilizaba técnicas de la dendrocronología, es decir recopilando datos de los anillos de los árboles. Para ello empleaba unas herramientas de perforación para retirar material del centro del árbol. Con ellas identificó especimenes de más de 4.000 años de edad.
En un momento determinado su perforador anular (broca especial) se rompió o quedó atascado en el interior de un enorme árbol. Así que solicitó permiso al Servicio Forestal de los Estados Unidos para cortar el tronco a una altura de 2,4 metros sobre el suelo y dejar al aire una tajo horizontal para su estudio.
Cuando contó los anillos del tronco, descubrió que el árbol (conocido como Prometeo) tenía más de 4.844 años de edad. Más tarde, el dendrocronólogo Don Graybill, obtuvo muestras más cercanas al suelo, y demostró que tenía 4.862 años de edad – el ser vivo más antiguo jamás descubierto. Lamentablemente, y debido a los metodos aprendidos en la universidad, el aprendiz de geologo acabó con la vida de este espécimen.
El pino de bristlecone (Pinus longaeva) fue identificado por el doctor Edmund Schulman como una especie muy longeva. Este realizó una serie de exploraciones por las Montañas Blancas (White Mountains) de California en 1954. Shulman descubrió que los pinos más ancianos crecían a alturas superiores a los 3.000 metros, en áreas rocosas y áridas de la Gran Cuenca que cubre el estado de Nevada y partes del de Utah y California.
En la Gran Cuenca (Great Basin) las condiciones meteorológicas varían mucho con la altitud. A finales de primavera y principios del verano, los días en el valle son calidos, pero la nieve todavia no se han derretido en las cotas altas. La Gran Cuenca es un desierto, con una humedad relativamente baja y fuertes descensos en la temperatura por la noche. En el verano, por la tarde se producen fuertes tormentas eléctricas.
Así que estos árboles viven en una zona de clima muy variable, escaasa humedad y al límite de la línea de vegetación arbórea. A menudo parecen estar muertos, con apenas una parte del tronco cubierta por corteza y hojas. Aunque, en verdad se trata de una estrategia de crecimiento que responde a los rigores del clima y la multitud de rayos que caen en la zona. Esta atipica fisonomía les permite sobrevivir con recursos muy limitados.