Dolorosas historias de viajeras engañadas

Por: Petra Saviñón

Intranquila, a punto de echarse a llorar, Sarah Rivera empieza a contar los tortuosos momentos que vivió durante 14 meses encerrada en un prostíbulo de Argentina.

“Una prima de mi novio era la que hacía los viajes. Me dijo que les avisara a las muchachas que quisieran irse, que había vacante para trabajadoras domésticas, estilistas y bailarinas. Yo soy maquillista”, narra.

La mujer llegó incluso a falsificar contratos de trabajo que entregó a las 15 chicas que fueron secuestradas en un burdel porteño, obligadas a sostener relaciones sexuales con clientes y sometidas a todo tipo de vejaciones.

Se les dijo que pagarían solo la mitad del pasaje y que la otra se la descontarían cuando empezaran a trabajar.

“Esa es una de las maneras de retener a las tratadas, hasta que no pagan no se le devuelve el pasaporte. El problema es que en muchas ocasiones se les cobra hasta cuatro veces el precio del vuelo”, explica el asesor en materia de migración Tulio Ramos.

Sin documentos, sin dinero y sin parientes a quien recurrir, Sarah tuvo que obedecer las órdenes del dueño del negocio, al que más tarde la policía argentina apresó. Las 40 empleadas de cinco naciones distintas fueron deportadas.

“Me cobraban la comida aunque no la consumiera. No me dejaban elegir a los clientes y hasta me obligaron a hacer orgías. No podíamos salir a la calle ni hablar con las otras. Nos daban drogas dizque para relajarnos”.

El Centro de Orientación e Investigación Integral (Coin) estima que al menos 200, 000 dominicanas están en manos de tratantes de personas. Aunque no hay una cifra exacta, organizaciones no gubernamentales indican que a Aruba, San Martín, Trinidad y Tobago, Curazao, Argentina, España y Suiza son llevadas engañadas cada año un promedio de 4,000 a 5, 000 mujeres.

Sometidas a explotación sexual, hay cerca de un 58 por ciento, un 31 % a trabajo doméstico forzado, y a labores riesgosas, con bajos salarios y víctimas de discriminación racial y sexual. Usadas como mulas en el tráfico de estupefacientes, 19 por ciento.

Pero los horizontes de los tratantes se amplían y sus redes llegan hasta Mauricio, Chipre y Libia, países en los que 16 dominicanas denunciaron a sus empleadores por retención contra su voluntad y por obligarlas a prostituirse.

Más horror

Si la historia de Sarah es dolorosa, la de Anny Gutiérrez es peor. “La gente dice que sabemos a qué vamos. En mi caso no fue así, me dijeron que trabajaría como doméstica y hasta me pusieron a hablar con la persona que me contrataría”.

En lugar de eso la llevaron a un lupanar de Aruba, donde según el certificado médico que presentó al tribunal le arrancaron dos dientes y le provocaron una lesión en el ojo izquierdo.

A Carolina Alcántara le pasó algo similar. Narra que fue llevada a una casa de cita en San Martín, donde en ocho días la torturaron y le sacaron las uñas de los pies, por negarse a tener sexo con los parroquianos.

Sobres esos casos, el Departamento de Tráfico Ilícito de Migrantes y Trata de Personas y la Cancillería dicen que investigan, pero nada se ha dado a conocer. Alegan que en la trata es más difícil comprobar culpabilidad que en el tráfico ilegal. En ocasiones se combinan ambos elementos.

Como medida, la Procuraduría General lanzó la campaña contra la trata humana “Llama y vive”. El procurador general Radhamés Jiménez definió esa infracción como un negocio prolífero que corroe a toda la sociedad, y que “fruto de esas ventajas económicas se ha convertido en un crimen organizado transnacional debido a los altos índices de pobreza que imperan en los países subdesarrollados”.

Sin embargo, Coin indica que uno de los principales problemas identificados es la falta de coordinación entre autoridades y las organizaciones que trabajan contra esos delitos.

Mientras los organismos responsables se ponen de acuerdo sobre quién y cómo se dirigen las investigaciones, miles de personas son víctimas de tratantes.
(Fuente: Mi Pais.Com)
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