sacerdote Silva niega instigara para golpe contra Juan Bosch
Ramón Urbáez
Santo Domingo. Yo soy golpista, nunca he sido golpista, no participé en nada que tuviera que ver con el golpe de Estado contra Juan Bosch en 1963.
Llevo 47 años oyendo la misma acusación, soportando la misma mentira y sufriendo por la misma calumnia...”.
A sus 82 años y con una vida activa como si tuviera 40, el padre
Rafael Marcial Silva, en su despacho de la parroquia de Arroyo Hondo, recordó que fue cancelado como capellán de la Fuerza Aérea (FAD) por el presidente Bosch, el 16 de julio de 1963, dos meses antes del golpe que depuso al primer gobierno democrático desde el derrocamiento de Horacio Vásquez en 1930.
Ahora le sale al frente a una nueva versión de su presunta participación en el golpe contra el Gobierno Constitucional la madrugada del 25 de septiembre de 1963, publicada en el libro
“La democracia revolucionaria”, de René Fortunato, puesto a circular el lunes por el Senado de la República.
“No soy golpista ni remotamente, pero reconozco que mi defensa a la fe católica pudo mal intepretarse”, dijonRafael Marcial Silva, sacerdote católicol
Lamentó todo lo que ha ocurrido después del golpe de 1963 y lo calificó una gran tragedia, un gran desastre que ha acarreado muertes, dolor y sufrimientos al pueblo dominicano.
“No me siento culpable de nada, porque solo defendí los principios de la fe cristiana, y la iglesia nunca conspiró para que se diera ese golpe de Estado que significó un retroceso de muchos años para el desarrollo y el progreso”.
Chismes y mentiras
“Bosch me canceló, pero no por golpista ni conspirador, sino por chismes y mentiras que le contaban, porque para participar en un golpe de Estado uno tenía que ser representante de Estados Unidos, que patrocinaba los golpes en América Latina, o un jefe militar de poder en las Fuerzas Armadas y con influencia en la clase gobernante, y yo no era nada de eso”.
Dijo que a Bosch lo tumbó Estados Unidos, los mandos recalcitrantes de las Fuerzas Armadas y gente con poder económico que se estaba enriqueciendo con los bienes de Trujillo, gente a quienes Bosch no le convenía como Presidente.
“Yo era un simple sacerdote de la iglesia católica, y eso he sido siempre, sólo un sacerdote”.
“Yo nunca fui golpista, ni la iglesia católica quería golpe de Estado, yo reconozco las bondades de don Juan, que fue un hombre muy honesto, que no robó ni mató, y quizá por eso lo tumbaron, porque no quiso hacer lo que hicieron otros que gobernaron esos años antes que él”.
Marcial Silva aclaró que Bosch de manera personal nunca lo acusó de golpista ni de conspirador en 38 años que vivió después del golpe, sino que, por el contrario, cuando regresó tras la Guerra de Abril de 1965 lo visitó en su casa de la avenida Independencia.
La cancelación
Sobre el expediente de su cancelación como capellán, dijo que era necesario que se aclarara, porque se produjo por intrigas y chismes que le contaban al Presidente, y no porque tuviera vinculado a ninguna conspiración.
Explicó Marcial Silva, que una tarde, luego de una procesión en la iglesia Del Carmen, le dijeron que Bosch acababa de quitarlo a él como capellán. “A usted y al mayor Rolando Haché”, respondiendo él a su vez que podía hacerlo porque Bosch era el Presidente.
Lo que nunca aceptó –dijo– fue que se dijera que lo quitaron por “mal capellán y cura político”, porque como capellán fue un hombre de historia, estudios y de paz, y como sacerdote nunca se inmiscuyó en política. “Mi misión era pastoral y las necesidades espirituales de los soldados”.
No negó que alguna vez algún militar le preguntara qué le parecía el gobierno, a lo que simplemente respondía: “No sé, hay que esperar que se desarrollen las cosas y se consolide la democracia”.
El sacerdote apuntó que todos sabían que a Bosch le simpatizaba Fidel Castro y que tenía ideas que podían entenderse como comunistas, contrarias al sistema democrático y la doctrina de la iglesia, pero que eso no era justificación para que se le diera un golpe de Estado.
Con Bosch
Alejado del mundo social y político desde hace más de 40 años, el padre Marcial Silva se queja de que cada vez que se acerca el 25 de septiembre, oye de nuevo las acusaciones y los reproches por “algo que nunca pasó por mi mente, algo tan traumático y que causó tantas muertes y sufrimientos”.
Rechazó que en el libro de Fortunato se incluyeran fotografías de un momento en que bendecía una obra en la Fuerza Aérea, con sus ornamentos sacerdotes, y que escribieran al lado que él arengaba las tropas para que dieran un golpe de Estado.
Recordó que meses antes del golpe estuvo en el Palacio Nacional junto a otro sacerdote de apellido Torres, y que Bosch lo recibió con mucho respeto y cortesía, pero que después, cuando Bosch regresó al país al terminar la guerra de 1965, lo visitó en su casa.
“Me invitó una persona que era de Salcedo llamado Javier, aunque no recuerdo su apellido, deseaba que yo fuera a saludar a Bosch, al principio me negué por lo que se dijo de mí, pero después fui, y Bosch me recibió con amabilidad”. Celebró misa y luego hablaron de muchos temas, menos del golpe de Estado.
“Creo que Bosch con mi presencia, quería darle alguna confianza a los militares que entonces eran de su escolta y a sectores que aún lo hostigaban y lo acusaban de comunista”.
Al padre Marcial le molesta que personas que no conocen su verdadera misión como sacerdote digan las mismas cosas y escriban en libros de historia lo que “los niños del colegio que dirijo leen y creen que el padre Marcial es un golpista”.
SIEMPRE FUE AMIGO DE FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ
Durante la entrevista, el padre Marcial reveló que fue amigo de Rafael Fernández Domínguez, a quien conoció en la Fuerza Aérea, y que luego después cuando éste se encontraba exiliado en España se encontraron algunas veces en Madrid.
“Conversábamos sobre distintos temas y asuntos del país, y también fui amigo de muchos oficiales, y ninguno nunca me ha acusado de nada, ni me enrostraron que yo fuera conspirador desde la Fuerza Aérea”.
Agregó que si él hubiese pedido a los militares de San Isidro que tumbaran a Bosch, alguno de esos valientes oficiales, que participaron en la guerra de Abril, lo hubieran acusado públicamente. “Pero siguieron siendo mis amigos y me han tratado con el mismo respeto siempre”.
Dijo que los que acusan no tienen ninguna prueba para hacerlo, lo que sí pueden decir es que él defendía los principios de la iglesia y de su fe, y reconoció que entonces Bosch tenía ideas raras y que no hablaba sobre la iglesia, ni la religión, incluso evadía ese tema cuando se lo mencionaban.
Precisó que la iglesia y los católicos tienen el derecho de defender su fe y siempre, a través de la historia, han defendido sus principios contra todas las doctrinas que quieren destruirla, y que eso no puede interpretarse como una abierta conspiración para darle un golpe de Estado a Juan Bosch, como se ha insinuado a través de estos últimos 47 años.
Marcial Silva lamentó el golpe de Estado y dijo que al analizar todo lo que pasó, las matanzas, violaciones, abusos, sufrimientos y dolores, que ha pasado el pueblo dominicano, después de 1963, tenemos que concluir que fue una verdadera tragedia, un desatre.
“Ese es mi juicio histórico sobre ese golpe, en el que no tuve ninguna vinculación, ni tengo por qué arrepentirme, porque no participé en ninguna conspiración, ni la iglesia pretendió nunca ningún golpe de Estado”.
Santo Domingo. Yo soy golpista, nunca he sido golpista, no participé en nada que tuviera que ver con el golpe de Estado contra Juan Bosch en 1963.
Llevo 47 años oyendo la misma acusación, soportando la misma mentira y sufriendo por la misma calumnia...”.
A sus 82 años y con una vida activa como si tuviera 40, el padre
Rafael Marcial Silva, en su despacho de la parroquia de Arroyo Hondo, recordó que fue cancelado como capellán de la Fuerza Aérea (FAD) por el presidente Bosch, el 16 de julio de 1963, dos meses antes del golpe que depuso al primer gobierno democrático desde el derrocamiento de Horacio Vásquez en 1930.
Ahora le sale al frente a una nueva versión de su presunta participación en el golpe contra el Gobierno Constitucional la madrugada del 25 de septiembre de 1963, publicada en el libro
“La democracia revolucionaria”, de René Fortunato, puesto a circular el lunes por el Senado de la República.
“No soy golpista ni remotamente, pero reconozco que mi defensa a la fe católica pudo mal intepretarse”, dijonRafael Marcial Silva, sacerdote católicol
Lamentó todo lo que ha ocurrido después del golpe de 1963 y lo calificó una gran tragedia, un gran desastre que ha acarreado muertes, dolor y sufrimientos al pueblo dominicano.
“No me siento culpable de nada, porque solo defendí los principios de la fe cristiana, y la iglesia nunca conspiró para que se diera ese golpe de Estado que significó un retroceso de muchos años para el desarrollo y el progreso”.
Chismes y mentiras
“Bosch me canceló, pero no por golpista ni conspirador, sino por chismes y mentiras que le contaban, porque para participar en un golpe de Estado uno tenía que ser representante de Estados Unidos, que patrocinaba los golpes en América Latina, o un jefe militar de poder en las Fuerzas Armadas y con influencia en la clase gobernante, y yo no era nada de eso”.
Dijo que a Bosch lo tumbó Estados Unidos, los mandos recalcitrantes de las Fuerzas Armadas y gente con poder económico que se estaba enriqueciendo con los bienes de Trujillo, gente a quienes Bosch no le convenía como Presidente.
“Yo era un simple sacerdote de la iglesia católica, y eso he sido siempre, sólo un sacerdote”.
“Yo nunca fui golpista, ni la iglesia católica quería golpe de Estado, yo reconozco las bondades de don Juan, que fue un hombre muy honesto, que no robó ni mató, y quizá por eso lo tumbaron, porque no quiso hacer lo que hicieron otros que gobernaron esos años antes que él”.
Marcial Silva aclaró que Bosch de manera personal nunca lo acusó de golpista ni de conspirador en 38 años que vivió después del golpe, sino que, por el contrario, cuando regresó tras la Guerra de Abril de 1965 lo visitó en su casa de la avenida Independencia.
La cancelación
Sobre el expediente de su cancelación como capellán, dijo que era necesario que se aclarara, porque se produjo por intrigas y chismes que le contaban al Presidente, y no porque tuviera vinculado a ninguna conspiración.
Explicó Marcial Silva, que una tarde, luego de una procesión en la iglesia Del Carmen, le dijeron que Bosch acababa de quitarlo a él como capellán. “A usted y al mayor Rolando Haché”, respondiendo él a su vez que podía hacerlo porque Bosch era el Presidente.
Lo que nunca aceptó –dijo– fue que se dijera que lo quitaron por “mal capellán y cura político”, porque como capellán fue un hombre de historia, estudios y de paz, y como sacerdote nunca se inmiscuyó en política. “Mi misión era pastoral y las necesidades espirituales de los soldados”.
No negó que alguna vez algún militar le preguntara qué le parecía el gobierno, a lo que simplemente respondía: “No sé, hay que esperar que se desarrollen las cosas y se consolide la democracia”.
El sacerdote apuntó que todos sabían que a Bosch le simpatizaba Fidel Castro y que tenía ideas que podían entenderse como comunistas, contrarias al sistema democrático y la doctrina de la iglesia, pero que eso no era justificación para que se le diera un golpe de Estado.
Con Bosch
Alejado del mundo social y político desde hace más de 40 años, el padre Marcial Silva se queja de que cada vez que se acerca el 25 de septiembre, oye de nuevo las acusaciones y los reproches por “algo que nunca pasó por mi mente, algo tan traumático y que causó tantas muertes y sufrimientos”.
Rechazó que en el libro de Fortunato se incluyeran fotografías de un momento en que bendecía una obra en la Fuerza Aérea, con sus ornamentos sacerdotes, y que escribieran al lado que él arengaba las tropas para que dieran un golpe de Estado.
Recordó que meses antes del golpe estuvo en el Palacio Nacional junto a otro sacerdote de apellido Torres, y que Bosch lo recibió con mucho respeto y cortesía, pero que después, cuando Bosch regresó al país al terminar la guerra de 1965, lo visitó en su casa.
“Me invitó una persona que era de Salcedo llamado Javier, aunque no recuerdo su apellido, deseaba que yo fuera a saludar a Bosch, al principio me negué por lo que se dijo de mí, pero después fui, y Bosch me recibió con amabilidad”. Celebró misa y luego hablaron de muchos temas, menos del golpe de Estado.
“Creo que Bosch con mi presencia, quería darle alguna confianza a los militares que entonces eran de su escolta y a sectores que aún lo hostigaban y lo acusaban de comunista”.
Al padre Marcial le molesta que personas que no conocen su verdadera misión como sacerdote digan las mismas cosas y escriban en libros de historia lo que “los niños del colegio que dirijo leen y creen que el padre Marcial es un golpista”.
SIEMPRE FUE AMIGO DE FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ
Durante la entrevista, el padre Marcial reveló que fue amigo de Rafael Fernández Domínguez, a quien conoció en la Fuerza Aérea, y que luego después cuando éste se encontraba exiliado en España se encontraron algunas veces en Madrid.
“Conversábamos sobre distintos temas y asuntos del país, y también fui amigo de muchos oficiales, y ninguno nunca me ha acusado de nada, ni me enrostraron que yo fuera conspirador desde la Fuerza Aérea”.
Agregó que si él hubiese pedido a los militares de San Isidro que tumbaran a Bosch, alguno de esos valientes oficiales, que participaron en la guerra de Abril, lo hubieran acusado públicamente. “Pero siguieron siendo mis amigos y me han tratado con el mismo respeto siempre”.
Dijo que los que acusan no tienen ninguna prueba para hacerlo, lo que sí pueden decir es que él defendía los principios de la iglesia y de su fe, y reconoció que entonces Bosch tenía ideas raras y que no hablaba sobre la iglesia, ni la religión, incluso evadía ese tema cuando se lo mencionaban.
Precisó que la iglesia y los católicos tienen el derecho de defender su fe y siempre, a través de la historia, han defendido sus principios contra todas las doctrinas que quieren destruirla, y que eso no puede interpretarse como una abierta conspiración para darle un golpe de Estado a Juan Bosch, como se ha insinuado a través de estos últimos 47 años.
Marcial Silva lamentó el golpe de Estado y dijo que al analizar todo lo que pasó, las matanzas, violaciones, abusos, sufrimientos y dolores, que ha pasado el pueblo dominicano, después de 1963, tenemos que concluir que fue una verdadera tragedia, un desatre.
“Ese es mi juicio histórico sobre ese golpe, en el que no tuve ninguna vinculación, ni tengo por qué arrepentirme, porque no participé en ninguna conspiración, ni la iglesia pretendió nunca ningún golpe de Estado”.