Dicen preparaban a Ranfis Trujillo para suceder a su padre‏

Wendy Santana
wendy.santana@listindiario.com

“Ser o no ser”. Esa frase que es el símbolo universal de la duda desde el éxito de la obra teatral “Hamlet”, sobre un príncipe ficticio de Dinamarca que se debatía entre la conveniencia de vivir o morir, hacer el bien o el mal, la escenificó Ramfis Trujillo en Santo Domingo, en 1959.
Se calcula que el dramaturgo inglés William Shakespeare compuso esa obra entre 1599 y 1601 en un país europeo donde la vida era muy diferente a la que se vivía en el Caribe 400 años después:
“Ciudad Trujillo”, pero, al parecer, las esencias del ser eran las mismas.
El dilema de Rafael Leónidas Trujillo Martínez (Ramfis), hijo del mayor dictador de América, era el siguiente:
¿Qué debe ser mejor:
Optar por el alma noble revelándote contra los tuyos o seguir siendo parte de la corrupción moral?, como se preguntaba el personaje Hamlet.
Guido D’Alessandro (Yuyo), quien fue cuñado y amigo personal y de rondas bohemias de Ramfis, y al mismo tiempo sobrino del mártir Manolo Tavárez Justo, e hijo de Guido D’Alessandro Lombardi, un hombre que repudiaba la dictadura porque había vivido la de Benito Mussolini en Italia, se atreve a asegurar que su camarada quiso en un momento cambiar el rumbo que llevaba el país.
Cuestionamientos Al abrir las puertas de su casa al equipo de LISTÍN DIARIO que realiza la serie sobre Trujillo; sus heroínas, y los testigos de esa “Era”, Yuyo enfrenta los cuestionamientos de por qué nadaba entre dos aguas y explica en detalles que por asuntos de familiaridad tuvo que compartir con “el bien y el mal” y se pudo percatar de que en su amigo hubo momentos de buenas intenciones.
Como testigo de los hechos relata que en 1959 Ramfis asistía todas las semanas a las reuniones convocadas por el sacerdote Oscar Robles Toledano; Rafael Francisco Bonnelly (Fello) y otros pensadores de entonces, para hablar de política cambiante.
También dice que era muy amigo del padre Juan Fernando Posada, que escuchaba atento sus consejos y que, incluso, quería casarse por la iglesia católica con su primera esposa, Octavia Ricart (Tantana), hermana de Josefina Ricart, esposa de Guido D’Alessandro, pero por la enemistad de Trujillo con los sacerdotes católicos no pudo realizar su deseo.
Momento de transición En Ramfis estaba la esperanza de esas personalidades de realizar una transición de manera pacífica, en vez de la guerra contra el tirano, como planeaba gran parte de la población para instaurar un sistema democrático.
Pero este joven, de apenas 32 años en la víspera de la muerte de su padre, lleno de vida, dinero y admiración de decenas de mujeres, no llegó a tomar la decisión, a pesar de ser muy convincentes los argumentos planteados para que sucediera a su padre.
Los religiosos le decían que él tenía la obligación y el deber de suceder a su padre y que en sus manos estaba la responsabilidad de ejecutar el proceso de democratización antes de que faltase, para asegurar la estabilidad política y económica del país.
La clase intelectual le hacía hincapié en que debía prepararse para llevar al país a una democracia porque ya la dictadura no proseguía en pleno siglo XX.
“Él vivía luchando entre el bien y el mal. Yo soy testigo de eso. Incluso, se lo dije a Manolo y a Minerva (Mirabal) y ellos no lo creyeron porque era muy difícil creerlo.
Él (Ramfis) tenía que deshacerse de todo lo que tenía para poder entrar en un proceso democrático.
Yo estuve ahí en esas reuniones con Fello y Robles Toledano, que me invitaban por ser yo amigo de Ramfis.
Él mismo me invitó también”, confiesa Yuyo.
Cita que asistían otros amigos, entre ellos Marcos Gómez, Andrés Alba Valera (Papito) y Víctor Sued Recio. Sin ansias de poder Pero Ramfis no tenía las ansias de poder que tenía Trujillo cuando derrocó a Horacio Vásquez e impuso su gobierno con la ayuda de Rafael Estrella Ureña, ni la necesidad de llegar por encima de los demás, porque lo tenía todo.
También le faltó el coraje de enfrentar a su padre, asumiendo el reto de darle al país la democracia demandada.
Trujillo lo había percibido como el sucesor de su dinastía a su imagen y semejanza, nombrándolo coronel desde los cinco años y educándolo bajo los principios del régimen dictatorial. Surge ahí su dilema: Ser o no ser.
Ramfis había defraudado a Trujillo al ser expulsado de la Escuela de Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos, en Fort Leavenworth, Kamsas, por violar los procedimientos y exceder en gastos y comportamientos impropios de un militar con perfi l político.
La única acción que compensaría el disgusto de Trujillo era seguir sus pasos.
A juicio de Yuyo, “Ramfis cambió su forma de pensar cuando fue a Estados Unidos a estudiar a la Escuela de Jefatura de Estado Mayor y lo expulsaron.
Cuando vino, era enemigo de los norteamericanos, de Jhonny Habbes, incluso de sus tíos. Vino decidido a estar en el otro lado y hasta forzó a Trujillo a ayudar a Fidel Castro y a venderle armas para su guerrilla”.
Narra también que en la Fuerza Aérea Dominicana, que él dirigía, no había un militar con sangre en las manos y que a los pilotos no les gustaba esa matanza de gente, hasta que Ramfis decidió complacer a su padre mostrándole la “fortaleza” que no pudo adquirir en la formación militar, ordenando y encabezando actos de fusilamientos políticos.
PLAN DE RAMFIS ANTE LA AUSENCIA DE SU PADRE Primero:
Instituir una dinámica evolutiva orientada al establecimiento de un sistema democrático, una transición ordenada mediante una contienda electoral ejemplar.
Segundo:
Asegurar tanto la integridad y moral de las Fuerzas Armadas como su tranquilidad.
Tercero:
Preservar del deterioro y enajenamiento, las instituciones y los bienes de Estado, así como el respeto a las arcas nacionales.
Cuarto:
Someter al orden cualquier brote de violencia que atente contra la seguridad nacional.
Quinto:
Proceder de inmediato a la implementación de un plan que daría destino permanente y usufructo disciplinado de todos los bienes propiedad de la familia Trujillo.
Tomado del libro “Trujillo, mi padre, en mis memorias, Angelita”, de la hermana de Ramfis, Angelita Trujillo.
HUELLAS DE LA VIDA DE RAMFIS TRUJILLO RICO DE CUNA Y HEREDERO DEL PODERRamfis Trujillo es conocido como un niño mimado y malcriado de su padre, a quien le complacían todos sus caprichos desde pequeño, por ser el primer hijo del matrimonio compuesto por Rafael Leónidas Trujillo Molina y María Martínez.
Ha sido catalogado, también, como un playboy irresponsable al que sólo le interesaba la vida de placeres y lujos, y que siempre actuó con brutalidad y crueldad contra quienes consideraba enemigos de su padre.
SECRETO FAMILIAR NUNCA DESMENTIDO Ramfis nació en el 1929 y sus padres se casaron en el 1935, motivo por el cual se ha dado crédito a la versión de que realmente era hijo del cubano Rafael Dominici, quien tuvo una relación sentimental con María Martínez y no quiso reconocer como suyo a la criatura que llevaba en el vientre.
La versión, no confirmada ni tampoco negada, da cuenta de que Rafael Trujillo aceptó al niño como suyo y que Dominici desapareció misteriosamente.
MOTIVO DE SU FRACASO MILITAR Ramfis faltaba con frecuencia a las aulas en la Escuela de Estado Mayor de Estdos Unidos, a mediados de los años 50; incurrió en gastos excesivos y asumió la conducta de su amigo Porfirio Rubirosa, llena de romances con estrellas de Hollywood, entre ellos el de Kim Novak.
Se hizo notar por sus compras de automóviles de lujo, abrigos de visón y joyas para obsequiar a sus conquistas.
EN UN SANATORIO CON ELECTROSHOCK La presión de su padre de que fuera un hombre de gran altura militar y gubernamental y el fracaso que lo embargaba llevaron a Ramfis a caer en un estado depresivo, a veces violento e inestable.
Por sus actividades delictivas, participación en violaciones en grupo de mujeres y órdenes desmedidas de asesinatos, en 1958 Trujillo lo envió a un sanatorio en Bélgica, donde le diagnosticaron padecimiento de trastornos emocionales.
MOMENTO DE LAS FIRMES DECISIONES Tras el asesinato de su padre, Ramfis, que se encontraba en extranjero, se puso de inmediato presente, siendo el hombre determinante en el país a pesar de que el doctor Joaquín Balaguer, que era vicepresidente de Trujillo, había asumido la Presidencia como dicta la Constitución.
No obstante, dejó claro ante la población que su intención era retirarse de la vida militar tan pronto se normalizara la situación del país y que todo “dependería de Balaguer”, ya que sus propios problemas económicos estaban resueltos y que para él era un sacrificio convertirse en la mano fuerte de la República Dominicana. Manifestó sus intenciones de venganza y afirmó:
“Seré tan implacable como papi.
Los quiero a todos vivos”, y cuando los tuvo, los linchó.
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