Guerra Mundial
VIERNES, 09 SEPTIEMBRE, 2022: Para el papa Francisco estamos viviendo, por lo de Ucrania, una guerra mundial y pide, por favor, detenerla, mientras António Guterres, secretario general de la ONU, considera que “la humanidad está a un error de cálculo de la aniquilación nuclear”.
Ambos no están errados en sus observaciones, porque esa guerra, por sus consecuencias, se ha tornado mundial y estamos a punto de que suceda lo peor si ocurre ese “error de cálculo”.
Sobre esto último un ejemplo es la central nuclear Zaporiyia, la más grande de Europa, en cuyos alrededores se combate y explotan potentes bombas, pero el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que estuvo en el lugar, no se atreve a llamar a las cosas por su nombre.
Si desde hace más de seis meses cayó en manos de fuerzas rusas, que no solo la controlan sino que la mantienen en operación con el personal ucraniano, y si hay bombardeos en sus proximidades, salvo que los rusos se estén bombardeando a sí mismos, es el ejército de Ucrania el que lo hace.
Pero en la ONU justifican a Zelensky al decir que la culpa es de Rusia por agresor, cuando se impone abogar por una zona de exclusión o seguridad en sus inmediaciones para que no llegue la catástrofe.
Con riesgos extremos de este calibre no se puede andar con paños tibios. Hay que decirlo categóricamente, como lo hizo Amnistía Internacional y recibió todo tipo de críticas por documentar con un informe su denuncia de que las fuerzas ucranianas ponen en peligro a la población civil al “operar sistemas de armas en zonas habitadas por civiles, incluso en escuelas y hospitales”.
Por ser Putin el agresor hay aspectos que se callan, para caer simpáticos o complacer intereses, pero con mucha irresponsabilidad de por medio.
Es necesario llamar la atención, sin distingos, de los involucrados en esta guerra cruel, inclusive a aquellos países que azuzan y también a los que nunca se les ha visto propugnar por una salida, para que escuchen al papa Francisco cuando implora a “los responsables de las naciones, que escuchen el grito de paz”.
Editorial El Caribe