Quisieron encubrir un crimen con múltiples mentiras
Por Felipe Mora
MIÈRCOLES, 11 MAYO, 2022: Aún no se ha explicado con lujo de detalles qué delito cometió David de los Santos, aparte de un simple cruce de palabras con una mujer en plaza Ágora. Por esa simpleza, este joven perdió la vida, luego de ser torturado de forma implacable por oficiales y alistados policiales que todo indica nunca han tenido un ápice de humanidad. Lo mismo los tres forajidos que estaban presos.
Desde que David fue entregado a la Policía y conducido en calidad de detenido al destacamento que lo transportó a la muerte, el de Naco ¿qué delito cometió este joven para merecer todo tipo de tortura, y posteriormente morir por esa causa? ¿Fue condenado a ese suplicio por ese simple intercambio de palabras con una mujer?
Desde ahí se comienza a mentir a la sociedad dominicana, que ha condenado en todas sus formas ese vil asesinato. El periplo y las respuestas que recibieron los familiares y amigos de David en el destacamento y dos hospitales constituyeron todo un rosario de mentiras tras mentiras.
Son alto conocidas las sucesivas mentiras en que incurrieron oficiales y subalternos de la Policía destacados en el destacamento de Naco, donde el Ministerio Público pudo comprobar que se cometieron sucesivos abusos contra el joven David de los Santos.
Tras la entrada de David al establecimiento donde ella labora, la mujer en cuestión se querelló con la seguridad de la plaza. Y ahí comenzó el via crucis de este muchacho, deportista y de gran formación familiar, según reportes divulgados.
¿Porqué esa mujer públicamente no ha dado la cara? ¿Porqué las grabaciones de cámaras del establecimiento no presentan el diálogo sostenido entre él y ella? Ese intercambio de palabras entre David y ella no era motivo para que este joven perdiera la vida en un hecho que ha puesto en entredicho el verdadero rol que debe ejercer la Policía Nacional como real garante de la seguridad ciudadana.
Los culpables de esa muerte suman un mayor número que los nombres dados a conocer.