¿Todos contra la ADP?

Por Félix Betances

LUNS, 17 ENERO, 2022: La Asociación Dominicana de Profesores (ADP) a raíz del llamado a clases o reinicio de clases en la continuidad del año lectivo 2021-2022, ha adoptado una posición de cierre en lo concerniente a retornar presencialmente a las aulas.

Los motivos de dicha reticencia son obvios, dado el alto nivel de contagios del covid-19, que las propias autoridades de salud han venido reportando día tras día.

Sin embargo, esto no es razón suficiente para dejar de impartir la docencia presencial ya que según alegan las autoridades e instituciones diversas, es el único sector de la vida social que mantiene cerradas las puertas dado que todos los demás sectores están en normal funcionamiento.

Por su lado, la ADP alega entre otras cosas, el contagio de más de diez mil maestros en todo el país cosa que es minimizada por las fuerzas que han unido sus voces para reclamar y hasta amenazar si se quiere, al sector magisterial.

Es cierto que la ADP ha perdido cierto nivel de apoyo en la población, debido precisamente a la forma en que casi siempre ha manejado sus luchas reivindicativas, aunque se sabe que la ADP no defiende al estudiantado ni a sus intereses y solo se limita a la defensa y protección del maestro y punto.

En la actualidad y muy a pesar de la realidad que se vive con los altos contagios de la pandemia, a la ADP no le queda otra opción que no sea la de rectificar y retornar a clases ya que deben ver las cosas con claridad y precisión.

Todo parece indicar que ha habido una correlación de fuerzas tácticas en contra del ausentismo profesoral y vemos que instituciones como el CMD, la FINJUS, la Federación Dominicana de Padres y Amigos de la Escuela APMAES entre otras, se unen a la posición del MINERD, en contra de la ADP y con la vista puesta solo en el regreso a los planteles.

A la ADP no le queda otro camino que no sea regresar a clases presenciales, pase lo que pase y muy a pesar de que las universidades mantienen su disposición de impartir clases virtuales y en muy pocos casos semi presenciales.

Cuando no hay fuerzas, se pierde la razón.

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