El suroeste dominicano reclama atención
EL AUTOR es abogado y político Reside en Santo Domingo.
Por JOTTIN CURY HIJO
MIÈRCOLES, 06 OCTUBRE, 2021: En un reciente recorrido por el suroeste, zona en la que tuve la oportunidad de participar en tres charlas de carácter académico, específicamente en San Juan de la Maguana, El Cercado y Hondo Valle, pude observar el contraste existente entre la belleza del paisaje y la atención que reclaman algunos de sus municipios.
Si bien es verdad que el municipio principal se encuentra en buenas condiciones, no menos cierto es que otros reclaman el auxilio de las autoridades para la construcción de importantes obras de infraestructura.
Desafortunadamente prevalece una miseria generalizada en todo el sur profundo, aunque también se advierte la laboriosidad de numerosos trabajadores en el sector agrícola y pecuario. En El Cercado, ubicado al pie de la sierra de Neyba, se requiere de grandes inversiones tanto del sector público como privado. Al conversar con el alcalde, José Miguel Morillo, este me manifestó su preocupación por las altas tasas de desempleo, la emigración hacia los centros urbanos, la deforestación promovida por nacionales y extranjeros, así como también por las precarias condiciones de la producción agrícola.
Más todavía, la comunidad solicita con urgencia la construcción de un cementerio, en vista de que no tiene espacio para enterrar a los que emprenden el viaje sin retorno, al cual todos estamos destinados. El Cercado cuenta con organizaciones bien estructuradas que tienen plena conciencia de las urgencias materiales que ya no resisten mayores dilaciones. El sacerdote Francisco de la Rosa, así como el pastor Geraldo Ramírez De Oleo, sonlideres espirituales y sociales que han levantado su voz para que el Gobierno construya un sistema de aguas residuales y sea reparado el acueducto.
Las enormes precariedades que padece esa región del país ameritan, sin pérdida de tiempo, la intervención del Estado a fin de mejorar las condiciones elementales de subsistencia de esa población. Asimismo, se impone la reparación de numerosas viviendas de madera deterioradas, por lo cual debe intervenir el Instituto Nacional de la Vivienda (INVI) y, además, deben ser reparadas la mayoría de sus calles. Esa asistencia mínima, pero necesaria, es fundamental para impulsar el desarrollo ecoturístico de la región que cuenta con inigualables recursos naturales. Su clima es agradable y la generosidad y receptividad de su gente es admirable, pues a pesar de sus estrecheces económicas, no vacilan en sacrificar lo poco de que disponen para agradar a los demás.
Esa es una de las grandes virtudes de nuestro pueblo: la bondad, hospitalidad y generosidad que otros más cultos, refinados y desarrollados no pueden exhibir. El diligente alcalde Morillo, preocupado por su comunidad de El Cercado, me señaló la necesidad de construir aceras, contenes, un edificio para alojar el cuerpo de bomberos, la defensa civil y otras entidades fundamentales para el desarrollo del municipio, así como también la edificación de una plaza comercial para expendio de productos comestibles, el asfaltado de diferentes calles, entre otras. Claro, no podemos omitir la construcción de la carretera El Cercado-Hondo Valle y sus ramales, la cual se encuentra en pésimas condiciones, entre otras.
Una vez culminamos nuestras actividades académicas en El Cercado, nos dirigimos a Rancho La Guardia y Hondo Valle, lugares en los que fuimos acogidos por las autoridades locales con la misma calidez y generosidad. Gracias a los auspicios de Solidaridad Internacional Inc., entidad sin fines de lucro dedicada a la asistencia social y dirigida por el legendario activista Plinio De Oleo, se organizaron operativos médicos y se donaron medicamentos para auxiliar a los más necesitados. En Hondo Valle fuimos acogidos por el alcalde, Nildo César de los Santos, quien ha realizado una encomiable labor en favor de su municipio. Este lugar destaca por la limpieza de sus calles, la amabilidad y laboriosidad de sus habitantes que buscan captar la atención de las autoridades para atraer la inversión necesaria para impulsar su desarrollo.
Ahora bien, un aspecto que no se puede pasar por alto es la tala indiscriminada de árboles en las que intervienen manos criminales de nacionales y extranjeros para extraer carbón y leña a expensas de nuestros recursos naturales. En ese sentido, se requiere la mano firme de las autoridades para detener la actividad depredadora y, a su vez, iniciar operativos de reforestación. Se deben apoyar las medidas anunciadas con el propósito de regularizar la penetración de ilegales haitianos a través de la frontera, puesto que corremos el riesgo de la extinción de nuestros recursos acuíferos, así como de numerosas especies. El sur profundo y las zonas más despobladas son las que requieren mayor inversión de recursos para elevar el nivel de vida de su población, así como también para evitar la emigración desde el campo hacia las ciudades y contener ese flujo migratorio excesivo que ha desplazado la mano de obra local.
En definitiva, son numerosas las limitaciones que padecen los dominicanos que viven en las zonas más apartadas y pobres, razón por la cual debemos apelar a la sensibilidad colectiva. Las precariedades en las que viven millones de compatriotas, a los que le ha tocado vivir en un ambiente adverso, excluyente y con escasas oportunidades, debería mover a preocupación no solamente a las autoridades, sino también a la indiferente y voraz oligarquía criolla que únicamente piensa en acumular riquezas a expensas de los favores y ventajas que se otorgan desde el Estado. La redención moral y material de los excluidos no es responsabilidad exclusiva de los Gobiernos, sino de todos aquellos que hemos tenido la suerte de haber nacido en situaciones económicas más favorables.