La habitación del horror: donde una mujer vivió secuestrada por su pareja durante 23 años
Así está el altillo donde estuvo cautiva la víctima por 23 años Así está el altillo donde estuvo
cronica.com.ar
“Nunca pensé que iba a salir de lo que estaba viviendo”, expresó la víctima. Para el captor la fiscalía pidió 18 años de prisión. El caso de violencia de género por décadas ocurrió en Rosario.
EN ARGENTINA, 02 Agosto, 2021: Avanza el juicio oral que se lleva adelante en Rosario contra un hombre de 60 años que mantuvo cautiva a su pareja más de dos décadas en una casa del barrio Cura y se conocen detalles del calvario de la víctima y un padre que murió sin poder volver a verla
María Eugenia tenía 18 años y un hijo de menos de dos cuando conoció a Oscar, de quien se enamoró y empezó una relación. El hombre al principio era atento y protector, pero en poco tiempo aparecieron los celos obsesivos y los primeros golpes. Cuando ella ya había cumplido los 19, el imputado la llevó por la fuerza a la casa de Santiago al 3500. Lamentblemente de allí pudo escapar después de 23 años.
La encerró en un altillo, tapó con diarios las ventanas y sacó el picaporte de la puerta.
La amenazaba con matar a su hijo y a toda su familia si intentaba salir. Sufrió violaciones, golpes debajo del agua, dos abortos y le suprimieron la identidad.
“Estuve un año viviendo con un pijama, no tenía contacto con el afuera”, dijo la víctima en diálogo con La Capital.
“Es el precio que tenía que pagar por todo lo que le había hecho, según él. Pero hasta hoy no entiendo qué hice. Era una forma de sacrificarme para que a los míos no les pasara nada”, dijo.
"No me alcanzaría ni 23 años, porque la vida no me la devuelve. Lo único que me sacaría de todo esto es una máquina del tiempo, que me mande 25 años atrás"
Sus padres hasta llegaron a pensar que estaba en una secta. “Yo no tenía oportunidad de decirles lo que ocurría”, se lamentó María Eugenia, y recordó: “Cada vez que mi mamá pasaba por la casa, me veía sentada en la puerta o barriendo el cordón. Ahora me cuenta que se conformaba con saber que estaba viva. Y cuando pasaba y estaba Oscar en la puerta, le decía ‘gorda, hija de p.., ¿qué querés acá?’. Yo le decía que se fuera porque no sabía cómo terminaría eso”.
Su padre le mandaba cartas y notas que nunca llegaron a sus manos porque su captor las escondía. “Pasaba y las tiraba en el jardín de la casa. Las pude encontrar mucho tiempo después. Encontré una caja grande de cartón, donde había papeles judiciales de Oscar, donde consta que estuvo varias veces preso, la denuncia de su primera mujer por agresiones, hasta con arma de fuego, el caso de una moto robada, otra denuncia de una mujer, a la que corrió en un campo con una carabina. Y encuentro una sola carta de mi papá, en un sobre chiquito que tenía por lo menos 15 años de escrita”, contó.
El hombre con el tiempo cayó en una profunda depresión y hace 13 años murió. “Todavía siento que necesito ese último abrazo con mi viejo, pero es una de las cosas que no voy a conseguir nunca. Son los dolores de esta vida”, expresó la víctima.
En mayo de 2019 en un descuido de su secuestrador, que olvidó poner el candado en la entrada y se fue a bañar, María Eugenia vio la oportunidad de salir. Agarró 640 pesos que había en un monedero sobre la mesa de la cocina, dos fotos de su hijo y la carta de su papá que había encontrado. “Nunca pensé que iba a salir de lo que estaba viviendo”, expresó a los medios.
El lugar del cautiverio
Oscar, empezó a ser juzgado la semana pasada por privación ilegítima de la libertad y reducción a la servidumbre y la fiscal de la Oficina de Violencia de Género, Luciana Vallarella, solicitó una pena de 18 años de prisión.
María Eugenia estará para escuchar el veredicto en el juicio. “Me explicaron que el máximo que se puede pedir es 18 años. Entendí que la justicia de los hombres tiene números. Espero conseguir esos 18 años.
Pero no me alcanzaría ni 23 años, porque la vida no me la devuelve. Lo único que me sacaría de todo esto es una máquina del tiempo, que me mande 25 años atrás. Entonces hubiese criado a mi hijo, compartido con mi familia, pero es imposible. Me queda la condena, y el compromiso de que no salga y encuentre a una mujer que pueda matar”.