¿Turismo temprano y “Covid-19 free”?
Por Juan Llado
Son muchos los países que están ansiosos por recuperar su industria turística. Las divisas y el empleo que esta genera son vitales para sus economías. Aunque algunos avezados analistas piensan que eso no se lograra por ahora, ya existen muchos indicios de que será más temprano que tarde. De ahí que sea posible imaginar paquetes turísticos que estén libres del odioso virus. El modelo “teórico” que sigue a continuación todavía no existe, pero debe ser útil para vislumbrar requisitos y un posible futuro hasta tanto se desarrolle una vacuna que proteja a la humanidad.
La experiencia turística se comienza en el país emisor. Lo primero es seleccionar un destino para visitar y eso se hace por la web, además de que se escoge un paquete de servicios –y los del “todo incluido” incorporan el boleto aéreo– y se paga también virtualmente. El turista comienza su viaje en el aeropuerto sometiéndose a una prueba rápida para acreditarse como “Covid-19 free” y también pasa por un túnel sanitario que le descontamina la ropa. Naturalmente, la línea aérea fumiga las maletas y se asegura de que todo su personal, incluyendo la tripulación del avión y el personal del mostrador, no solo han tomado sus pruebas, sino que usan mascarillas y guantes.
El avión, por supuesto, debe hacer sido fumigado previamente con rayos ultravioleta y ozono para eliminar cualquier posibilidad. Asimismo, en las filas de asientos también se puede dejar uno vacío en una fila de tres para asegurar distanciamiento físico. Al llegar al destino todo el personal del aeropuerto local debe haber sido sometido a las pruebas y protocolos necesarios para ser “Covid-19 free”. También las autoridades anfitrionas vuelven a someter a los pasajeros a pruebas rápidas, detección de temperatura y túneles sanitarios. El transporte del aeropuerto al hotel se hace entonces en autobuses previamente fumigados y con choferes y guías debidamente tamizados.
Una vez en un hotel “todo incluido” los protocolos serian similares. Todas las instalaciones deben ser fumigadas por lo menos una vez a la semana y el personal haber tomado pruebas rápidas y haber higienizado su indumentaria previamente. El personal que no pernocte en el hotel debe hacerse una prueba rápida antes de penetrar a su perímetro todos los días y transportarse en autobuses higienizados. El personal que tenga mayor contacto con los huéspedes –especialmente los animadores– debe también usar mascarillas. Para cualquier eventualidad que surja, el hotel deberá disponer de servicios médicos y de laboratorio, además de salas de aislamiento y medicamentos apropiados. El turoperador, por su lado, podría pensar en seguros también.
En cuanto a las playas, una empresa italiana “ya ha desarrollado mamparas de plástico que aislarán a los bañistas, como si estuvieran en cubículos.” También se ha pensado en establecer turnos para ir a la playa y que las tumbonas o las toallas no estén adyacentes sino a cierta distancia.
Este modelo está lejos de concretizarse y podría, por ser demasiado estricto, no ser aceptable para algunos mercadólogos. Pero ya algunas importantes cadenas hoteleras han desarrollado protocolos específicos para alejar el Covid-19 de su entorno y de sus clientes. Este es el caso de Marriott, Scandic, Melia y muchas otras. (Algunos hoteles de Madrid han sido pioneros con su “certificado Covid-free”.) Por otro lado, las empresas dependerán cada vez más de la digitalización para hacer más eficientes sus operaciones. Tendrán que idear formas de abaratar sus servicios, no solo bajando los precios lo más posible sino hasta ofreciendo sus paquetes a crédito.
Ya se ha dicho que mucho dependerá de la evolución de la pandemia y que la recuperación de la industria turística dependerá en primera instancia de la recuperación de las economías a nivel mundial. Si no se recompone el empleo y los ingresos de la gente no se podrá contar con una demanda segura para los servicios que ofrecen los destinos turísticos. Pero la motivación para imaginar un posible modelo turístico para un mundo con el flagelo deriva de la reticencia y desconfianza que de seguro invadirá a los potenciales viajeros una vez se detenga la pandemia.
El miedo a contagiarse en lugares extraños persistirá por muchos meses. Una encuesta de Mckinsey de este mismo mes reporta que un 37% de los americanos planea disminuir sus viajes internacionales después de la pandemia. Sin embargo, en otra encuesta un 46% dijo esperar que todo se normalizara para el mes de junio. Y el FMI espera una rápida recuperación de la economía mundial para el próximo ano (ver gráficos).
De hecho, la concepción del modelo se inspira en algunas noticias recientes que apuntan a una pronta reapertura de hoteles y una operación temprana de líneas aéreas y de cruceros. ASONAHORES, por su parte, ha anunciado que sus hoteles reabrirán dentro de los próximos 30 a 45 días, amén de que algunos han decidido mantener a su empleomanía. American Airlines anuncia que retomara sus vuelos a Bogotá a partir de junio y ya Emirates Airlines está aplicando pruebas rápidas a sus pasajeros antes de abordar sus aviones. Y la segunda más grande línea de cruceros Royal Caribbean empieza a mediados de junio y Princess a finales, mientras Carnival asegura tener buena perspectiva para el 2021.
Pero la pesadilla que ha significado el coronavirus para la industria turística no pasara hasta tanto se disponga de una vacuna y de terapias efectivas. En relación con la vacuna ya se reporta que una está a la vuela de la esquina. En Oxford prometen una para agosto, mientras en Suiza se jactan de que la tendrán lista en octubre. Investigadores suizos también ya han inventado un sensor del virus en el aire. Por su lado, el remdesivir es un antiviral que está prometiendo una cura efectiva y se alega que los medicamentos que funcionan son baratos. Las pandemias del pasado podrán haberse cobrado millones de vidas, pero la humanidad nunca había tenido un desarrollo científico y tecnológico como ahora y eso permite ser optimista respecto al futuro del turismo y de la misma humanidad.
Mièrcoles, 22 Abril, 2020.
Son muchos los países que están ansiosos por recuperar su industria turística. Las divisas y el empleo que esta genera son vitales para sus economías. Aunque algunos avezados analistas piensan que eso no se lograra por ahora, ya existen muchos indicios de que será más temprano que tarde. De ahí que sea posible imaginar paquetes turísticos que estén libres del odioso virus. El modelo “teórico” que sigue a continuación todavía no existe, pero debe ser útil para vislumbrar requisitos y un posible futuro hasta tanto se desarrolle una vacuna que proteja a la humanidad.
La experiencia turística se comienza en el país emisor. Lo primero es seleccionar un destino para visitar y eso se hace por la web, además de que se escoge un paquete de servicios –y los del “todo incluido” incorporan el boleto aéreo– y se paga también virtualmente. El turista comienza su viaje en el aeropuerto sometiéndose a una prueba rápida para acreditarse como “Covid-19 free” y también pasa por un túnel sanitario que le descontamina la ropa. Naturalmente, la línea aérea fumiga las maletas y se asegura de que todo su personal, incluyendo la tripulación del avión y el personal del mostrador, no solo han tomado sus pruebas, sino que usan mascarillas y guantes.
El avión, por supuesto, debe hacer sido fumigado previamente con rayos ultravioleta y ozono para eliminar cualquier posibilidad. Asimismo, en las filas de asientos también se puede dejar uno vacío en una fila de tres para asegurar distanciamiento físico. Al llegar al destino todo el personal del aeropuerto local debe haber sido sometido a las pruebas y protocolos necesarios para ser “Covid-19 free”. También las autoridades anfitrionas vuelven a someter a los pasajeros a pruebas rápidas, detección de temperatura y túneles sanitarios. El transporte del aeropuerto al hotel se hace entonces en autobuses previamente fumigados y con choferes y guías debidamente tamizados.
Una vez en un hotel “todo incluido” los protocolos serian similares. Todas las instalaciones deben ser fumigadas por lo menos una vez a la semana y el personal haber tomado pruebas rápidas y haber higienizado su indumentaria previamente. El personal que no pernocte en el hotel debe hacerse una prueba rápida antes de penetrar a su perímetro todos los días y transportarse en autobuses higienizados. El personal que tenga mayor contacto con los huéspedes –especialmente los animadores– debe también usar mascarillas. Para cualquier eventualidad que surja, el hotel deberá disponer de servicios médicos y de laboratorio, además de salas de aislamiento y medicamentos apropiados. El turoperador, por su lado, podría pensar en seguros también.
En cuanto a las playas, una empresa italiana “ya ha desarrollado mamparas de plástico que aislarán a los bañistas, como si estuvieran en cubículos.” También se ha pensado en establecer turnos para ir a la playa y que las tumbonas o las toallas no estén adyacentes sino a cierta distancia.
Este modelo está lejos de concretizarse y podría, por ser demasiado estricto, no ser aceptable para algunos mercadólogos. Pero ya algunas importantes cadenas hoteleras han desarrollado protocolos específicos para alejar el Covid-19 de su entorno y de sus clientes. Este es el caso de Marriott, Scandic, Melia y muchas otras. (Algunos hoteles de Madrid han sido pioneros con su “certificado Covid-free”.) Por otro lado, las empresas dependerán cada vez más de la digitalización para hacer más eficientes sus operaciones. Tendrán que idear formas de abaratar sus servicios, no solo bajando los precios lo más posible sino hasta ofreciendo sus paquetes a crédito.
Ya se ha dicho que mucho dependerá de la evolución de la pandemia y que la recuperación de la industria turística dependerá en primera instancia de la recuperación de las economías a nivel mundial. Si no se recompone el empleo y los ingresos de la gente no se podrá contar con una demanda segura para los servicios que ofrecen los destinos turísticos. Pero la motivación para imaginar un posible modelo turístico para un mundo con el flagelo deriva de la reticencia y desconfianza que de seguro invadirá a los potenciales viajeros una vez se detenga la pandemia.
El miedo a contagiarse en lugares extraños persistirá por muchos meses. Una encuesta de Mckinsey de este mismo mes reporta que un 37% de los americanos planea disminuir sus viajes internacionales después de la pandemia. Sin embargo, en otra encuesta un 46% dijo esperar que todo se normalizara para el mes de junio. Y el FMI espera una rápida recuperación de la economía mundial para el próximo ano (ver gráficos).
De hecho, la concepción del modelo se inspira en algunas noticias recientes que apuntan a una pronta reapertura de hoteles y una operación temprana de líneas aéreas y de cruceros. ASONAHORES, por su parte, ha anunciado que sus hoteles reabrirán dentro de los próximos 30 a 45 días, amén de que algunos han decidido mantener a su empleomanía. American Airlines anuncia que retomara sus vuelos a Bogotá a partir de junio y ya Emirates Airlines está aplicando pruebas rápidas a sus pasajeros antes de abordar sus aviones. Y la segunda más grande línea de cruceros Royal Caribbean empieza a mediados de junio y Princess a finales, mientras Carnival asegura tener buena perspectiva para el 2021.
Pero la pesadilla que ha significado el coronavirus para la industria turística no pasara hasta tanto se disponga de una vacuna y de terapias efectivas. En relación con la vacuna ya se reporta que una está a la vuela de la esquina. En Oxford prometen una para agosto, mientras en Suiza se jactan de que la tendrán lista en octubre. Investigadores suizos también ya han inventado un sensor del virus en el aire. Por su lado, el remdesivir es un antiviral que está prometiendo una cura efectiva y se alega que los medicamentos que funcionan son baratos. Las pandemias del pasado podrán haberse cobrado millones de vidas, pero la humanidad nunca había tenido un desarrollo científico y tecnológico como ahora y eso permite ser optimista respecto al futuro del turismo y de la misma humanidad.
Mièrcoles, 22 Abril, 2020.