Se está eligiendo quién vive y quién muere”, una enfermera cuenta que en los hospitales de Madrid se aplica el “TRIAJE”

 El avance del coronavirus está colapsando los servicios hospitalarios en todo el mundo

DOMINGO, 22 MARZO, 2020: «Esto no nos lo enseñaron en la universidad». Raquel, enfermera de 25 años de un hospital de referencia de Madrid, explica a OKDiario la difícil situación a la que se están enfrentando tanto ella como miles de sanitarios que estos días luchan sin descanso contra el coronavirus. Interminables jornadas de trabajo en las que deben afrontar decisiones muy duras, como decidir a quién dar prioridad y a quién no según las posibilidades de superviviencia de los pacientes. El llamado triaje ya ha llegado a los hospitales de Madrid.

El triaje, trillaje o cribado o protocolo de intervención es un método de selección y clasificación de pacientes empleado en la medicina de emergencias y desastres. Evalúa las prioridades de atención, privilegiando la posibilidad de supervivencia, de acuerdo con las necesidades terapéuticas y los recursos disponibles.

«No hay personal, estamos bajo mínimos y cada día hay más pacientes» comenta Raquel. No es su nombre real, pero pide que se oculte su identidad para evitar problemas con la dirección. No les está permitido hablar con la prensa. Las experiencias que ha acumulado en estos días son un buen reflejo de la situación en la que se encuentran los profesionales de la sanidad madrileña, cada vez más saturada y con Unidades de Cuidados Intensivos al borde del colapso.

Según relata Raquel, tanto ella como otros compañeros ya se están viendo obligados a elegir a quién deben atender en función de sus posibilidades de superviviencia. Quién muere y quién no. «Esto no nos lo enseñaron en la universidad», explica. Tampoco esperaban tener que enfrentarse a una ‘guerra’ contra un enemigo ‘casi invisible’ que ya se ha cobrado más de mil muertes.

Suena el timbre en una de las habitaciones de un hospital de referencia de Madrid. Raquel y otras enfermeras encargadas de esa zona corren hacia allí. El cansancio, que ya hace mella tras diez intensos días de trabajo, les obliga a arrastrar los zuecos casi sin levantar los pies del suelo. Protegidas con el material y mascarillas que aún les quedan, se dirigen a comprobar qué le ocurre a un paciente con COVID-19 que se encuentra en el «Estadio A». Así califican a los enfermos que mayores posibilidades tienen de superar la infección a corto plazo. Son una prioridad. Cada curación es una cifra ganada al virus. Y lo que es más importante, un alta hospitalaria y una nueva cama libre.

Para acceder a esa categoría, explica Raquel, primero hay que pasar el examen de triaje. Es decir, de la selección. En los hospitales más saturados por la pandemia ya se está llevando a cabo este procedimiento médico, más propio de tiempos de guerra y de grandes catástrofes.

Cuando hay que racionar esfuerzos y medios, se prioriza a quienes más probabilidades tiene de sobrevivir frente a aquellos que lo tienen más difícil. Una dura lección de la ley natural que muchos sanitarios que hoy prestan servicio nunca pensaron que tendrían que afrontar. «Esto no nos lo enseñaron en la universidad», insiste Raquel.

Al ‘Estadio A’ le siguen otras categorías. La B y la C. Esta última se ha copado estos días de personas octogenarias infectadas de coronavirus. Los mayores son los grandes azotados en esta crisis. Apenas pueden respirar, pese a que todos tienen acceso a mascarilla de oxígeno. A Raquel se le hace especialmente duro cuando se acerca a ellos «para darles los medicamentos». «Sientes esas ganas de luchar de aquellos que superaron una Guerra Civil». Pero este nuevo conflicto no lo afrontan con armas, sino con bombonas de oxígeno.

Raquel, como sus compañeros de planta, se enfrenta también estos días a otro frente de batalla: el de las palabras. Desde ‘arriba’ les han ordenado «priorizar». Un eufemismo de la elección sobre «quién muere y quién no».

Esta joven enfermera, que apenas ha comenzado su carrera profesional, relata situaciones muy duras que se ha encontrado esta semana. Como cuando sonaron dos timbres a la vez. Dos pacientes de distintos estadios: del B y del C. Raquel tuvo que elegir a quién asistir antes. A quién darle prioridad en vista a sus posibilidades de supervivencia. Ella y sus compañeras corrieron «al que se podía salvar». El otro «seguramente muera». Si no ahora, más tarde. Mañana o pasado, con más suerte la semana que viene. Pero la ‘C’ es una categoría de la que difícilmente se sale.

«Resulta impactante hablar así. Pero nosotros lo estamos viviendo día tras día y hemos tenido que concienciarnos», advierte Raquel. «Lo peor aún está por llegar. Los ciudadanos todavía no son conscientes de la gravedad del asunto».

«Ayer tuvimos que atender a una chica joven que necesitaba oxigeno de alto flujo. Había que trasladarla a la Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRI). Allí las camas son muy codiciadas. Sólo quedan libre una o dos y se reservan para los pacientes con más probabilidades de sobrevivir». Con una angustia imposible de disimular, Raquel explica que tuvo que hacer un paréntesis: pararse y reflexionar. «¿Qué hacemos?», le preguntó a un médico de la Unidad de Neumología. «Cabeza fría, hay muchos pacientes que necesitan esa cama».

«¿Puede salvarse?», cuenta Raquel que se preguntó. «Sí, puede hacerlo. Es joven y sólo necesita más oxígeno». Finalmente la trasladaron y ahora evoluciona favorablemente. Reconoce que si la chica hubiese sido una persona mayor, con pocas posibilidades de sobrevivir, no la hubiesen trasladado. «Necesitan esa cama». La edad y las patologías previas (la llamada morbilidad) son factores importantes en este sistema de triaje.

«Para esto no te preparan. Llegamos a casa y preferimos no pensar. No recordar y que todo pase cuanto antes. Hay imágenes que se te quedan grabadas y duelen como puñales. Cuando terminas la jornada y ves a un compañero derrotado apoyado en la pared, otro de cuclillas en el suelo del pasillo y otro con la mente perdida, deseas que esto termine ya», reconoce Raquel. Las previsiones de crecimiento de la pandemia, por desgracia, van por otro lado.

Pero Raquel se muestra optimista. «Con la ayuda de todos acabará, pero es una batalla en la que todavía lo peor está por llegar».

Fuente: Contextotucuman
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