Jean Pierre Boyer: un dictador educado en Francia

 Boyer, presidente de Haití, encabezó gran parte de l dominio que ejerció su país sobre la parte Este de la isla La Española. (RAMÓN L. SANDOVAL)

LUNES, 24 FEBRERO, 2020: El líder de la dominación haitiana, oriundo de Puerto Príncipe, era visto como un hombre culto y de buenos modales. Nacido el 28 de febrero de 1776, hablaba un correcto francés y por ser mulato se le percibía con desconfianza, especialmente por parte de los negros y oficiales del ejército.

Hijo natural de la esclava Marie Francoise Victoire, originaria de África, y del colono francés François Jean Pierre Boyer, pudo educarse en Francia debido a sus lazos consanguíneos. Cuando tenía 16 años, ingresó al ejército galo e hizo carrera.

En la revolución haitiana, batalló junto a las tropas francesas y luego se unió a los caudillos Jean-Jacques Dessalines y Henri Christophe, tras saber que los galos planeaban restablecer la esclavitud y reducir los derechos de los mulatos.

Boyer sucedió a Alexandre Pétion, fallecido en el 1818. Fue secretario y ministro del pasado gobernante y al llegar al poder gozaba de una buena reputación como persona cuidadosa y benefactora.

El gobierno de Boyer cambió la vida cotidiana de los pobladores de la porción este. Sobre ese período, Pedro Henríquez Ureña escribió: “Pocas semanas después, en febrero de 1822, los haitianos, constituidos en nación en 1804, con población muy numerosa, invadieron el país. Huyó todo el que pudo hacia tierras extrañas; se cerró definitivamente la universidad”.

Como gobernante, representado por el general Jérôme-Maximilien Borgella, Boyer tomó una serie de medidas que irritaron a los pobladores de habla española.

El gobierno se adueñó por derecho de conquista de todas las propiedades que pertenecieron en otro tiempo a los antiguos colonos de Santo Domingo y al privar a los blancos de todo derecho a sus bienes se defendía contra un posible retorno de la esclavitud, sistema de explotación establecido por los colonos franceses en Saint Domingue.

Boyer desconoció los hábitos de trabajo que prevalecían en la parte española y quiso imponer los modelos que se aplicaban en la parte occidental.

Además, despojó a la iglesia católica de sus propiedades, lo cual le generó una gran oposición encabezada por el arzobispo Pedro Valera.

También el régimen haitiano pretendió imponer el uso del francés en los ambientes oficiales y cambiar las costumbres religiosas. Asimismo, restringió las peleas de gallos.

Una medida importante tomada por el gobierno de Boyer fue la abolición de la esclavitud, “con lo que se ampliaba el eco de la medida revolucionaria tomada en Saint Domingue por el comisionado republicado Léger-Felicité Sonthonax en 1793”, ha señalado el reconocido historiador Roberto Cassá.

Boyer tomó medidas para influir en el comportamiento de la población y en su composición racial. El 25 de marzo de 1822 instruyó a su enviado plenipotenciario J. Granville, para que negociara con la sociedad de colonización africana de New York la inmigración de todas las personas negras que desearan establecerse en la isla. El historiador José Gabriel García dio cuenta de la llegada de extranjeros, que se radicaron en Samaná, San Cristóbal, Santiago, Bayaguana, Boyá, Monte Plata y otros lugares de la parte oriental del territorio insular.

La llegada de las tropas haitianas a Santo Domingo

Era sábado, 9 de febrero de 1822 y, entre el miedo y el asombro, la pequeña población de la amurallada ciudad de Santo Domingo contempló a las 7:00 de la mañana la imponente llegada de las tropas haitianas encabezadas por Jean Pierre Boyer, episodio que inauguraba un cambio radical en la vida de la pequeña colonia.

Flanqueado por sus generales, el gobernante comenzaba el largo período de la dominación extranjera, apoyándose en un ejército de 12,000 hombres.

Miembros del ayuntamiento esperaron a los haitianos en la Puerta del Conde para acompañarles hasta la sala municipal, donde se le rindieron honores.

En la ceremonia, José Núñez de Cáceres, jefe de la municipalidad, le entregó a Boyer las llaves de la ciudad y le advirtió que la diversidad de lenguaje entre los dos pueblos y las diferentes costumbres creaban “un muro de separación tan natural como insuperable”.

En la parte este de La Española vivían unas 120,000 personas y disponían de muy pocas fuerzas del orden, pero la población de Haití era de unos 600,000 habitantes y tenía un ejército considerable y experimentado.

Boyer había preparado el ambiente al lograr que varios pueblos se pronunciaran a favor de la ocupación. Además, le expresó a Núñez de Cáceres que llegaría a la parte este “con fuerzas imponentes”, pero no como conquistador “sino como pacificador y conciliador de todos los intereses en armonía con las leyes del Estado”.
Emilia Pereyra -  Diario Libre
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