Vocería de los dioses; Abinader y su puntería turística
El candidato Luis Abinader dió en el clavo con el conjunto de intervenciones que propuso recientemente para apuntalar el desarrollo del sector turístico. Aunque aclaró que los contenidos de su presentación podrían mejorarse posteriormente, el abanico de medidas propuestas recoge la mayoría de las prioridades sectoriales que deberá acometer un nuevo gobierno. Pero para cumplir con los desafíos seleccionados se requerirá, más que de recursos fiscales, de una diligente e inteligente gestión. Por tanto, no podrá saberse si Abinader ha dado en la diana hasta tanto no se revele quien encabezará el hercúleo esfuerzo propuesto.
Lo más encomiable de sus propuestas estratégicas es que se centran en el desarrollo del producto turístico. El enfoque reconoce implícitamente que la innovación y los nuevos modelos de negocios son responsabilidad directa del sector privado, mientras las responsabilidades del sector público deben concentrarse en mejorar la oferta nacional que complementa la planta hotelera. Por suerte, el énfasis puesto en los proyectos de alianza público-privada auguran una colaboración efectiva de ambos sectores en la gran tarea del desarrollo sectorial. Tal vez esta fórmula propiciaría la vuelta de los inversionistas nacionales al sector.
La agenda propuesta resulta bastante ambiciosa. Conseguir 25,000 nuevas habitaciones hoteleras en cuatro años es un soberbio reto, a pesar del aluvión de inversiones que en este campo viene logrando el país. Asimismo, crear 100,000 empleos adicionales se las trae. (No así los estimados US$10,000 millones de ingresos resultantes, de los cuales saldrá la mitad en importaciones del mismo sector.) En la visión perremeista el turismo continuará siendo una gran locomotora del desarrollo nacional, aunque tal propósito no conlleva una grandiosa meta como fue la de los 10 millones de visitantes a que aspirara el presente gobierno y que posiblemente no se conseguirán hasta el 2030.
Por su lado, la oferta de un “plan integral” de desarrollo responde a los viejos reclamos de Asonahores y algunos líderes sectoriales. Desde hace tiempo existe el consenso de que “los retos de desarrollo sectorial son la diversificación del producto turístico, la sostenibilidad ambiental y la calidad de los servicios.” (Ahí habría que reconocer que un previo análisis de mercado es más relevante para el sector privado que para el público.) Pero el candidato se limitó a mencionar la necesidad del plan sin ofrecer mayores detalles. Dejó en el ambiente la interrogante de si ese plan sería necesario en virtud de las intervenciones que pasó a enumerar.
Lo más encomiable de sus propuestas estratégicas es que se centran en el desarrollo del producto turístico. El enfoque reconoce implícitamente que la innovación y los nuevos modelos de negocios son responsabilidad directa del sector privado, mientras las responsabilidades del sector público deben concentrarse en mejorar la oferta nacional que complementa la planta hotelera. Por suerte, el énfasis puesto en los proyectos de alianza público-privada auguran una colaboración efectiva de ambos sectores en la gran tarea del desarrollo sectorial. Tal vez esta fórmula propiciaría la vuelta de los inversionistas nacionales al sector.
La agenda propuesta resulta bastante ambiciosa. Conseguir 25,000 nuevas habitaciones hoteleras en cuatro años es un soberbio reto, a pesar del aluvión de inversiones que en este campo viene logrando el país. Asimismo, crear 100,000 empleos adicionales se las trae. (No así los estimados US$10,000 millones de ingresos resultantes, de los cuales saldrá la mitad en importaciones del mismo sector.) En la visión perremeista el turismo continuará siendo una gran locomotora del desarrollo nacional, aunque tal propósito no conlleva una grandiosa meta como fue la de los 10 millones de visitantes a que aspirara el presente gobierno y que posiblemente no se conseguirán hasta el 2030.
Por su lado, la oferta de un “plan integral” de desarrollo responde a los viejos reclamos de Asonahores y algunos líderes sectoriales. Desde hace tiempo existe el consenso de que “los retos de desarrollo sectorial son la diversificación del producto turístico, la sostenibilidad ambiental y la calidad de los servicios.” (Ahí habría que reconocer que un previo análisis de mercado es más relevante para el sector privado que para el público.) Pero el candidato se limitó a mencionar la necesidad del plan sin ofrecer mayores detalles. Dejó en el ambiente la interrogante de si ese plan sería necesario en virtud de las intervenciones que pasó a enumerar.
Luis Abinader presentando sus propuestas para el sector turístico
El anuncio de que se planea construir unas 3,000 habitaciones en Pedernales fue bien recibido. (Hace más de 20 años que “llego la hora del sur” y no se ha concretado nada.) Pero pareció que la construcción no se haría en Bahía de las Águilas sino en las inmediaciones y, al anticipar un aeropuerto privado, se deduce que el Estado no asumirá todas las inversiones en la infraestructura básica. Similar indefinición surgió cuando el candidato asumió la propuesta del fideicomiso de promoción turística “para transparentar esas operaciones”. Esa crucial propuesta solo fue enunciada y no detallada. En la oferta de un centro de convenciones para Santo Domingo por lo menos especificó, acertadamente, que la inversión seria estatal y su manejo privado.
En cuanto a los polos turísticos se promete un formidable esfuerzo desarrollista. Lo más trascendente es la promesa de la aprobación congresual de la ley de ordenamiento territorial y uso de suelos, la cual hace varios años espera sanción. No especificó que urge la planificación territorial de la provincia La Altagracia, pero mencionó los problemas de las aguas servidas y de la disposición de los residuos sólidos. Con la intención de que los municipios turísticos acometan un gran salto de desarrollo prometió la creación de fideicomisos para el manejo de sus acueductos y de su alcantarillado (aunque sin especificar municipios tales como Sosua, Cabarete, Boca Chica, etc.). Sobre los residuos sólidos no propuso nada en concreto.
El gran proyecto de desarrollo urbano que requiere la costa este no se mencionó, pero de seguro que formará parte de la estrategia del plan integral. Los privados darían la bienvenida a un esfuerzo serio para acabar con la arrabalización de ese polo turístico. Asimismo, Abinader mencionó el plan del sector privado para el desarrollo de un acueducto regional en esa parte del país. Pero el plan integral tendrá que contemplar medidas tales como la desalinización –tal vez en alianzas público-privadas—para enfrentar el grave problema del agotamiento del acuífero de la región. Por otro lado, el candidato anticipa el desarrollo de parques temáticos privados en el este que deberán responder a los reclamos por una diversificación del producto turístico. No se dijo como se captarían.
Respecto a los polos de Puerto Plata, Samaná y Juan Dolio se promete un importante esfuerzo para su recuperación y relanzamiento. No se especificaron las medidas a excepción de una carretera que conectara a Santiago con Puerto Plata en un recorrido de 30 minutos.
Tampoco hubo nada específico para Montecristi con excepción de prometer su desarrollo. En cuanto a los problemas generados por el cambio climático se promete un masivo proyecto de regeneración de playas. (Se asume que las intervenidas serán seleccionadas entre los 432 kms de playas que tiene nuestro litoral de 1,575 kms.) También se promete una diligente gestión del nuevo proyecto para la Ciudad Colonial y un impulso a las mipymes turísticas y a los encadenamientos productivos del sector.
A pesar de que Abinader mostró una foto de una aplicación turística que se desarrollaría para facilitar las visitas de los turistas, no dijo nada respecto a la propuesta de un proyecto de destino inteligente. Tampoco abordó los temas de seguridad pública, seguridad jurídica, régimen impositivo –incluyendo el propuesto reembolso del Itbis a los turistas y la reingeniería de los incentivos— y de medidas para garantizar la salud de los visitantes. Hubiese sido muy provechoso que también propusiera la privatización de los 19 hoteles estatales que representan una anacrónica competencia al sector privado. Quedo por determinarse, además, qué hacer con el Ceiztur.
Finalmente, el país debe contemplar una iniciativa seria para irradiar su desarrollo turístico a nuestro vecino país. Su desarrollo turístico beneficiaria grandemente a ambos países en tanto permitiría ofrecer un destino isleño de incomparable diversidad de atractivos. Aún más importante, también permitiría aminorar la migración ilegal y los problemas binacionales. De ahí que haya que buscar fórmulas para que, ayudados por los gobiernos, los inversionistas extranjeros de nuestro sector venzan la reticencia hacia Haiti y planten allá hoteles que complementen nuestra planta. Así la isla se convertiría en un destino turístico insuperable.
Las propuestas del candidato Abinader sobre sus planes turísticos impresionaron por su buena preparación y apto manejo de los temas.
Su equipo de trabajo proyectó bien la gran mayoría de las problemáticas y lo hizo dejando espacio para que un “plan integral” completara el trabajo con los asuntos y detalles faltantes (p. ej. el turismo social, reingeniería del MITUR). Hay que felicitar la iniciativa del PRM al hacer que el candidato esboce las problemáticas, algo que hará con otros sectores de la economía. Ojalá y todos los candidatos repliquen el método. Sin un apto manejo de los temas no se podrá gobernar adecuadamente.
Juan Llado,
13 enero, 2020.