Misión RD-Irak: las secuelas mentales de un viaje “maldito”
Dos mujeres iraquíes esperan cerca de la puerta custodiada por un soldado de la República Dominicana para recibir la pensión de guerra de la autoridad de la coalición en Diwaniya, el 18 de septiembre de 2003. ( Thomas Coex/AFP)
Entre los 604 soldados dominicanos que el gobierno enviò a la guerra en 2003--2004 hay veteranos con traumas
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29 MAYO, 2019: Después de pasar hasta seis meses en la guerra de Irak, en una misión que el Gobierno anunció como humanitaria, los 604 dominicanos retornaron en 2004 con sus sentidos en alerta. A pesar de que estaban en un territorio hostil, las Fuerzas Armadas se preocuparon más por el estado físico en que volvieron y menos del mental. Todavía hay quienes padecen de estrés postraumático y presentan secuelas comunes como agresividad e intolerancia.
En una loma de Yamasá está el exsoldado Rubén Rivas Rodríguez, de 36 años, diagnosticado con trastorno de estrés postraumático y a quien su padre califica como un demente. En Mao, a la madre del exmilitar Stanling Álvarez Bueno se le dificulta lidiar con la agresividad y el insomnio de su hijo de 33. En Puerto Plata se instaló Santos Olivo Fernández, un exguardia, de 40 años, que prefiere vivir en el campo, rodeado de gallinas, porque la tranquilidad le ayuda a controlar sus impulsos violentos (vea sus historias más adelante).
“Fue el viaje más maldito que se pudo dar”, dice enojado Olivo Fernández. Es uno más de los disgustos que suelta cuando recuerda su experiencia en Irak.
En medio de un interés del entonces presidente Hipólito Mejía de conseguir apoyo para lograr la reelección presidencial, y a pesar de la oposición política y social que generó su ofrecimiento de enviar soldados y policías dominicanos a Irak, el 11 de agosto de 2003 partió a la misión el primer grupo de 302 criollos que integraron la Fuerza de Tarea Quisqueya.
En ese entonces el Gobierno informó a la opinión pública que se envió al contingente para ayudar al pueblo iraquí a reformar sus instituciones y reconstruir su país asediado por una guerra motivada principalmente por la supuesta posesión y desarrollo de su líder, Saddam Hussein, de armas de destrucción masiva. Pero el conflicto bélico, que comenzó en 2003, se extendió hasta 2011. El Ministerio de Defensa precisó a Diario Libre que el personal realizó tareas de vigilancia, patrullaje e inteligencia.
La base de operaciones de los dominicanos estaba en Diwaniya, una ciudad de casi 400,000 habitantes, a unos 180 kilómetros al sur de Bagdad. El grupo se integró a tropas de Honduras, El Salvador, Nicaragua y España (que las encabezó) para conformar la Brigada Multinacional Plus Ultra de la operación Iraqui Freedom, liderada por los Estados Unidos.
Para septiembre de 2003, España tenía en Irak un contingente de tropas de 1,300 efectivos, sirviendo bajo el mando polaco en las regiones centrales de Najaf y Diwaniya, junto a una fuerza centroamericana de 1,200 personas de Nicaragua, República Dominicana, Honduras y El Salvador.
En diciembre de ese año se reportó que al menos tres iraquíes, entre ellos dos niños, resultaron heridos a consecuencia de un ataque con cinco granadas de mortero contra la base en la que estaban los dominicanos en Diwaniya, sin que alguno de los criollos resultara afectado.
Entre finales de enero y principios de febrero de 2004, la Fuerza de Tareas Quisqueya retornó a la República Dominicana. A cada uno, personal de las Fuerzas Armadas le realizó un examen de pocos minutos y avaló que estaba en buenas condiciones; lo mismo se hizo cuando volvió la segunda fuerza de tarea en mayo. Pero, según informó a Diario Libre un miembro del equipo médico que estuvo en la misión, no se les hizo un examen minucioso de la salud mental. Si lo hubieran hecho, indicó que la prueba más simple habría conllevado 45 minutos como mínimo.
“(El examen) fue totalmente por agotar un procedimiento y nada más”, dice el exsargento Mario Polanco Medina, quien participó en la misión. “Yo duré alrededor de un año y pico que para dormir tenía que acostarme totalmente ebrio, no saber de mí, porque la mente mía todo el tiempo pensaba que estaba en conflicto”.
Polanco Medina fue uno de los 302 dominicanos que partieron a Irak en enero de 2004 para conformar la Fuerza de Tareas Quisqueya II. Relevarían por seis meses al primer grupo pero la misión se acortó.
El 25 de abril de ese año, Diario Libre publicó que el expresidente Mejía reveló que asumió la responsabilidad de retirar a los soldados luego de recibir un informe de las Fuerzas Armadas que le advertía sobre el pánico en que vivía el contingente tras ser objeto de ataques.
Días antes la prensa reportó que la Fuerza de Tarea Quisqueya II había sido blanco de varios ataques en los que se confirmó la muerte de por lo menos un civil y varios heridos.
El oficial militar Carlos Cuervo Desangles, según lo publicado por el periódico El Caribe, informó que las tropas dominicanas que fueron fuertemente atacadas, ubicaron que desde un hospital, prácticamente abandonado, estaban recibiendo fuego y decidieron mandar una unidad a asegurar el edificio. “Cuando se acercaron fueron repelidos por un batallón de ‘elementos’ armados, vestidos de civil, que empezaron a hacerles fuego, y ellos tuvieron que llegar al hospital, combatiendo”, narró
“Desde que pasaron esos ataques todos los compañeros cambiaron”, asegura Polanco Medina.
El entonces secretario de las Fuerzas Armadas, teniente general José Miguel Soto Jiménez, indicó que el retiro de las tropas tuvo que ver con varias razones, entre las que se encontraba la salida intempestiva de otros países integrantes de la Brigada Multinacional Plus Ultra, lo que dejaba a los dominicanos sin apoyo operacional.
La Fuerza de Tareas Quisqueya II regresó en mayo de 2004.
Soldados de la República Dominicana asisten a una ceremonia de despedida en la base de las fuerzas multinacionales en Diwaniya, el 1 de mayo de 2004. ( Fuerza multinacional/AFP)
El regreso... y las secuelas
El general Santo Domingo Guerrero Clase, quien para ese entonces era subdirector de Inteligencia de las Fuerzas Armadas, asegura que el contigente volvió en buen estado físico y mental. Al preguntarle cómo fue el proceso de la evaluación sicológica, responde: “No tengo ahora mismo la documentación para poder responder tu pregunta de una forma apegada al método científico”.
El general, quien hoy es director de Planes y Operaciones del Estado Mayor Conjunto del Ministerio de Defensa, toma su teléfono celular y llama a una persona -que no identifica- para que lo asista con las respuestas de la entrevista. Le pregunta:
—De los que se han ido de la guardia, ¿hay algunos que tienen o no problemas mentales?
Pausa y escucha la respuesta.
—Que sí, que hay algunos que, al parecer, han tenido problemas, pero después que han salido de la guardia.
El oficial se refiere a personas que son parte de un grupo de unos 50 que fueron a Irak y no están activos porque fueron cancelados o se retiraron. “Después que salen, nosotros no tenemos que darles seguimiento”, afirma.
Los efectos sobre la salud mental de un suceso impactante pueden percibirse durante la exposición al evento o inmediatamente después de este, así como días e incluso meses más tarde, explica la presidenta de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría, Marisol Taveras.
El Ministerio de Defensa informó que “no se tienen datos precisos” sobre referimiento médico o siquiátrico de miembros de la misión. Sin embargo, Diario Libre encontró casos de veteranos atendidos por especialistas con síntomas clínicos de problemas de salud mental.
Un siquiatra que prestó servicios en el Centro de Especialidades Médicas de la Reserva de las Fuerzas Armadas recuerda que en los meses posteriores al retorno de los veteranos desde Irak, llegó a consultar en el local -y de forma privada- a militares con neurosis de ansiedad y trastorno de estrés postraumático.
Con un diagnóstico de estrés postraumático vive en Yamasá el excabo Rivas, cuyo caso y el de otros se pueden conocer en videos en el siguiente mapa exploratorio:
POR: Mariela Mejía / Diario Libre