Fallece luchador en el Centro Olímpico; afirman hubo negligencia
Reclaman tardanza del 9-1-1 y que dos unidades policiales se negaron a prestar ayuda
Ávila, amigo del fenecido atleta: “Por salvarle la vida a una persona no te van a botar de una institución”
Los sueños del luchador de estilo greco Juan Carlos Díaz Mordán fueron segados, según se cree, por un infarto la madrugada de este sábado.
Según se informó con un poco más de disponibilidad a los que se requirió ayuda, el atleta de apenas 24 años se hubiera salvado.
“Nos dijeron que fueron tres infartos, pero todavía aún le van a hacer la autopsia”, dijo el luchador Jeffrey Ávila sobre su fenecido compañero de lucha olímpica.
Después de mucho ir y venir y con varios minutos perdidos, cuando finalmente llegaron al Hospital Central de las Fuerzas Armadas, ya había fallecido.
Díaz Mordán asistió en febrero pasado a una base de entrenamientos en Cuba y para el 15 de abril se encontraba entre los luchadores que asistirán a Argentina a un clasificatorio de su deporte para los Juegos Panamericanos de Lima. Él competía en el peso pesado.
El presidente de la Federación Dominicana de Lucha, Antonio Acosta informó que el cuerpo de Díaz Mordán se encuentra en el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) para determinar la causa del deceso. Acosta se presentó al local de la Federación, así como el presidente del Comité Olímpico Dominicano, Luisín Mejía y el jefe de la Fuerza Aérea de República Dominicana, mayor general piloto Richard Vásquez Jiménez.
En el momento en que los minutos por salvar una vida cuentan, de acuerdo a informaciones recogidas, los hechos no se sumaron a favor de Díaz Mordán, quien desde los 14 años residía en el Pabellón de Lucha, del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.
Una llamada al 9-1-1, que acudió entre 25 y 30 minutos después del contacto, además de la negatividad de una unidad policial que se acercó al Pabellón de Lucha y el rechazo de la seguridad apostada en el destacamento policial del Centro Olímpico, funcionaron en contra de lo que pudo significar salvarle la vida al joven luchador, nativo de Azua.
El luchador Jeffrey Ávila explicó lo ocurrido la madrugada del sábado “alrededor de las 5”.
Ávila señaló que en ese instante “sentimos que uno de nuestros compañeros se estaba quejando de una manera fuerte y nos despertamos todos”.
El hecho ocurrió en el área de dormitorio de los atletas en el Pabellón de Lucha, que es donde se ubica la residencia atlética de los luchadores, específicamente en el segundo nivel de la parte posterior de la instalación.
“Nos despertamos todos y cuando estamos llamándolo por su nombre y no nos responde nos acercamos a él a ver qué le pasaba y vimos que estaba convulsionando un poco”.
Alrededor de 60 atletas, entre juveniles y adultos, pernoctan en el pabellón.
“Inmediatamente llamamos al 9-1-1. Un compañero nuestro llamó y esperamos 10 minutos que vinieran. No llegaron en ese tiempo, enton
ces lo tuvimos que bajar de allá arriba hacia aquí”, refiriéndose al área de la explanada del Pabellón, siguió Ávila.
La idea era conseguir un vehículo “o algo”, expresa, con el fin de llevarlo a un centro médico, el más cercano es el Hospital Central de las Fuerzas Armadas de la Policía Nacional, ubicado en el extremo norte del Centro Olímpico, en la Avenida Ortega y Gasset, unos 5 minutos en vehículo.
“Cuando lo sacamos aquí afuera, fuimos al cuartel que está aquí (exactamente) frente al Pabellón de Lucha y le pedimos ayuda a los guardias que están ahí para que nos ayuden a llevarlo allá y ellos se negaron”, dijo Ávila, sin dejar de ocultar su frustración.
Una segunda llamada
“Nos dijeron que llamen al 9-1-1 – los guardias - y nosotros intentamos llamar al 9-1-1 de nuevo. Hablé con ellos (con el 9-1-1). Duré un tiempo hablando con ellos, me dijeron que vendrían, nunca llegaron”, detalla el luchador.
“Llegaron cuando ya lo llevamos allá al (Hospital) Central (de las Fuerzas Armadas)”, dijo.
La patrulla policial que se negó
Ávila, quien compite en la categoría de 70 kilogramos y tiene 26 años, indicó que transcurrieron “alrededor de 20 minutos, nosotros con el muchacho tirado aquí, aquí afuera”, dice señalando nueva vez la explanada del Pabellón.
“Había una patrulla de Policía que también nos pudo haber ayudado y no nos brindó la ayuda. Nos dijo que no podía meterse en eso porque si él lo llevaba al hospital y en ese trayecto de aquí al hospital se moría eso le iba a traer un problema a él y por eso no nos quiso ayudar”.
Como reacción, Ávila y sus demás compañeros luchadores tomaron una decisión: un taxista.
“Entonces lo que pudimos conseguir fue un taxista. Unos compañeros de nosotros salieron a la calle a buscar uno, lo conseguimos y el taxista (que es) estudiante de medicina y cuando él lo vio, nos dijo que ya estaba muerto”, relata Ávila.
Explica que el taxista le tomó el pulso, le revisó las pupilas y “nos dijo que estaba muerto”.
Finalmente lo llevaron al centro hospitalario y cuando llegó “efectivamente estaba muerto, en el hospital intentaron reanimarlo, pero no pudieron reanimarlo. Dijeron que si hubiera llegado 10 minutos antes, quizá le hubiesen salvado la vida”.
No fue así. Ávila lamentó la falta de atención. “Por negligencia y por burocracia podríamos decir, no nos brindaron una ayuda”.
Destaca que lo importante es brindar la mano amiga, en lugar de pensar que quien pueda socorrer caiga en alguna dificultad o de meterse en un problema. “Por lo menos me llevo la satisfacción que ayudé a una persona. Eso es lo importante”, dice Ávila. ¿Perder un empleo, qué, cuánto paga la Policía, 10 mil pesos?”, cuestiona para subrayar “¿qué es eso?”
“Y yo estoy seguro que si ayudaste a esa persona no te van votar por ayudar a una persona, por salvarle la vida a una persona no te van a botar de una institución y es lamentable que estas cosas sucedan en este país”. /Fuente: Diario Libre/