Ministro destituye a directora que coaccionó reportera
Daris Feliz, directora destituida del liceo Gregorio Urbano Gilbert, de Pantoja,,,
El ministro de Educación, Andrés Navarro, deploró el abuso y ordenó una investigación a la directora de ese centro de estudio por haber interferido el libre ejercicio del periodismo.
No se informó quién reemplazará a la profesora Féliz.
Vista frontal del liceo Gregorio Urbano Gilbert, donde padres de alumnos denunciaron
la venta de uniformes escolares.
Antes de conocerse la decisión del ministro de Educación de suspender las funciones a la profesora, el director de la Regional 15-01, Francisco de la Cruz Disla, presentó sus disculpas en nombre de toda la jurisdicción bajo su cargo.
“Le pedimos disculpas a la periodista Karen Vásquez por el suceso acontecido”, expresó
De la Cruz mediante una llamada telefónica.
El director se pronunció luego de que por este medio se denunciara que la redactora permaneció cerca de media hora retenida en contra de su voluntad en la oficina de la directora del liceo.
La mujer le arrebató su teléfono personal para luego proceder a eliminar las grabaciones donde la misma daba declaraciones acerca del tema investigado, en la que afirmaba que los uniformes estaban a la venta porque diferentes padres de estudiantes de nuevo ingreso en el centro educativo, inaugurado el 20 de enero de 2017, así lo habían pedido.
Detalles de lo ocurrido
“Estaba realizando una grabación para comprobar las quejas de algunos padres sobre la venta de uniformes en ese centro educativo. A mi llegada, me dirigí con una de las madres de tres hijos que estudian allí, quien de manera voluntaria decidió acompañarme a esta investigación, pero no sabía qué estaba por acontecer”.
“Llegamos y preguntamos al portero dónde estaba la venta de los uniformes. El hombre, con un dedo me señaló el lugar. Fuimos hacia la pequeña habitación destinada al “Laboratorio de física” y que ahora era el depósito de las vestimentas escolares”.
“Hablo con una de las jóvenes que estaba encargada de la supuesta venta, a la que llamaremos ‘María’; Luego me detalla el costo de los uniformes: a 500 pesos los t-shirt, 800 pesos los pantalones y 150 pesos los distintivos. Luego le pregunto dónde está la oficina de la directora del centro. A continuación, esperamos cerca de tres minutos y entramos a la pequeña oficina de la ejecutiva”.
“La directora Féliz aclaró que eran alrededor de 100 uniformes para aquellos que con insistencia habían acordado, en conjunto con el distrito educativo 15-01, la elaboración de esas piezas. Mostró un supuesto documento que ‘respaldaba’ su declaración, en este caso si fuera verídico tal documento, me habría permitido tomarle una foto y así ‘salir de dudas’. Sin embargo, se negó”.
“En cuestión de segundos, y conforme las preguntas se hacían más persistentes, la profesora se molestó y acto seguido se percató de que estaba siendo grabada por mi celular personal. Me advirtió que era un acto ilegal y que, sin previa autorización suya, no podía realizar las grabaciones”.
“Fue entonces que la profesional se irritó aún más alegando ‘la falta cometida’, me sugirió que borrara los audios, pero, ante mi negativa, decidió pararse de la silla negra de su escritorio, y, por segunda vez me dijo que llamaría a los agentes del orden a través del 911, que podía ser encarcelada y que ella tenía la potestad de realizarme una demanda”.
“Entonces procedió a cerrarme la puerta de la oficina con el compendio de llaves que tenía a su disposición. Me arrebató el celular y lo guardó en una gaveta de su escritorio”.
LO QUE ALEGABA LA DIRECTORA DEL CENTRO
“Afirmó que con mucho trabajo había conseguido todo cuanto ha logrado, que es una madre soltera que, con esfuerzos, ha ‘echado adelante sus cuatro hijas’. Según ella, mis vídeos serían ‘su llave al fracaso’. A seguidas me arrebató el celular y lo guardó en una gaveta. Siguieron los reproches y advertencias.
Tras una serie de amenazas con llamar a la policía, le di la contraseña de mi teléfono y borró mis grabaciones, con ayuda de una joven. Entre un sinfín de reproches le pido que llamen a mi fotorreportero de servicio, Víctor Ramírez. Entonces se calmó un poco. Luego abrió la puerta y, tras haberme mantenido encerrada y desprovista de mi celular, al fin nos liberó de todo aquello. Su comportamiento fue muy cuestionable. no hay razón para actuar de esa manera, mucho menos retenerme”.
Por Karen Vásquez
karen.vasquez@listindiario.com