Pobreza golpea con fuerza a Bahoruco: Esta situación aún prevalece en esta zona del Suroeste

Por su importancia, reproducimos este trabajo del periodista Tony Piña, publicado el 26 de febrero de 2011 en el periodico El Caribe.


09 JUNIO, 2018: Es de tarde, y entre las tres piedras de un fogón de barro un gato duerme la “siesta” encima de las cenizas, señal inequívoca de que hace días en el bohío no se ha prendido candela para cocinar alimentos .Es la cotidianidad en el Batey 2 y en todos los bateyes del otrora Ingenio Barahona (hoy Central Azucarero Barahona), cuyas tierras se encuentran mayormente en la geografía de las provincias Bahoruco e Independencia.

Ajenos tal vez al drama de pobreza en que viven, niños haitianos y dominicanos, de cinco y siete años, aún tienen fuerza para corretear y jugar a la pelota en los polvorientos callejones del caserío.

Lejos de los cañaverales, en la comunidad de El Salado, la situación es semejante o tal vez peor. La tierra aquí no produce nada, ni siquiera para la subsistencia, debido al alto contenido de salinidad, lo que obliga a los escasos agricultores a sembrar sus conucos en las lomas del entorno.

“Vivimos de la gracia divina”, se le ocurrió decir a Juan Méndez Florián, nativo de Galván y quien hace 20 años vive en una casita al lado de la carretera.

El Salado es un pequeño distrito municipal que recibe un subsidio mensual de medio millón de pesos, recursos que no alcanzan siquiera para el pago de la nómina de personal.

Más adelante, a la orilla de la carretera, el jornalero Manuel González vende dos racimos de guineos y tres lechozas que en la tarde anterior trajo del conuco.

“Si no vendo estas cositas en la casa tenemos que comermos los víveres vacíos”, comenta.

Las necesidades del lugar no son de ahora. Cuando Galván se llamaba Cambronal, la tradición recoge que la gente de aquí “come de tó, se comió al buey Cabo´vela´ sin saber de qué murió”.

“Cayendo a pedazo”

En Neiba, cabecera del municipio de la provincia Bahoruco, cada quien quiere opinar de las precariedades por las que atraviesan.

Ramón Acosta no se contiene y se desboca: “Aquí no hay trabajo, no hay agricultura, no hay de nada. La gente se tropieza una con otra en la calle en busca de alguna chiripita para subsistir”.

El síndico Orlando Gómez maneja un presupuesto que no le alcanza para satisfacer las necesidades de obras que demanda la población.

Todos los lugares de la provincia pregonan sus carencias. Hay necesidades “como un rosario”, menos de guardias y plátanos, que en esta época abundan por dondequiera.

En Villa Jaragua, antiguamente llamada Barbacoas, la gente se recuesta en los bancos del parque. Unos duermen, otros comentan cotidianidades.

Debajo de un “palo” de tilapias (puesto de venta), Martín Florián se queda pensativo cuando se le pregunta cómo está la situación en la población.

No cae en ganchos, pero se decide a hablar cuando comprueba que quienes le abordan son periodistas, pero lo hace de tal manera que su voz se suspende como un lamento: “¡Uuuuuuuuuy, amigo, nos estamos cayendo a pedazos!” l

Niveles muy agudo de carencias

Con el 75.2% de hogares pobres del total de su población, la provincia Bahoruco registra el índice de pobreza más agudo del país, al igual que Independencia, de acuerdo a un estudio realizado en el 2005 por la Oficina Nacional de Planificación (Onaplan), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Banco Mundial. Un total de 15,785 hogares viven en la pobreza extrema. Una serie de factores inciden para que la provincia Bahoruco no experimente avances para salir del último lugar del mapa de la pobreza de la República Dominicana. El referido estudio cita la falta de obras de inversión, alta tasa de analfabetismo, las condiciones de marginalidad social, la pésima calidad de los recursos agrícolas y la falta de servicios básicos: agua, electricidad, escuelas y hospitales.

Los expertos

Héctor Peña

Chofer

Critica el estado de abandono en que se encuentran los habitantes de la provincia y se queja del creciente número de desempleados, situación que asegura contribuye a incrementar la pobreza de la región, agravada por la falta de programas sociales oficiales y la ausencia de inversión privada.

Ramón Acosta
Empleado privado

Ramón Acosta hace hincapié en las calamidades que padecen los agricultores de la zona, a quienes no se les presta “porque nunca hay recursos en el Banco Agrícola”, ni se les brinda asesoría en el manejo de semillas y plagas que periódicamente atacan los cultivos de plátanos, guineos y uvas.

Orlando Gómez
Alcalde de Neiba

Con una demanda de empleos que rebosa los límites del 25% para gastos de personal (nómina), el alcalde contempla en enero implementar por primera vez el presupuesto participativo, a fin de dar respuesta a los reclamos que constantemente hace el municipio de construcción de obras

Martín Florián
Vendutero

Cada día acude a comprar tilapias al lago Enriquillo para obtener el sustento de su familia: cuatro hijos y su mujer. Se queja de que no tiene trabajo y que en ocasiones las tilapias no las vende, y que cuando eso sucede tiene que hacer mil malabares para poder llevar a su casa algún dinero para la comida

POR TONY PIÑA


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