Ministros y funcionarios ¿Es verdad que ministran y funcionan?
En República Dominicana, se ha conformado una claque estatal que manda madre. Son los denominados funcionarios: ministros, vice ministros, directores, etc. Esa claque ocupa los principales puestos del tren administrativo del estado. Son nombrados de dedo por el Presidente y desde hace muchos años, las mejores credenciales que presentan, no son las relacionadas con las nobles funciones del cargo sino las que se relacionan con su “amistad”, postración, “lacayismo”, genuflexión, frente al Ejecutivo.
Como los currículos de vida de esos “funcionarios”, no se relacionan con las funciones a desempeñar, entonces hacen solo los deseos del jefe. Recordemos que esa mala costumbre fue instaurada en gobiernos pasados. Con Balaguer, se hizo común ver en Agricultura como Secretario, no un agrónomo sino un abogado; en Obras Publicas, no un Ingeniero o Arquitecto sino un agrónomo; en Educación, no un Maestro sino un empresario; en Relaciones Exteriores, no un Diplomático sino un Ingeniero, etc. Esa manera llevó a que la corrupción se parara solo frente al despacho del Presidente.
Para desgracia de nuestro paisaje, que llamamos país, esa costumbre ha sido ley, batuta y constitución en lo referente al funcionariado dominicano. Pero como una cosa rara, vemos que en los casos de la Justicia, Policía, Marina, Fuerza Aérea y Ejército, allí se cumple, a rajatabla, que el incumbente de mayor rango siempre es alguien con currículo de vida relacionado con la entidad, aunque su elección no escapa al fenómeno de la genuflexión.
No hemos visto un comerciante como jefe del ejército ni un maestro como jefe de la marina o un ingeniero como fiscal ¿Por qué será?
Como algunos sufrimos del Síndrome de Idiotez, nos preguntamos ¿Para los ejecutivos de la nación, esas últimas funciones son las más importantes de la bolita del mundo? Porque con eso no se juega nunca; sin embargo, se juega y hasta se hace chercha con todas las demás. Eso de producir alimentos, construir infraestructuras, relación con los países, la educación, seguridad, son vainas o pendejadas. En nuestro amueblamiento cerebral, eso retrata al estado con gran desprecio hacia la nación y país dominicanos.
Cumplir en parte las leyes y los protocolos cuando se refiere a Justica, Policía y Fuerzas Armadas, donde el mandatario es “Comandante en Jefe” y está por encima del bien y puede jugar a su antojo, y entonces cuando se refiere a alimentos, seguridad, vivienda, producción, empleo, vías, etc., en estos casos que son para al bienestar de la población y del país, las leyes y los protocolos son violados, tirados al zafacón y se limpian el…zapato, con ellos, ,,,,hummm eso huele a algas podridas.
Historiadores dominicanos señalan que el dictador Trujillo, instauró en las Fuerzas Armadas, la Policía y la Justicia; una forma de gobernar que unía el terror, la dádiva y permiso de hacer lo que al tirano le gustaba; mientras que en los casos relacionados
con las demás funciones del Estado, se logró instaurar el miedo, la sumisión, el silencio, el despojo, el destierro o la muerte.
Así el tirano se rodeó de intelectuales. La razón de la pretendida colaboración de intelectuales, fue el nacimiento y la generalización del complejo del miedo. Para la época, la corrupción nacía y quedaba en el jefe y su familia.
Haciendo el parangón con la actualidad, a las Fuerzas Armadas, Policía y Justicia se les da impunidad de hacer lo que quieran, siempre que eso complazca y le guste al poder, y con ello de paso, se debe atemorizar y alienar a la población.
Las funciones estatales relacionadas con el bienestar general y derechos ciudadanos, se dejan a su suerte. Así actividades productivas, seguridad ciudadana, salud, seguridad laboral, persecución de la corrupción, educación de calidad y otras más, se van por el precipicio de la ineficiencia y la ineficacia. Ahora la corrupción comienza desde arriba y abarca todo lo estatal, hay sobornos, más impunidad, más robos y acumulación.
Concluimos, que los funcionarios, ministros, directores, etc., “funcionan” según la música o partitura tocada en las alturas, y así cada día, el país va al colapso y al despeñadero. A los que se molesten, les advertimos que todas esas disquisiciones, es porque sufrimos el Síndrome de la Idiotez.
Rafael Matos Féliz
Por el Desarrollo Sostenible.
Barahona, 24 JUnio, 2018: