--Armadas y peligrosas--: 6 mujeres del narco que la DEA no ha podido atrapar en años

Fugitivas de la DEA (arriba, de izquierda a derecha): Yara 'Janeth' Banderas, Graciela Silveyra e Hilda Ruiz; (abajo) Imelda 'Quito' Catalán, Ana María 'La Doña' Félix’ y Alma 'Marina' Cortez. DEA y Departamento de Justicia (DOJ)


Estas fugitivas llevan largo rato en la lista de los más buscados por la Administración para el Control de Drogas. Sus fotos aparecen al lado de capos como Rafael Caro Quintero. La agencia las considera una prioridad por sus importantes roles en células del narcotráfico: una fue la jefa de su grupo y otra era la principal proveedora de varios traficantes.



EN LOS ÁNGELES, California, 29 Junio, 2018:  Se podría escribir el guion de una serie de narcos tomando las múltiples escuchas telefónicas que la DEA (Administración para el Control de Drogas) realizó durante varios meses a miembros de la organización que en Los Ángeles lideraba Ana María Félix.

                              Alias 'La Doña'

Esta mujer se ganó el apodo no solo porque es homónima de la fallecida actriz mexicana, sino porque también es de carácter fuerte. Por eso, Félix fue la jefa de un grupo que compraba cargamentos de heroína en México, los cruzaba por garitas fronterizas y los distribuía en el sur de California.

Según la DEA, al menos 22 personas (la mayoría hombres) obedecían las órdenes de 'La Doña'.

Agentes antinarcóticos le siguieron la pista a su célula criminal desde 2010 y lograron desarticularla, pero 'La Doña' se fugó.

Su foto e información están ahora en la lista de los más buscados por la DEA en Los Ángeles, el principal centro de distribución en EEUU de los carteles mexicanos. Pero se desconoce qué cartel mexicano le surtía la heroína o si la revendía a pandillas callejeras aquí.

"Tome precauciones", se advierte en la ficha criminal de esta mexicana, descrita como una mujer de alta estatura y complexión delgada. Su edad se desconoce. Vivía en Paramount, una ciudad con una población mayormente hispana. Es probable que haya huido a su tierra para evitar la justicia estadounidense.

Del 28 de mayo de 2010 al 1 de abril de 2011, oficiales federales espiraron sus actividades, enterándose de esta forma que sus cómplices burlaron varias veces la estricta seguridad fronteriza.

'La Tía', como también le decían, estuvo bien enterada de las compras de la droga en México, los cruces hacia EEUU, las entregas, los cobros y hasta de las quejas de sus consumidores en California.

"El 26 de octubre de 2010, usando un lenguaje telefónico codificado, el acusado Aoreo Pérez (uno de sus cómplices) le informó a Félix que los clientes se habían quejado porque tuvieron reacciones inusuales al consumir la heroína y Félix le respondió que la droga estaba muy fuerte y que en la próxima entrega estaría mejor", detalla la acusación.

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Su grupo usó varios métodos para no ser detectado: en ocasiones los traficantes escondían la droga en la suela de sus zapatos para cruzar las garitas peatonales y ya en este lado de la frontera la ponían dentro de las luces traseras de sus autos o de globos de colores para entregarla a sus compradores.

La DEA siguió a los distribuidores de Félix hasta estacionamientos de restaurantes, negocios y centros comerciales en Los Ángeles, Pico Rivera, Montebello, South Pasadena y otras ciudades.

Ahora el nombre de Félix aparece junto a los de otros 181 narcos buscados por la DEA en Los Ángeles, entre estos Rafael Caro Quintero, quien fue jefe del extinto cartel de Guadalajara, predecesor del cartel de Sinaloa, y quien fuera su socio, Miguel Ángel Félix Gallardo.

Si bien 'La Doña' es la fugitiva con el rango más alto dentro del contrabando de droga en California, no es la única mujer buscada por la DEA en esta región. Estas son cinco mujeres hispanas dedicadas al narcotráfico que tampoco han podido ser atrapadas.

De coyote a traficante de droga

"¿Te mandó Hilda una caja de camarones?", preguntó un hombre a otro por teléfono. "No, no me ha mandado nada, ¿Por qué?", le respondieron al otro lado de la línea.

Esta que aparentaba ser una simple conversación telefónicas el 29 de agosto de 2003 era en realidad una venta de drogas en la que mencionaban a Hilda Consuelo Ruiz Nevarez, una mujer que desde hace varios años está en la mira la DEA de San Diego, California.

Al decir "una caja de camarones" los traficantes se referían a un cargamento de cocaína.

Hilda, una tijuanense que tiene 55 o 56 años, era "la principal fuente de abastecimiento de cocaína" de una organización que la distribuía en San Diego, Los Ángeles, el medio oeste de EEUU y otros lugares.

Comenzó muy joven en el mundo del crimen. En 1984, cuando tenía 22 años, la Patrulla Fronteriza ya la había arrestado por transportar indocumentados. Y en 2001 la Fiscalía federal le interpuso cargos por tráfico de cocaína, pero no se presentó a una audiencia en la corte. Desde entonces, una orden de arresto pesa en su contra. Se cree que vive en algún lugar de México, posiblemente en Tijuana.

Es delgada, de estatura baja y su cabello es de color negro. Una acusación federal la señala como parte de un grupo de al menos 14 personas que traficaron cocaína, metanfetamina y heroína.

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Pero en las escuchas telefónicas en 2003, los agentes federales anotaron su nombre varias veces. Los narcos lo mencionaban una y otra vez, solo cambiaban los nombres de las drogas. Por ejemplo, a la cocaína le decían "cookie" (galleta) o "carros"; a la metanfetamina la llamaban "ventanas"; y a la heroína, "llantas".

Vía telefónica desde México, Hilda supervisaba sus cargamentos y cuando lo creía necesario mandaba a "un mecánico" o cómplice a San Diego.

La DEA documentó varias transacciones de decenas de miles de dólares. Para no exponer abiertamente que hablaban de mucho dinero en las llamadas, los traficantes quitaban tres ceros a las cantidades. Es decir, para referirse a un pago de 28,000 dólares decían "28".

"Tengo hambre", expresó un comprador el 1 de noviembre de 2003. "Ok, estoy haciendo las cuentas ahora", respondió Hilda. Según la DEA, era la clave de que estaban quedándose sin droga para vender.

'Janeth', la vendedora de 'cristal'

A Yara Banderas Martínez, alias 'Janeth', las autoridades le perdieron la pista en febrero de 2018. Desde ese día no ha regresado a su casa. No se presentó a una audiencia en un tribunal federal para responder por la acusación de posesión y distribución de drogas en San José, en el norte de California.

Uno de sus compradores la delató en junio de 2017 y un agente encubierto de la DEA en San Francisco comenzó a comprarle metanfetamina, que comúnmente se conoce como 'cristal'.

De acuerdo a la Fiscalía federal, esta mujer que usa el alias de 'Janeth Valencia Mendoza' repartía el narcótico por pedido. "¿Cuántas muchachas va a querer?", le preguntó en un mensaje de texto al oficial que se hizo pasar por cliente. "Las cuatro", le respondió este. Hablaban sobre cuatro onzas de metanfetamina.

La venta se efectuó en el estacionamiento de una plaza comercial en San José el 18 de agosto de 2016. Ella ocultó la droga dentro de un tamal envuelto en plástico y el agente le pagó 1,000 dólares. Ahí mismo acordaron la siguiente entrega: un kilo por $6,660. El negocio se realizó dos semanas después.

En esa ocasión Yara ocultó el 'cristal' en una bolsa de regalo y cuando recibió el pago lo puso dentro de un vaso de cartón. Cuando salió del auto del oficial de la DEA fingió que estaba bebiendo café.

A su pareja, Marlon Lee Davis, lo sentenciaron a 84 meses de prisión a mediados de abril por permitir que su apartamento en San José se usara para almacenar el 'cristal' de Yara. Ella se esfumó.

'Quito', la pandillera de los 'Avenues'

En la ficha informativa que la DEA elaboró sobre la mexicana Imelda Catalán aparece esta advertencia: "armada y peligrosa".

Esta mujer de 38 años es acusada de ser parte de la violenta pandilla 'Avenues', que opera en el noreste de Los Ángeles. Una acusación federal la nombra entre un grupo de 70 miembros y asociados de esta banda, afiliada a la organización criminal Mafia Mexicana o 'La Eme'.

La tarea de 'Quito', como la apodan, era entregar en nombre de la banda cocaína y otros narcóticos.

"A menudo, las mujeres son activas en el tráfico de narcóticos, así como en la recolección y transferencia de 'impuestos' y ganancias de la venta de droga. También juegan un papel importante en dirigir y mantener comunicaciones dentro de la organización", cita la acusación contra esta mujer.

'Quito' ha sido descrita como una persona de estatura baja y con sobrepeso.

Los fiscales alegan que ella y otros cómplices escondieron en una casa en la calle Drew de Los Ángeles un cargamento de cocaína, marihuana y metanfetamina, así como una pistola calibre 9 milímetros, artefactos explosivos y un rifle de asalto. Eso ocurrió en octubre de 2002.

Unos meses después, dos amigos de 'Quito' también citados en la acusación federal intentaron asesinar a tiros a dos policías de Los Ángeles cuando estos trataban de arrestarlos por consumir droga.

'Marina', la repartidora

El 24 de septiembre de 2004, Alma Cortez se subió a su camioneta Chevrolet Tahoe y manejó a algún lugar de Oxnard, California, para recoger unos 307 gramos de metanfetamina 71% pura. La escondió en el tablero del vehículo. En el camino, un policía le marcó el alto y ella pensó lo peor.

Pero era su día de suerte. 'Marina', como le apodan, le contó a alguien que la arrestaron por una razón que no especificó y que después las autoridades la dejaron ir. Ella lo atribuyó a "un milagro".

Las conversaciones de 'Marina' fueron registradas durante un operativo de la DEA que puso la lupa sobre un grupo que distribuía droga en Ventura y Santa Bárbara, California. El jefe de la banda, Silvano Higuera Gaxiola, un habitante de Hisperia, "importó libras de metanfetamina a traficantes de alto perfil en el sur de California", según documentos judiciales.

Cortez, quien nació en México en 1970, era una de las responsables de transportar los cargamentos a casas y estacionamientos de restaurantes de comida rápida. Sus cómplices también la llevaban al estado de Oregon.

Marina tiene la mirada tranquila, sin embargo, la DEA alerta que ella -como otras fugitivas- también está "armada y peligrosa". Desde hace 14 años le perdieron el rastro.

La mujer que escondía cocaína

Se llama Graciela Silveyra y cuando sonríe parece ser alguien en quien se puede confiar. Pero las autoridades federales no recomiendan creer en ella: aseguran que era la mano derecha de su hermano Jorge, alias 'Fat Boy' y 'G', el jefe de una banda que distribuía cocaína en el sur de California y el estado de Illinois.

La casa de Graciela en Artesia, en el condado de Los Ángeles, se convirtió en una de las bodegas clandestina que 'Fat Boy' usaba para ocultar la droga que le llegaba de México. Además, ella coordinaba las actividades que realizaban al menos siete cómplices y a veces se encargaba de cobrar las ganancias.

La DEA pinchó los celulares de algunos de los cómplices de 'Fat Boy' y así supo que su hermana también era parte de la organización, que distribuyó varias libras de cocaína.

El 30 de enero de 2003, un traficante manejaba hacia la casa de Graciela con más de 13 kilos de cocaína, pero en el camino una patrulla lo detuvo. Sobre este incidente ella se enteró inmediatamente.

Ahora tiene 69 años, de los cuales ha pasado 15 huyendo de la DEA.

ISAIAS ALVARADO / UNIVISION.COM/
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